ARTE URBANO

Hacia un 'grafiti park' en Zaragoza

Paredes de fábricas, fachadas de negocios particulares, persianas de garajes privados... El grafiti cada vez se valora más y hay más gente dispuesta a ceder muros. Ahora solo faltan coordinar los espacios autorizados.

El muro de Hierros Alfonso en Marqués de la Cadena, con lo que queda de la última intervención grafitera.
Hacia un 'grafiti park' en Zaragoza
R. C.

Desde hace cosa de un mes, Inymon, una empresa de transformación de plásticos situada en el barrio zaragozano de Santa Isabel, luce en su fachada de la avenida de la Industria un espléndido grafiti con motivos naturales y guiños industriales. Esta factoría es una de la últimas hasta la fecha en animarse a dejar que los artistas del espray decoren sus muros, algo que otras llevan años haciendo. Y es que el grafiti cada vez está mejor considerado.


"Nosotros estamos encantados de que lo decoren, nos parece muy bien, hay grafitis preciosos. De nuestro muro han llegado a decir que es la 'Capilla Sixtina' del grafiti en España", comenta Félix Longás, consejero delegado de Hierros Alfonso. Esta empresa lleva años cediendo dos paredes a la asociación Grafitear y la escuela San Valero, de la que "vienen alumnos de 15 o 16 años, alguna vez con su profesora de Plástica", detalla Longás. Solo les piden "que sean curiosos, que lo son; son bastante vanguardistas, pero respetuosos", dice.


Desde la asociación Grafitear, Javier Sánchez -cuyo nombre de guerra grafitero es Danjer- explica que lo primero que hace falta para poder pintar legalmente un grafiti es permiso del propietario de la pared. Después, la autorización del Ayuntamiento (que suele requerir la presentación de un proyecto, detallando incluso los colores que se va a utilizar). "Nosotros colaboramos con Cultura del Ayuntamiento y eso nos facilita las cosas", cuenta. Él lleva quince años espray en mano (ha pintado en Inymon, Hierros Alfonso, varios solares del centro...) y sabe que "la gente que empieza no lo tiene tan fácil".


Para que los novatos no tropiecen con los permisos, está habiendo conversaciones con el Ayuntamiento "para hacer zonas libres, una especie de 'grafiti park' con parcelas donde la gente pueda ir a pintar", dice Sánchez, y comenta que incluso se podría gestionar mediante una web. Sería algo así como una red de muros y espacios disponibles "para poder pintar cómodos y no mirando atrás para ver si viene la policía", agrega Sergio Beltrán, de Undo Studio, impulsor de los famosos 'Asaltos' que han llenado de grafitis de calidad muchas calles del centro de Zaragoza.


Beltrán, cuya firma grafitera es Le Désert (el desierto), cree que la receptividad hacia este arte ha mejorado, y sabe de lo que habla, después de haber recorrido infinidad de edificios y llamado a muchas puertas para pedir permiso a propietarios y comunidades de vecinos. En el caso de Inymon fue al revés: ellos lo llamaron después de leer en un artículo de HERALDO que buscaba muros para grafitear. Beltrán gestionó el asunto y participó en la decoración, y cuenta que los empleados de Balay (que está al lado) "se paraban a mirarnos pintar y decían: 'Muchas gracias, nos alegráis la llegada al trabajo', y nos daban la enhorabuena".


Aunque donde mejor acogida parece tener el arte urbano es... en el entorno rural. "Los más receptivos son los pueblos. En Foz Calanda nos reciben como si fuésemos hijos suyos. Y lo mismo en otros sitios donde hemos intervenido: en Ayerbe y otros pueblos del Pirineo, en Fuentes de Ebro, donde hicimos un taller para chavales y vino Danjer...", recuerda Beltrán.


Ciudad o pueblo, se nota que el grafiti se extiende con todas las de la ley, en recintos tan diversos como una gasolinera, la trasera de un centro de música, la persiana de un garaje o una peluquería, como Kaótika (en la calle Liñán), que contrató a la grafitera Chikita (Gema Giménez) para que decorase la fachada. Aunque Giménez, que lleva 10 años en la brecha, confiesa que es más fácil "pintar sin cobrar, porque cuando lo haces por encargo, aunque lo hagas con tu estilo, no pintas lo que quieres".