COLECTIVA

Arte para la reflexión

El museo de teruel alberga a los becarios de Endesa de 2010.

Una de las piezas de Jordi Bernardó.
Arte para la reflexión
MUSEO DE TERUEL

La expresión plástica parece haber abandonado hace tiempo el espacio del arte por el arte y se ha adentrado en un arte preocupado por los temas de la sociedad actual o por lo menos con matices de reflexión de aquello que nos rodea. Esta cuestión o reflexión tiene algo de resbaladizo ya que siempre o casi siempre el arte ha estado adentrado en la época en que se desarrolló. Sin embargo, la realidad del arte más actual se encamina hacia reflexiones filosóficas o sociológicas, quizás no tanto para cambiar el mundo sino para plasmar cuestiones que no dejen indiferente al espectador.


Los cinco becarios Endesa de esta décima edición organizada por el Museo de Teruel, Sergio Belinchón (Valencia, 1971), Jordi Bernadó (Lérida, 1966), Alicia Framis (Barcelona, 1967), Christophe Prat (París, 1970) y Juan de Sande (Madrid, 1964) parecen estar inmersos en estas cuestiones del arte del pensamiento, quizás con mayor énfasis en aquellos que se expresan a través de la fotografía, técnica que parece desbancar a la tradicional pintura, pero que en esta muestra está representada con fuerza por el francés Christophe Prat.


Los cinco artistas no son unos advenedizos, pero seguro que esta beca turolense les sirve de promoción al igual que a muchos de los 50 artistas que desde 1989 la han disfrutado.


Jordi Bernadó mira la realidad con una dosis de acidez e ironía de la realidad que observa en el mundo. Su mirada de Velázquez así lo atestigua, con unas Meninas que se deslizan hacia dos bufones o ese Inocencio X de la Doria Pamphili dispuesto en una sala abigarrada mármoles, rejas y dorados que le confieren un cierto aire kitsch. Un enorme cartel de Cuarte de Huerva contrasta con el paisaje desértico donde se sitúa. Arquitecto de formación, ha evolucionado de la fotografía que gira alrededor de la arquitectura y el urbanismo hacia otra de múltiples miradas que ineludiblemente nos implica. Parece querer decir con sus fotografías que delante de nosotros hay una realidad compleja que nos desborda y confunde.


Sergio Belinchón se ha preocupado por los temas de la ciudad como huella del hombre, el paso del tiempo y la idea de viaje. En la exposición se muestra una selección de fotografías de un vieja en vespa desde su Valencia natal a Berlín, donde reside. La vespa, dada su velocidad moderada de 50 km/h le permitió observar los paisajes y las diversas huellas humanas como para detenerse y fotografiar aquellas cosas que le llamaban la atención, casas, lagos, vagones de tren abandonados.


Tal vez las fotografías que mejor plasman la idea del viaje sean aquellas cinco en las que se refleja la secuencia que describe un descanso y aparecen objetos que parece imposible que quepan en la vespa del largo viaje hacia Berlín. Alicia Framis, que reside desde 2005 en Shanghai para ver la transformación de la China actual, es una artista “con vocación de totalidad” en palabras de Juan Manuel Bonet, uno de los seis que escriben o comentan a los artistas en el catálogo. Se trata de una artista preocupada por lo que acontece, por los problemas de crecimiento de la población, por la arquitectura.

Hacia la atávica pintura


Alicia Framis quiere subvertir la noción de artista al uso y prefiere plantear que el mundo podría ser diferente. En la exposición plantea una serie de habitáculos para el hombre, un hombre que aparece minúsculo junto a arquitecturas que recuerdan objetos cotidianos, enormes tazas o formas orgánicas que nos llevan a pensar un mundo mejor, la casa como pertenencia, unas arquitecturas de avanzado diseño frente a la soledad, el desarraigo, la aglomeración de esa China en transformación.


Juan de Sande es el artista más barroco de los cinco. Preocupado anteriormente por el urbanismo, por los rascacielos, presenta aquí unos bodegones en los que escenografías de sillas y sillones confieren un gran efecto plástico. Otras veces los objetos o muebles abandonados en una estancia logran los mismos efectos. Extraña la presencia de un paisaje con un río en medio de unas rocas y unos arbustos, a no ser que también contenga una intención barroquizante.


Por último cabe destacar la presencia de Christophe Prat como el único seleccionado que se expresa a través de la atávica pintura. Se expresa a través de campos de color con recuerdos de Mondrian, de Rothko, de un Iturralde en cuanto a la pintura difuminada y también de Flavin en cuanto a los efectos de las luces de neón logrados aquí con pintura. Una pintura llena de luz, un pintura que nos lleva a pensar que se pinta el alma y el espíritu. Una pintura que nos lleva a pensar no desaparecerá nunca.