"Si es que con este tío es fácil entenderse, en cuanto empieza a cantar te suena todo. Lo que cuenta son cosas que nos pasan a todos, ¿sabes? Lo dice bonito, pero no rebuscado, eso me gusta". "A mí me encanta 'Soldadito marinero', hasta que no la toque no me quedo tranquila". Juan y Marta Isabel, una pareja que asistió anoche al concierto de Fito y Fitipaldis, externaban con salero el sentir de la gran parte de los congregados, que en número cercano a siete mil llenaron las expectativas de los promotores. Aunque los fans mentados estaban en las afueras del pabellón Príncipe Felipe a las 19.30, el frío hizo que la llegada del público fuera tardía, como ocurrió con Bunbury hace dos semanas.

Da igual, por cierto, que el concierto fuera el mismo de hace once meses: Fito atrae al personal, aquí y en la aldea más perdida de las Alpujarras. Su gira ha sido un gozar y no parar: enfila los dos bolos epilogales en su querido Bilbao (día 23) y Madrid (30).

La Cabra Mecánica supo llevar con gallardía su papel de teloneros. Lichis es un tío con gracia y deja claro en escena que se lo está pasando bomba en este año a la vera de Fito, que sirve como despedida de la Cabra y trampolín de ánimo para su nuevo proyecto, Troublemakers Blues Review (que ya ha debutado en Zaragoza, hace unos meses). Cuando sonó 'La cesta de la compra', que en estudio cantara con María Jiménez, todo el mundo se puso a bailar.

Hacia las 22.00, puntual como un suizo embutido en un genoma vasco, apareció el hombre de las patillas flotantes, con 'Antes de que cuente diez' como tema de arranque. Y Fito no rebla cuando enciende la mecha...