LES LUTHIERS

"Le prometimos al Rey un Mastropiero"

El quinteto argentino regresa a Zaragoza con una parodia de los Óscar como elemento vertebrador de su espectáculo. La cita es en el Auditorio, donde atracan diez días.

Carlos Núñez (arriba a la derecha), con el resto del quinteto.
"Le prometimos al Rey un Mastropiero"
HERALDO

"¿Quieres hacer la nota ya, no, cierto? Voy buscando una callecita apartada y tranquila, así podemos charlar". Al otro lado del teléfono Carlos Núñez, uno de los 'luterianos', que contesta la entrevista mientras se acerca a la plaza de Cataluña de Barcelona en busca de un restaurante.


"La noche anterior nos vinieron a ver los Tricicle, somos muy amigos, nos admiramos mutuamente. Luego nos invitaron a cenar a su casa y fue una noche muy agradable, mágica diría", explica antes de entrar en materia. Quienes comulgan con su humor hubieran pagado por poder espiarlos por un agujero.


Vuelven a Zaragoza cuatro años después con 'Los Premios Mastropiero', ¿no es casi una parodia de ustedes mismos, teniendo en cuenta su nómina de galardones?

Uno de los últimos que logramos fue justamente el que nos dio el Rey de España, la Encomienda de Número de la Orden de Isabel la Católica. La vicepresidenta del Gobierno viajó a Buenos Aires para entregárnoslo y en nuestro discurso le prometimos al Rey de España que si él nos condecoraba a nosotros, le corresponderíamos con uno de los Mastropiero. Fue el chiste de la ceremonia y un intercambio justo, por otra parte.


En esta caricatura de los Óscar la televisión sale algo mal parada, el premio al programa más original se queda desierto y tienen su propio 'reality show' con cuatro monjas. ¿No hay nada en la pequeña pantalla que les guste a Les Luthiers?

Hay más programas malos en la televisión que buenos. Lo que pasa es que ha sido invadida por nefastos programas que apelan a las cositas más bajas e infelices del hombre, tipo Gran Hermano. Los que valen la pena son la excepción.


¿Hay algo que se escape a la ironía de Les Luthiers?

Hay ciertos temas con los cuales no nos sale hace humor, como el sufrimiento humano. Tú no puedes hacer chistes sobre el holocausto, es algo inconcebible de concebir y si hay alguien que le puede encontrar una chispa a una cuestión como esta, está enfermo. Tampoco nos va el humor coyuntural o de actualidad, bromear con la última pavada que dijo el ministro de Economía no nos sale. Nos gusta más el humor intemporal, universal, ese que se disfruta en todo el mundo por igual.


Con el 'corralito' en carne propia y la que nos está cayendo encima ¿tampoco se han atrevido con la crisis?

Este tipo de temas se agotan rápidamente en el tiempo y en el espacio. Lo que nos gusta es venir a España con un espectáculo que estrenamos hace cinco años en Buenos Aires y que es recibido aquí con tanta fruición y gracia como el primer día.


Cumplen 43 años en los escenarios, algún secreto tienen que tener, aunque no sea la viagra...

Nada de fármacos, solo es la suma de una serie de cosas que fueron mudando a lo largo del tiempo. El éxito del trabajo teatral ha sido un factor de cohesión muy fuerte. Disfrutamos muchísimo con nuestras obras, con la música, con la actuación y trabajamos con un material noble, ya que nuestros guiones tienen que ver siempre con los compositores y los géneros musicales. Naturalmente existen los roces y las dificultades de una convivencia tan prolongada en el tiempo. Pero hemos crecido todos parejamente, en el fondo somos buenos tipos y eso nos ha ayudado mucho a seguir juntos en este proyecto tan delicioso' y no dar un portazo y mandarle a mudar.


No falta uno de sus infalibles instrumentos informales, el nuevo alambique encantador ¿no se les agota la imaginación?

Tenemos un taller de Buenos Aires y una persona encargada de eso, Hugo Domínguez, que muy a menudo trae nuevas ideas. Tiene cuerda para rato, como dicen por aquí. La gente disfruta muchísimo con el alambique encantador, hecho con copas y botellas sonoras y que se interpreta por tres personas a la vez.


¿Tenemos Les Luthiers para rato?

Yo no te diría otros 43 años, pero claro que sí. Este trabajo es algo que le agradezco a la vida, la gente me quiere por lo que hago y eso es una bienaventuranza.


¿Cuándo descansan los unos de los otros?

Nada más bajarnos del escenario, después de tantos años uno busca sus afectos, su ocio y ese tipo de cosas fuera del área de trabajo. A vos no se te ocurriría hacer un pic-nic dentro de la redacción de vuestro periódico, ¿saldrías de allí, no? Pues lo mismo.