Recién llegada de Praga y Lisboa, y a punto de salir hacia Barcelona, donde tiene previsto actuar mañana, Amparo Sánchez recala hoy en Graus (22.30) convertida en una artista nueva, alejada de la estética y los ritmos de Amparanoia, el grupo que la dio a conocer.

Ahora se presenta con su nombre y apellido y un disco bajo el brazo, ‘Tucson-Habana’, que es algo más que su último trabajo.

Es mi disco más íntimo y personal y por eso tenía que firmarlo con mi nombre, porque es el más autobiográfico de todos mis trabajos. Es una apuesta nueva, un viaje musical con el que he disfrutado y estoy disfrutando mucho.

Empezó en Tucson, en 2007.

Más bien fue en 2006, cuando comencé a escribir las primeras canciones. Todavía estaba en Amparanoia pero sabía que esas letras tenían que esperar para ver la luz. Luego llegaron mis compañeros de Calexico y me invitaron a ir a Tucson para grabar la primera parte. Pero antes me dio tiempo a cerrar mi anterior etapa, doce años buenísimos. Lo dejé porque sentí que esa etapa estaba llegando a su final y en 2009 concluyó la grabación.

Esta vez en La Habana.

En los estudios Egrem, todo un lujo para un artista, porque son los más míticos de La Habana, por donde ha pasado todo el mundo, desde Nat King Cole, Silvio Rodríguez, o Pablo Milanés.

Para lujo la colaboración con la artista cubana Omara Portuondo.

Cuando yo llegué a La Habana, en el estudio me preguntaron si quería grabar con algún músico local y les dije que quería terminar con los mismos músicos que había empezado en México. Les propuse contar con la participación de la cantante Omara Portuondo y ella escuchó ‘La parrandita de las santas’ y aceptó encantada.

Todo un privilegio en estos tiempos y con una producción totalmente independiente.

Es duro, pero muy gratificante, porque sin intermediarios ofreces al público un trabajo más sincero. Yo amo la libertad y la independencia, y en estos momentos nadie me dice lo que tengo que hacer. Solo dependo de un equipo que confía en mi y yo en ellos.