CURSA UN MÁSTER EN ITALIA

Sara toca el piano (y el cielo veneciano)

Sara Cavero lleva dos años cursando en Venecia un máster, gracias a una beca de Ibercaja y el Gobierno de Aragón, y para el que ya prepara su tesis y concierto final.

Sara Cayero, inseparable de su piano. En Zaragoza o en Venecia, su último destino.
Sara toca el piano (y el cielo veneciano)
S. C.

Empezó a darle a la tecla de pequeña y, a los 10 años, fue admitida en el Conservatorio de Zaragoza, donde terminó el ciclo superior de Piano. Entonces, se plantó y se dijo: "O me compro un piano de cola o salgo fuera". Y el piano de cola tendrá que esperar... Por lo menos, hasta que acabe el máster que lleva dos años cursando en Venecia, gracias a una beca de Ibercaja y el Gobierno de Aragón, y para el que ya prepara su tesis y concierto final.

Pero, antes del fin de fiesta, ha tenido una oportunidad que nunca creyó posible: tocar en La Fenice, el más antiguo y famoso de los teatros venecianos, donde Verdi o Rossini acostumbraban a estrenar sus óperas. "Ha sido una experiencia increíble -recuerda Sara-. Era la primera vez que tocaba con orquesta y en un lugar tan importante, con una actividad concertística impresionante".

Desde el pasado día 8, el nombre de Sara es uno más a añadir a la larga lista de músicos que han dejado su impronta en el templo veneciano. Y todo gracias a un concurso del conservatorio de la ciudad. "Querían hacer un recital por el bicentenario del nacimiento de Schumann y Chopin, con solistas y la orquesta del conservatorio, para darnos a conocer. Los estudiantes pasamos por una audición y un jurado seleccionó a los cuatro que finalmente tocamos", informa.

Una oportunidad para interpretar piezas menos conocidas de los geniales compositores y un reto para Sara, a la que, sin embargo, no le impuso demasiado el escenario. "Cuesta mucho llegar a tener una ocasión así. Por eso, hay que estar siempre preparado. Las oportunidades surgen de un día para otro y hay que estudiar mucho por tu cuenta para estar al nivel en el momento oportuno", opina.

Reconoce que la carrera de piano es exigente, pero no se amilana. No quiero centrarse en ser solista, y ya ha creado un dúo de música de cámara para ampliar sus registros. También ha actuado acompañando a cantantes, con óperas y arias de Verdi, en conciertos muy especiales donde explicaban al público qué es lo que pasaba en cada una de esas piezas. "Tengo varios repertorios en la cabeza? y en las manos, claro. En febrero tengo el recital de fin de carrera y estoy mirando composiciones de Haendel, Brahms? No me decido".

Al otro lado del teléfono, de vez en cuando, se les escapa un 'alora'. "Es normal, llevo aquí dos años", se justifica. Y aún no está harta de pasta y pizza -"se hace rápido", bromea-, pero sí echa de menos Zaragoza. Con tanta actividad, en verano solo pudo escaparse cinco días. "Pero sigo en contacto con mi gente, y con mis maestros, como Pilar Armijo o Iván Cítera, que son dos grandes apoyos y me aconsejan bien".

Durante los años que pasó aquí, tocó en muy distintos escenarios, como el Palacio de Sástago, en la CAI o el Centro Universidad. Casi siempre, en ciclos de jóvenes intérpretes, lo que no quiere decir que no fuera profesional. "Nunca se dejan de aprender cosas. Cuando tú eres profesional, tu concierto nunca será amateur", deja claro. A sus 26 años, piensa en el retorno. Y, como bien dice, en "tocar, tocar y tocar". "En Zaragoza tenemos grandes oportunidades y también se puede disfrutar de grandes artistas gracias al Auditorio. Lo importante es hacer afición. Yo he llegado a ver a gente entre el público con partituras en la mano. Y es que los asiduos al conservatorio somos un poco friquis", concluye.