SOPLADO DE ViDRIO

Unos matraces muy artesanos y artísticos

En España solo hay 16 sopladores de vidrio científico al soplete, y dos de ellos pertenecen a este servicio de la Universidad de Zaragoza, que atiende también a otros centros académicos y pequeñas empresas. Por sus manos pasan al año alrededor de 7.500 piezas.

Javier Pérez hace una demostración de soplado de vidrio en el taller del servicio universitario.
Unos matraces muy artesanos y artísticos
ESTHER CASAS

Una copa de vidrio para recoger muestras, sujeta con dos roscas, que dispone de nueve entradas con soldadura triple y un serpentín con dos tubos internos. Un complejo instrumental que se utiliza en el departamento de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza y una singular obra de arte que le ha dado más de un quebradero de cabeza a su autor, Javier Pérez, uno de los dos técnicos especialistas, junto a Arturo Laguarta, del servicio de soplado de vidrio de la institución académica.


En el taller, al más puro estilo tradicional, de unos 77 metros cuadrados, que se encuentra en la Facultad de Químicas, se fabrican y reparan todo tipo de útiles de vidrio o cuarzo que se necesitan en los laboratorios. Se diseñan también nuevas herramientas de trabajo inexistentes en el mercado, como esa copa de vidrio que Javier Pérez guarda como oro en paño y tras la que hay, ya con el modelo aprendido y la experiencia adquirida, quince horas de dedicación.


Por las manos de estos dos expertos pasan alrededor de 7.500 piezas al año, además de aquellas que se compran y modifican según las necesidades de los investigadores. Atienden también a otros centros universitarios y a laboratorios de empresas privadas. Estos días, por ejemplo, están preparando un presupuesto para un centro de investigación de Braga (Portugal) que les ha solicitado unos soportes para muestras que permiten trabajar hasta con once al mismo tiempo. El prestigio del servicio llega lejos y han recibido la visita de un técnico de la universidad italiana Ca'foscari de Venecia, que se ha familiarizado con sus técnicas y secretos.


¿Cuánto tiene su labor de artística? "Además de puramente artesanal, tiene que ser un arte por obligación, porque trabajamos con un material como el vidrio o el cuarzo y con nuestras manos, y somos capaces de crear desde un caballito con alas a una probeta o un reactor con triple encamisado", defiende Javier Pérez.


En las estanterías se guardan diseños que no desentonarían en una feria, como esas narices de vidrio ingeniadas para estudiar la aromaterapia del vino.


El más joven de España

A sus 38 años, Javier Pérez puede presumir de ser el soplador de vidrio científico más joven de España. Hay 16, en las universidades de Alcalá de Henares, Santiago de Compostela, Alicante, la Complutense de Madrid, la Autónoma de Barcelona, Granada, Málaga y Cádiz. Tiene un título del Instituto Nacional de Empleo (Inem) de la casa de oficios de la localidad zaragozana de Alfamén. La manufactura del vidrio es, precisamente, uno de los testimonios más sobresalientes de la tradición musulmana en esta población, y una de las tareas en la que sus habitantes eran especialmente diestros.


Su incorporación al servicio universitario fue pura casualidad. Nunca lo olvidará, porque se incorporó el mismo día de su cumpleaños, en febrero de 1993. "Me contrataron dos meses porque querían un refuerzo para atender un pedido de 2.000 piezas para una empresa privada dedicada a medir la contaminación de los ríos; después continué y, al final, salió la plaza", cuenta sobre sus comienzos. Iba para electrónico, como dice él, pero está encantado con este oficio. La terminología que utiliza al hablar de los aparatos es propia de cualquier científico y, asegura que "la he ido adquiriendo con el tiempo, a través del trato con los investigadores". Es un tópico cierto que "detrás de todo buen investigador hay un buen soplador de vidrio".


El colectivo tiene sus reivindicaciones. "Existe una titulación específica, que equivale a un grado superior, pero no se imparte en ningún sitio y estamos reclamando que se nos reconozca este título", explica Javier Pérez. Opina que en la Universidad de Zaragoza debería crearse una beca de formación "para enseñar el oficio, que requiere mucho tiempo".


Cómo levantar una "bola"

En unos minutos Javier Pérez se pone manos a la obra para hacer una pequeña demostración. Primero se le administra el "estirón" al tubo de vidrio en el torno, para darle forma y preparar la ampolla que luego se maneja con el soplete y la ayuda de alguna espátula para abrir la boca y poder soplar. "A partir de allí se pueden realizar las modificaciones que quieras, soldar varillas, reducir, ampliar...", continúa este especialista, que hace así un resumen rápido.


Para levantar una "bola" del tamaño de la de esta pequeña exhibición ha necesitado "12 años de experiencia y todavía me faltan otros 15 años o más, porque sé hacer bien según qué cosas, pero hay gente con más de 50 años de oficio que te supera con creces". A Javier Pérez también se le puede ver participando en mercados de oficios perdidos.