ZARAGOZA

Espido Freire: «Defenderé los derechos de autor»

La escritora vasca presentó ayer en Zaragoza su última obra, 'La flor del Norte', con la que debuta en la novela histórica.

Espido Freire, ayer, en El Corte Inglés de Independencia.
Espido Freire: «Defenderé los derechos de autor»
JOSé MIGUEL MARCO

Un recorte llegado por carta, diez años de incubación, año y medio de escritura y dos últimos meses «en plan neurótico» dando los últimos retoques han dado como fruto 'La flor del Norte', la primera novela histórica de Espido Freire. Un libro escrito desde la identidad de Cristina de Noruega, una princesa vikinga que se casó con uno de los hermanos del rey Alfonso X 'el Sabio' y murió a los 28 años en Sevilla, cuatro después de haberse desposado.


«Es una novela de revelación psicológica, viene de unas ideas preconcebidas sobre el mundo y se da cuenta de que lo que pensaba era en realidad un escudo protector contra la realidad», explicó ayer en Zaragoza Freire. Así, el libro «empieza de una forma mental, con ella sabiendo que va a morir, y finaliza de forma emocional, sintiendo que se va a morir». Eso hace que la ironía «a veces muy amarga» que pone el sutil humor a la obra «se va haciendo menos frecuente porque se sustituye por la verdad», dijo la autora.


La escritora vasca subrayó que el uso de la primera persona «obliga mucho al escritor» pero la eligió porque le gusta y porque «no quería una novela histórica convencional». Así, la protagonista ofrece «solo su visión, no una general, sino algo más subjetivo». Un punto de vista que corresponde a una mujer «que ha vivido mucho, ha sufrido bastante y está al borde de la muerte».


Uno de los principales escollos de esta experiencia literaria es que el relato se desarrolla en el siglo XIII y en torno a una figura de la que se tienen muy pocos datos, lo que conllevaba una tarea de documentación «similar a la de una tesis». Para la familia de Cristina, Freire utilizó la 'Saga' de los reyes noruegos, ya que «fue hija y nieta de reyes muy importantes». También encontró abundante información sobre los reyes e infantes de Castilla con los que entronca.


La escritora dice que «la documentación no acaba nunca» y que «si quieres atar todos los detalles, te vuelves loco». «Pero hay que hacerlo porque si no, no haberte metido», sentencia. Y eso que, según confiesa, «soy muy perezosa, muy vaga. Tengo facilidad para escribir, para mí es algo gozoso y divertido, pero documentarse lo retrasa todo, es imposible luchar contra el propio perfeccionismo». Por eso, concluir finalmente el libro le produjo «alivio y cierta satisfacción». Además, ha huido de errores como «saltar por encima de la lógica de la época, de cosas como una abadesa feminista o una historia de amor apasionado cuando no existía aun ese concepto del amor».


Proyectos y maldad


Espido Freire dice que ahora está «ralentizando la escritura» porque hace cinco años creó una empresa de proyectos culturales llamada E+F, con la que -entre otras cosas- ha creado el «microcuento en formato farola», que ahora se puede leer en las luminarias de la calle principal de la localidad zaragozana de Casetas.


Entre sus aspiraciones para el futuro está «escribir guiones, porque siempre he querido y aún no he escrito ninguno. Llevo trece años publicando y tengo 36, que para un escritor es una edad joven, así que hay que abrirse a cosas nuevas».


No obstante, entre lo más inmediato menciona «volver a las novelas juveniles y empezar un ensayo, un estudio del mal, de los personajes malignos, tratando el tema en profundidad porque querría hablar del mal en la sociedad». Y puso como ejemplo de casos que le llaman la atención los de las niñas Marta del Castillo y Mari Luz, «asesinadas de manera brutal y cuyos presuntos asesinos lo niegan todo». «¿Qué pasa en la mente de personas que están convencidas de que no han hecho nada malo, que esas niñas estaban ahí para darles placer inmediato y luego tirarlas», se pregunta Freire.


Cuestión de independencia


Acerca de la llegada del libro al mundo digital, la escritora aseguró que «todo lo que digamos ahora no tiene validez alguna, porque en unos meses se producen giros inusitados». No obstante, sí tiene claro que «hay un avance conseguido por los escritores en los siglos XIX y XX que son los derechos de autor, algo de importancia capital como el derecho a la huelga u otros derechos laborales».


«Intentaré defenderlos con uñas y dientes no por avaricia, sino porque garantizan la independencia del escritor, que cobra sus derechos si sus libros se venden», explicó, y agregó: «Si se abolen, solo podrá escribir la gente rica o en situación económica desahogada. Yo soy hija de obrero y modista, y pude convertirme en escritora. Es un caso extraño, pero sin los derechos iba a ser algo inédito».