FOTOPERIODISMO

Gervasio Sánchez: "La única verdad incuestionable de la guerra son las víctimas"

El fotoperiodista ha presentado en Santander una exposición sobre el conflicto armado en Sierra Leona, uno de los trabajos que más ha marcado su vida. Allí vivió el momento más duro de su vida profesional: la muerte del periodista Miguel Gil en una emboscada.

El fotoperiodista Gervasio Sánchez, en la redacción de HERALDO DE ARAGÓN.
Gervasio Sánchez: "La única verdad incuestionable de la guerra son las víctimas"
OLIVER DUCH

El fotoperiodista Gervasio Sánchez cree que "la única verdad incuestionable" de las guerras son sus víctimas, las que sufren los efectos devastadores de los conflictos pero también de la paz, porque las guerras, a su juicio, nunca acaban.


"Cuanto más cerca estás de las víctimas, más cerca estás de le verdad", ha dicho el fotógrafo cordobés durante la inauguración, en el Centro de Documentación de la Imagen de Santander, de la muestra de uno de los trabajos que más ha marcado su vida profesional, "Sierra Leona, guerra y paz".


Gervasio Sánchez, que este lunes recibió el Premio Nacional de Fotografía de 2009, muestra las imágenes que captó en el país africano antes y después del conflicto que asoló el país.


La exposición se muestra en Santander por iniciativa de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, donde su autor imparte un curso esta semana sobre los conflictos olvidados.


En su opinión, seguir adelante después de una guerra a veces es más difícil que vivirla. "Que alguien haya pitado el final no quiere decir que haya acabado", ha afirmado.


En ese 'después' se centra el trabajo que ahora tiene entre manos, que le ha llevado a viajar a seis países del centro y el sur de América, a Bosnia, Irak y Camboya y que tendrá su "epílogo" en España y los desaparecidos de la Guerra Civil. Las imágenes, ha adelantado, se expondrán el año próximo en Madrid.


Gervasio Sánchez viajó por primera vez como profesional a Sierra Leona en 1999, en "un momento trágico", después de que la guerrilla tomara la capital, Freetown. En apenas dos semanas habían muerto 7.000 personas y los desplazados superaban el millón.


La guerrilla utilizaba la mutilación como arma, sin reparar en si sus víctimas eran mujeres, niños o bebes de meses, una barbarie de la que dan testimonio las imágenes de la exposición.


Pero mientras Sánchez era testigo de la brutalidad y el drama, la guerra apenas interesaba a los medios de comunicación porque en ese momento estaban ocupados informando de las "curiosas relaciones" entre el entonces presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y la becaria Monica Lewinsky, ha recordado.


En su regreso en 2000, ha relatado, fue testigo de la muerte de uno de sus mejores amigos, Miguel Gil, que cayó en una emboscada y al que años después dedicó un libro homenaje junto a Manuel Leguineche. Fue, ha confesado, el momento más duro de su vida profesional.


El fotoperiodista cordobés siempre vuelve a aquellos países donde ha documentado con su cámara un conflicto pero mostrar la paz y eso hizo en Sierra Leona, donde en uno de esos regresos conoció al misionero Chema Caballero, cuyos textos forman también parte de la exposición.


Caballero dirigía un centro de rehabilitación para niños soldados, otros de los grandes protagonistas de sus imágenes, niños acostumbrados a violar, mutilar y asesinar bajo los efectos de las drogas y la manipulación.


El misionero, que llevaba diez años en el país y trabajaba junto a un equipo local, consiguió rehabilitar a 3.000 y Sánchez retrató a unos ochenta entre la sorpresa de encontrarse ante niños con aspecto de "no haber roto nunca un plato" y un historial bélico impresionante.