FOLCLORE

Ángel Sola, el mejor bandurrista de la Historia

El estudioso Fernando Cobos ha publicado una biografía sobre Ángel Sola, un músico aragonés a caballo de los siglos XIX y XX, uno de los 'padres' de la jota aragonesa tal y como la conocemos hoy. Con ello, rescata del olvido al que Bretón consideró "el Sarasate de la bandurria"..

Ángel Sola, el cantador el Niño Moreno y Santiago Lapuente, en 1896.
Ángel Sola, el mejor bandurrista de la Historia

En el cálido verano de 1886, un hombre llamado Santiago Lapuente llegó a Salillas de Aragón para comprar trigo. Lapuente, aparte de su oficio, empleaba todo su tiempo libre en un proyecto personal en el que trabajaba de forma obsesiva. Y por eso, en cuanto pudo, preguntó a un vecino: "Oiga, aquí en Salillas... ¿quién canta la jota?". Le dieron señas de varios cantadores, pero también le dijeron algo que le intrigó: "Aquí la figura es en realidad el secretario del Ayuntamiento, que toca muy bien la bandurria".

Así se conocieron Santiago Lapuente y Ángel Sola, y el folclore aragonés ya no fue el mismo. Lo acaba de estudiar ahora Fernando Cobos Sancho, que ha publicado la biografía 'Ángel Sola. El gran bandurrista de la jota, 1859-1910'. Sola, un gran olvidado, está ya en el lugar que verdaderamente le corresponde.

"Lapuente fue el gran maestro, el recopilador, el que recorrió Aragón recogiendo los estilos que cantaba el pueblo -asegura-. Y Sola fue el gran maestro de las variaciones musicales. Cada uno, por separado, era una gran figura del folclore aragonés. Pero juntos fueron mucho más. La jota aragonesa no sería hoy lo que es sin ellos". Y es que hasta finales del siglo XIX la jota era mal vista por las élites sociales y culturales. Se la consideraba como algo bajo, ordinario. Sola y Lapuente no solo recopilaron lo que se cantaba entonces en Aragón, sino que lo llevaron a los salones elegantes y a las fiestas de la alta sociedad.

Llevaron la jota hasta el mismísimo Palacio Real. Un día, cuando actuaban para la infanta Isabel en sus habitaciones privadas, les escuchó la Reina que, embelesada, les regaló un retrato dedicado.

Las rondallas, sin bandurria

"Sola nació en Salillas. Era un chaval avispado que debió tener cierta formación musical temprana, porque muy pronto empezó a ser el sustituto del organista, y consta que arreglaba y afinaba el órgano, lo que requiere conocimientos especializados -relata Fernando Cobos-. Marchó a Zaragoza para prepararse las oposiciones a secretario municipal, y en la capital aragonesa entró en contacto con las primeras orquestas de cuerda de la ciudad".

Por sorprendente que parezca, a finales del siglo XIX la bandurria no estaba relacionada con la jota. La que entonces se entendía como una rondalla tradicional aragonesa estaba formada por instrumentistas de guitarra, guitarrico, requinto y pandereta.

Pero las orquestas de baile poco a poco empezaron a introducir la jota aragonesa en su repertorio, y los instrumentistas muy a menudo trabajaban tanto en la ronda como en la orquesta. Así que el hecho de que la bandurria acabara dando 'el salto' estaba servido, para desespero de los puristas: en las bases de algunos certámenes de jota se prohibió expresamente ese instrumento.

Se sabe que Ángel Sola era miembro de la rondalla de José Orós, que era una orquesta de cuerda. Y, después de conocer a Lapuente, ambos empezaron a hacer actuaciones juntos a título más o menos privado.

Y, en este contexto, se produjo un hecho clave: la llegada de Bretón a Zaragoza en 1893. Quería conocer mejor la música aragonesa porque acariciaba la idea de ponerle música a 'La Dolores', hasta ese momento una exitosa obra teatral, para convertirla en ópera. Ante él tocaron las mejores rondallas del momento, pero alguien le susurró al oído: "Maestro, en la jota hay más y mejor de lo que usted está viendo".

El encuentro definitivo se produjo en un domicilio particular: apenas una docena de personas entre amigos y periodistas. "Bretón quedó impresionado-asegura Fernando Cobos-, y empezó a hablar maravillas de la jota, que entonces se veía casi como un canto de gente joven con dos tragos encima. Hasta ese momento era impensable que aquello pudiera llegar a los teatros". Y llegó, vaya si llegó.

La Fiesta de la Jota en Madrid

Ese mismo año Sola ganó el Certamen Oficial, y al siguiente se celebró en el Hotel Inglés de Madrid la famosísima 'Fiesta a la Jota', organizada por los periodistas aragoneses en la capital, Cavia, Blasco...

"Lo que empezó siendo una fiesta privada acabó concitando a todo el mundo, ayuntamientos, empresarios, nobleza... La fiesta tuvo un impacto tremendo, hasta el punto de que algunos periódicos de Madrid le dedicaron la portada completa. Aquella noche fue tratada como la presentación de la 'nueva' jota".

Lapuente y Sola empezaron a recorrer los principales salones de España, acompañados de cantadores como el Niño Moreno, Inocencia Sebastián o Juanito Pardo. Y en 1895 ambos, junto al maestro José María Alvira, publicaron el primer gran cancionero de la jota aragonesa, en el que se recogían 22 estilos diferentes y 38 variaciones de la jota, junto a la letra de más de un centenar de cantares.

"No tengo muy claro que Sola fuera un simple recopilador, como se le valora habitualmente. Yo creo que más bien 'adornó' los estilos originales -apunta Fernando Cobos-. Y seguramente otras variaciones las creó él. Lo que está claro es que las jotas que se incluyeron en el cancionero eran las más populares de su tiempo. Y Aragón las toca hoy como las plasmó Sola".

Sola murió el 19 de marzo de 1910 y muy pronto cayó en el olvido. Incluso su nombre desapareció de la portada de las reediciones de su cancionero, realizadas mientras Lapuente formaba a varias generaciones de cantadores, hoy todos históricos. Cayó en un olvido espeso, del que lo ha recuperado Fernando Cobos.

"Tuvo cuatro hijas y un hijo, pero no tuvo nietos y, quizá en parte por eso, su figura se ha ido difuminando. De hecho, en su época todos los aplausos eran para él, más que para Lapuente, al que Bretón definió simplemente como 'el mejor acompañante que podía soñar el más exigente de los bandurristas'. Sola era otra cosa. Era 'el Sarasate de la bandurria'.