PEPE CERDÁ

''Pinto porque no sé hacer otra cosa''

"Uso los mismos instrumentos: potingues, pelos y palos. En esencia, siento lo mismo que un romano de mi edad sentía o padecía" dice el pintor aragonés.

Pepe Cerdá, en un rincón del alma de su estudio.
¿Pinto porque no sé hacer otra cosa¿
OLIVER DUCH

Pintor, ¡pinta y calla!

Pinto, pero no callo.


Pintor, ¡pinta y calla!

Ese es el título de un blog que tengo abierto desde hace seis años. Repito: pinto, pero no callo.


Sobre los pintores suelen hablar los demás, los críticos.

Incluso hay una carrera para explicar lo pintado, Historia del Arte. Yo tengo el vicio de preguntarme y responderme. Luego, lo escribo.


¿Cómo nace un pintor?

No me empeñé en serlo. Este oficio es vocación. Pinto de un modo natural, del mismo modo que los gusanos segregan seda, lenta e ininterrumpidamente. Así se aprenden las cosas importantes, los oficios de verdad, haciéndolos, queriéndolos, amándolos.


Hacer lo que uno quiere; querer lo que uno hace: parece lo mismo, pero no es igual.

Desde el siglo XIX se ha extendido la tendencia de la ‘titulitis’, todavía más devastadora en el siglo XX. Se ha subestimado al artesano, al artista de verdad, concediendo unos títulos universitarios que no valen para nada. Un título universitario no quiere decir que sepas pintar, escribir, diseñar, etcétera. Uno demuestra lo que es cuando plasma su capacidad, cuando es capaz de crear arte o de desarrollar una labor.


O sea, ¿un inútil con un título sigue siendo un inútil?

Por supuesto: tendrá un título, pero seguirá siendo un inútil.


Pero no me dirá que las orlas no quedan guapas en la pared.

No valen para nada. Lo que valen son las obras.


Usted es hijo de un artista.

En la España en que yo nací había un montón de profesionales que se dedicaban a la pintura. En Zaragoza, al menos 40 o 50 ilustradores, artistas que pintaban, que rotulaban, lo que ahora hacen los ordenadores copiando y pegando. Todos estos ilustradores, como los dibujantes de los tebeos, no existen para esa asignatura de la que antes hablábamos.


Historia del Arte.

Para los académicos, el artista es un ser atormentado que de vez en cuando desvaría y sorprende con un cuadro de difícil comprensión.


¿Se pinta por placer o necesidad?

Es algo importante, trascendente, vital. El primer hombre que existió y del que tenemos constancia, lo fue porque fue capaz de figurarlo: fijarse, acordarse y llegar a la cueva en la que moraba y pintarlo. Es una actividad esencial en el ser humano, como escribir o hablar. Miles de años después, yo me dedico a lo mismo que ese homínido.


Pero se ha descrito una evolución en el tiempo.

Hay que precisar, relativizar esa afirmación.


Relativice.

Uso los mismos instrumentos: potingues, pelos y palos. En esencia, siento lo mismo que un romano de mi edad sentía o padecía.


¿Y el largo viaje del arte hacia la abstracción?

Son distintas formas, distintas etapas, de una misma emoción. Tampoco incido demasiado en esa cuestión. Me considero un pintor a secas, un pintor que pinta porque no sabe hacer otra cosa, una persona que intenta traducir con la ayuda de grasa coloreada cualquier cosa vista o soñada.


¿En serio pinta porque no se siente capaz para nada más?

Elegí uno de los escasos caminos en los

que no se aprecia mi ineptitud. Es un compromiso.


Su última exposición en La Lonja constituyó todo un éxito.

Fueron 60.000 personas en un solo mes. Esto es, una de las más visitadas de La Lonja. Antes, hace ya mucho tiempo, gané el Premio Nacional de Dibujo Joven. También residí en Madrid y en París.


Ahora disfruta de la calma de Villamayor.

Vivo en Villamayor, pero no en calma. La calma me produce terror, igual que la actividad genera estrés. Prefiero ser un recién llegado o estar a punto de marcharme. Por eso viajo tanto.


Acabo de leer su blog. Le veo muy crítico.

Sigo sin entender cómo puede gobernar este barco gente que no tiene ni idea de casi nada, dirigentes insustanciales, con tan poca capacidad de respuesta, con tan poca capacidad de tomar decisiones. Los periodistas también tienen la culpa, por no zurrar como deben.