ARTESANÍA

La riqueza creativa de la artesanía joyera de Aragón embellece Zaragoza

Una selección de exquisitas piezas de varios talleres se puede visitar en el antiguo matadero de la ciudad. Los diseñadores ponen a la venta estos días artículos muy variados en la plaza de los Sitios.

Aline Désir trabaja con vídrio.
La riqueza creativa de la artesanía joyera de Aragón embellece Zaragoza

"Zaragoza tiene un mercado que valora mucho la artesanía, algo semejante solo se da en el País Vasco. Tienen el chip de que si algo está hecho a mano no es como algo de Tous, que lo tiene todo el mundo. Aquí hay gente especial que busca cosas especiales". Lo dice Pablo Andrés Caporali, que vino de Argentina con sus padres y se quedó en Binéfar, donde aprendió con un artesano a hacer joyas de madera de ébano y plata.


Ahora regenta un taller llamado Joyas Silvestres y pertenece a la Asociación Profesional de Artesanos de Aragón, que ha organizado en Zaragoza una exposición donde los artistas-artesanos especializados en joyería, bisutería y orfebrería muestran alrededor de un centenar de sus obras. Además, quienes estos días acudan a la capital aragonesa por las fiestas del Pilar, tendrán la oportunidad de conocerlos en persona y comprar alguna de sus creaciones en los puestos instalados en la plaza de los Sitios. Es como para no perdérselo.


El diseño, lo primero

Por fortuna, entre los 14 talleres reunidos hay una enorme, fascinante y atractiva variedad tanto en los materiales utilizados (desde plata, oro y piedras preciosas a cuero, resinas sintéticas, perlas o madera) como en las técnicas y -por supuesto- en el diseño.


"El diseño es lo primero, todo te entra por el ojo. Si luego el precio se va de tu presupuesto, ya te echarás atrás", comenta una señora mientras se prueba unos bellos pendientes de cristal multicolor y plata en el puesto de Aline Désir, una zaragozana que estudió Gemología, especializándose en diamantes, pero encontró su camino creativo en Alemania e Italia, trabajando el vidrio con soplete.


"Me costó encontrar la línea, al principio creí que me había equivocado, fue costoso que reconocieran mi trabajo", cuenta Aline, pero agrega sonriente: "Ahora tengo mis fans". De sus manos han salido finos collares de cuentas embellecidas con filigrana... pero también sencillos colgantes ¡para perros! "Tengo el taller en la calle San Miguel y la gente me encarga cosas", aclara. Una de ellas fue una placa de identificación con el nombre de un perro y el teléfono del dueño, por si el animal se perdía.


Ella no es la única que acepta peticiones especiales, aunque la mayor parte de los artículos que venden estos artesanos sean creaciones hechas a su aire, originales, con inspiración diversa y a veces muy aragonesa. Pablo Andrés Caporali, por ejemplo, diseñó toda una serie de sofisticadas joyas "inspiradas en el secano, con paisajes semidesértico y cielos con muchas estrellas". En su catálogo hay insólitos anillos-colgante y piezas de 'mokume gane', técnica japonesa que imita la veta de la madera pero con metales. "Se usaba para hacer las empuñaduras de las espadas de los samurais", dice.


La mexicana Claudia Castillo y su marido (de Utebo, donde tienen su taller A Mano), toman de la naturaleza formas de insectos, además de materiales como el azabache, el ámbar e incluso fósiles auténticos. Pero también hacen "piezas inspiradas en pinturas de Goya o en esculturas de Gargallo, sin otra pretensión que rendir un humilde homenaje a estos maestros", precisa Castillo. Y muestra un broche de plata que replica las figuras del famoso cuadro 'Duelo a garrotazos'.


Música para vestir

En el puesto de Claudia Castillo se puede ver también un pequeño violín de plata "hecho pieza a pieza, y luego soldándolas. Se construye como los luthiers con los de verdad", subraya. Curiosamente, no es ese el único parentesco de la artesanía joyera con la tarea de quienes fabrican instrumentos musicales: el ébano que emplea Caporali es madera sobrante de la utilizada para los trastes de instrumentos de cuerda. "Es madera reciclada de luthiers, porque el ébano en piezas grandes es muy caro, unos 2.000 euros el kilo, así que usamos los restos de hacer violines o guitarras", detalla.


Aunque no solo de materias naturales se nutren los artesanos. Karina Gajón, que estudió en la Escuela de Artes de Zaragoza, encontró en las resinas sintéticas un vehículo idóneo para sus diseños, llenos de color. "A la gente le gusta que sea original y ligero", comenta la zaragozana, que exportata sus creaciones desde Cadrete a La Rioja, Cataluña, Galicia, Valencia, Murcia y Andalucía. "Hay mucha competencia, pero se valora el diseño y el buen precio", asegura Gajón, que trata de "estar un poco al loro del mundo de la moda".


Todos ellos dan fe de que la artesanía de la joyería y la bisutería no solo goza de muy buena salud en Aragón, sino de que además es un elemento a tener en cuenta para mantener una actividad económica rentable sin tener que abandonar las pequeñas poblaciones.