GALARDONES

La novia del viento

Elena Poniatowska publica la biografía novelada ?leonora?, que ganó el biblioteca breve

NARRATIVA

Leonora

Elena Poniatowska. Seix Barral. Premio Biblioteca Breve. Barcelona, 2011. 510 pp.


'Leonora’ es una biografía novelada, e inacabada, de Leonora Carrington. Inacabada porque la pintora inglesa sigue viviendo en México, y dentro de unas semanas cumplirá 94 años. A México llegó, procedente de Nueva York y tras huir de un sanatorio psiquiátrico en España, para escapar definitivamente de dos hombres que habían marcado y lastrado su existencia: su padre, un riquísimo empresario dedicado a la industria química, y su pigmalión, el pintor surrealista Max Ernst, con el que había tenido una aventura amorosa muy intensa.


Fue Max Ernst quien la bautizó como «la novia del viento», por su incapacidad para arraigar en sitio alguno, como las plantas del mismo nombre. Y es que, durante muchos años y hasta que hizo de México su hogar, Leonora Carrington fue de un lugar a otro.


De su casa familiar en Lancashire deseó escapar con todas sus fuerzas, antes de ser fosilizada como una buena esposa de la alta burguesía nobilizada, y marchó a París y a Italia y a Londres y de allí otra vez a París, donde se incorporaría, aunque manteniendo su propia personalidad, al grupo surrealista, e hipermachista, de André Breton, que le permitirá exponer sus cuadros. Cuando Max Ernst abandona a su mujer por ella, tienen que huir al sur para evitar el acoso y cuando parece que han encontrado su lugar mágico, la guerra estalla: Max Ernst es encerrado en un campo de concentración para extranjeros y Leonora enloquece.


Sus padres, o más bien su madre, Maurie, que siempre velará por ella, consiguen que entre en España, donde Franco ya gobierna, y a la fuerza, ante su mente trastornada, la ingresan en una clínica en Santander, donde poco a poco se restablece, aunque su experiencia la marcará para toda la vida, y la relatará en un libro muy perturbador, ‘Memorias de abajo’ (Siruela).


En Lisboa, adonde llega gracias a la intervención del que será su marido, Renato, volverá a encontrarse con Max Ernst, que ha logrado salir de Francia y espera poder embarcar hacia Nueva York, con buena parte de la corte surrealista, amadrinada por la millonaria Peggy Guggenheim, que mientras tanto se ha convertido en su amante. Los días portugueses suman confusión a la cabeza confusa de Leonora Carrington, que sólo revivirá al llegar a Nueva York, una ciudad que le fascina.

La llegada a México es una fuerte ruptura de su felicidad. Renato, que ha vuelto a su trabajo como periodista tras abandonar la diplomacia, no se preocupa demasiado de la difícil adaptación de Leonora, quien no conoce el idioma, no tiene amigos y a quien todo le resulta hostil... hasta que coincide con la catalana Remedios Varo, una pintora con la que comparte muchos intereses, y también el exilio, que pasa a convertirse en su mejor amiga, en su cómplice, en su aliada.

De repente, México se convierte en un lugar para recomenzar su vida: abandona a Renato y se enamora del fotógrafo húngaro Imre Weisz, que se convertirá en el padre de sus hijos, su obra empieza a ser reconocida y profundiza en su mundo mágico y espiritual, que condiciona intensamente su vida: a veces es incapaz de salir de casa si el I Ching se lo desaconseja.


Por esa época, en la que quizá tendría que haber terminado el libro, que pierde interés después de los años 60, la mexicana Elena Poniatowska (París, 1932) conoce a Leonora Carrington y siempre que la visita en su casa es «una fiesta». Sin duda, la vida de la pintora le parece el material perfecto para una novela (amor, locura, viajes, creación, magia), pero no se atreve a escribirla hasta que una amiga que estudiaba la obra de Leonora Carrington murió en un accidente de tráfico y le pareció que tenía que, aunque fuera en otra dirección, tenía que continuar su trabajo. La escritura de ‘Leonora’ surge, pues, de una fascinación y de una deuda afectiva, y a ellas debe su transparencia, aun en los momentos de mayor dolor, y su carácter pedagógico.


La transparencia casi es obligada, para separarse del mundo onírico y acrónico de la escritura de Leonora Carrington, quien ha recurrido a menudo a su propia vida para crear sus obras de ficción.

Y, en su carácter pedagógico, en el que defiende la libertad individual, por la que hay que luchar, aun en las peores condiciones, y la democracia, destaca la defensa que Elena Poniatowska hace de las artistas cercanas al surrealismo, a menudo silenciadas, incluso por sus propios compañeros, sin ningunear a las más alejadas de Leonora Carrington, como la argentina Leonora Fini, que también fue amante de Max Ernst, o como la mexicana Frida Kahlo, con la que nunca llegó a conectar, pese a sus mundos afines.


Hace tres años, en la Maison de la Amérique Latine de París, vi una gran exposición de trabajos de Leonora Carrington, tan desasosegantes, a menudo, como su vida retratada por Elena Poniatowska. En uno de los vídeos, una anciana con mucho carácter y un castellano con un fuerte acento inglés reivindicaba la vida, con sus luces y también con sus sombras: era imposible apartar la mirada de sus ojos.