albert boadella, director de els joglars

"Progresar liquidando la tradición es kamikaze y muestra ignorancia"

Estrena hoy con la compañía catalana en el Teatro Principal de Zaragoza (a las 21.00) su espectáculo '2036 Omena-G'.

Albert Boadella, durante unos ensayos con Els Joglars.
"Progresar liquidando la tradición es kamikaze y muestra ignorancia"
IVAN RAGA

'2036 Omena-G' adelanta el tiempo 25 años, ¿cómo se imagina a sí mismo para entonces?

En la obra aparezco, pero ya como viajante al otro mundo. Hay un momento en que se dice: 'Boadella, antes de palmarla?' Me doy por desaparecido. Son muchos años.

El espectácuo plantea un homenaje a Els Joglars en su 75 aniversario, ¿nostálgico o burlón?

Yo siempre digo que es un 'antihomenaje', urdido con mucho sarcasmo sobre nosotros mismos y sobre una parte de los ancianos actuales, que se drogan a costa de la Seguridad Social y andan medio flipados. Hay ironía sobre ellos y sobre nosotros. Pero también hay una parte que es, en cierta medida, un homenaje teatral, con unos viejos comediantes que quieren hacer por última vez un espectáculo en lugar de acabar sus días en un geriátrico.

En su anterior obra 'La cena', el protagonista decía: 'No sobra nadie, pero hay muchos repetidos'. ¿Qué hace irrepetibles a Joglars?

Hay un signo de identidad de la compañía que es una especie de manía por la libertad, en el sentido de que giramos no únicamente contra el poder, sino incluso contra nuestro propio público. Cuando parece que no hay nada por satirizar, se satiriza o denuncia cierto sectarismo del mundo progre, de nuestra generación. Y el público, a veces, se siente herido. Ha habido etapas en la vida de la compañía, desde la dictadura y luego en democracia, pero los espectáculos, la forma en que nos hemos girado contra la tribu catalanista o contra los militares, todo ese esquema se sintetiza en ese deseo de libertad.

Su experiencia dirigiendo los Teatros del Canal de Madrid, ¿cambia su percepción del público?

Como programador tengo un cometido imprescindible: no programo lo que me gusta, esto es un teatro público, de los contribuyentes, y tengo que pensar en lo que puede gustarles. No tengo un teatro privado. Hay espectadores muy variados, unos prefieren la comedia, otros lo frívolo, o lo comprometido? Programo un poco para todos y creo que hay un fenómeno, la 'contaminación' del público, que es que gente que viene a ver una cosa se acerca luego a otra distinta por probar. Tenemos buena audiencia en los Teatros del Canal, público muy heterogéneo. He puesto cosas que a mí particularmente no me gustan, pero siempre cosas que estén bien hechas.

Mañana estrena usted allí 'Amadeu', un musical sobre la figura y la obra del famoso compositor de zarzuela Amadeo Vives. ¿Ha sido muy distinto trabajar con Els Joglars y hacerlo con una compañía con orquesta y coro incluidos?

Yo trabajo muy a gusto con Joglars por el conocimiento y el aprecio que nos tenemos, porque es un equipo formidable de actores con los que puedo abordar una obra durante mucho tiempo, y eso es lo máximo. Trabajar con coro, orquesta, con unas 80 o 90 personas, tiene sus inconvenientes, es mover una especie de trastlántico, que no tiene la gracia y agilidad del yate que serían Els Joglars. Es un mundo distinto, pero no digo que no me lo pase bien, puedo trabajar con la música a fondo? Pero me cuesta más.

La zarzuela y los toros, que a usted le gustan también, se suelen asociar a tendencias conservadoras. ¿El progresismo necesita cierta dosis de conservadurismo?

Sin duda. Progresar liquidando la tradición es un instinto de kamikaze, una absurdidad. Y demuestra dosis ingentes de ignorancia. La tradición asienta las cosas, pero no hay que repetirla sin más, tiene que sufrir variaciones. Con Els Joglars hemos hecho teatro como Aristófanes, pero introduciendo variaciones con arreglo al tiempo que vivimos. Los toros siguen siendo uno de los mayores, sino el mayor ritual del mundo occidental, ha sobrevivido milagrosamente desde la antigüedad, es algo muy serio. Y la zarzuela es el musical español, es mucho mejor musicalmente que todos los musicales anglosajones de la Gran Vía, tiene partituras maravillosas. Despreciar eso es de ignorantes y de insensatos. Lo que yo he hecho es darle forma con un argumento contemporáneo.

Como usted, Amadeo Vives también era catalán y triunfó en Madrid. ¿Cómo ve ahora Cataluña?

La veo poco, trato de no mirarla, me produce una sensación depresiva. Ha enfermado, tiene una epidemia incluso paranoica frente al conjunto de España. Y eso no es fácil de quitar, no veo solución ni con cambios de gobierno. Es un camino que ha tomado, creo que erróneo, que lleva a un alejamiento de la realidad auténtica de las cosas. Los delirios y las fantasías que se abonan desde los medios de comunciación y desde la administración pueden más que la auténtica realidad de los hechos y que el sentido práctico que teníamos los catalanes.

Hace poco, usted programó en los Teatros del Canal 'Metrópolis', de los aragoneses Teatro Che y Moche. ¿Qué opinión le merece el teatro aragonés actual?

Está bien. 'Metrópolis', estaba muy bien hecho, muy bien acabado, con miras y un sentido del espectáculo muy bien definido. Me pareció perfecto. Allí siempre ha existido una importante tradición de teatro.