Viernes, 7 de la tarde. Un buen puñado de los ordenadores del 'ciber' Next Level, en la calle Luis del Valle, están ocupados. Todos concentrados, con cascos ante su pantalla, pero se escucha el murmullo de las conversaciones que mantienen entre ellos. «De normal juego en casa un par de horas cada día si tengo tiempo, pero cuando estoy de fiesta me gusta venir aquí con los colegas», dice Rubén, un estudiante de 18 años de Bachillerato Tecnológico. Habla sin perder comba en el 'World of Warcraft'.

Daniel Valdivia, uno de los tres propietarios del local, es uno de los más jóvenes en un negocio de cuyo futuro está convencido. Junto a otros dos socios, se puso al frente hace año y medio del cibercentro Level Up, que se convirtió en el mayor de España, con más de 120 'pecés', y organizaba los principales torneos de juegos en red de España. Hace mes y medio estrenaron este local más modesto y llevadero económicamente, con 40 puestos para jugar y 12 en la zona de internet.

«Lo que ha cambiado es la cultura del videojuego, que ahora se enfoca más hacia la consola. Sin embargo, la gente sigue acudiendo en busca de ambiente, a jugar con los amigos, retarse unos a otros, y no solo desde su casa», defiende Daniel. «Hay equipos que vienen incluso a entrenar», añade. Como el resto de establecimientos de este tipo, el servicio que ofrecen se complementa con una tienda de productos para jugar (un ratón puede valer desde 6 euros a 200) y asesoría técnica.

¿Una diversión cara? «El bono para una tarde me cuesta unos 5 euros, casi como ir al cine, tampoco resulta ruinoso», contesta Adrián, de 20 años, estudiante de Administración y Dirección de Empresas. Machaca la misma idea: «Aquí es donde de verdad se crea el clima para competir».