CLÁSICOS ARAGONESES

Luzán, el ilustrado de Zaragoza

PUZ/Larumbe continúa con la recuperación de la obra del autor de la ¿poética¿.

Una de las clásicas y evocadoras instantáneas de Eugene Atget, tomada en París a orillas del río Sena.
Luzán, el ilustrado de Zaragoza

El río Sena, menos caudaloso que el Ebro aunque más navegable… llamóse Lutetia por el lodo de su territorio”. Así principia Luzán sus ‘Memorias de París’. Ignacio de Luzán (Zaragoza 1702-Madrid 1754), autor de la famosa ‘Poética’, impresa en Zaragoza en 1737, comparte la modesta primacía de la Ilustración española en el siglo XVIII, con Feijóo, Cadalso y Jovellanos. Se publican ahora sus ‘Memorias literarias de París’, 1751, en edición anotada de Guillermo Carnero. Como literato –fue traductor de Maffei, el Racine italiano- pertenece a la época de Torres Villarroel, y es precursor de Mor de Fuentes, otro cronista aragonés de París en el romanticismo, y del naturalista Azara –publicado en París y leído por Darwin-. Azara y Servet, prefiguran en cierto modo la figura de Cajal. Hay una página “gótica” de Luzán : “Estos cadáveres de hombres y de niños, ya disecados, suelen ser arrojados de noche al río Sena” (pag 193).


La formación italiana de Luzán

Hace unos años, tuve la fortuna de leer la primera edición (1751) de estas ‘Memorias’ de Luzán en la Biblioteca del Paraninfo, en la Plaza de Paraíso. Un papel de un gramaje pajizo, crujiente como una oblea. Por cierto, en las escalinatas del Paraninfo, podemos ver a dos ilustrados aragoneses, Piquer, médico de Carlos III, que publicó una ‘Lógica’, estudiada por Mindán, y el economista Asso.


Un hermano de Luzán fue gobernador del castillo de San Telmo en Nápoles. En 1727 Luzán se doctoró en Filosofía y Derecho en Catania, Sicilia, y en el Nápoles de los Austrias fue discípulo de Vico, la lumbrera de la época, cuya ‘Ciencia Nueva’ se publicó en 1730. Luzán compartió con Vico la lectura del jesuita Suárez, el gran metafísico español, del que Leibniz comentaba con gracia, que había oro en sus escorias.


En las ‘Memorias’ (pag 227) apunta que los dominicos galos leen a Aquino, los franciscanos a Escoto, y los jesuitas a Suárez. Los grandes pensadores del XVII, Descartes, Spinoza y Leibniz son nietos de Suárez. Con excepción de los empiristas ingleses, de Bacon a Locke, la otra escuela que influyó en Vico.


Luzán trató en París a Montesquieu, “a quien yo conozco y venero” (pag 367), autor de ‘El espíritu de las leyes’, 1748. De modo, que nuestro ilustrado de Zaragoza se codeó con las dos grandes lumbreras de Europa en la primera mitad del siglo XVIII, Vico y Montesquieu. Vico es un escéptico feroz ante la historia como progreso ininterrumpido. Las naciones –como las personas- tienen altibajos, esplendores y decadencias. Bacon todavía temía una invasión de Inglaterra por España hacia 1620, según nos recordaba Julián Marías. Montesquieu admiraba la monarquía parlamentaria inglesa, y defendía la autonomía de los tres poderes, legislativo, judicial y ejecutivo. Un tema de eterna actualidad. En Inglaterra germinaba ya la Revolución Industrial (’Puente de hierro de Darby’, 1777). El pragmatismo inglés frente a la oratoria gacetillera parisina, la retórica política jacobina.


Las ‘Memorias de Luzán’ son en su mayor parte una ‘Guía científica de la enseñanza superior en París’, un espejo del estado de los conocimientos de la época en todas las materias, medicina, química, etc. La culta edición de Carnero peca de prolija en ciertas notas que ocupan tres o cuatro páginas de texto en francés.


Semblanza de Voltaire

Secretario del embajador en París, de 1747 a 1750, duque de Huéscar, nuestro Luzán fue miembro de las tres Academias de Madrid, Historia, Lengua y Bellas Artes. Murió el 19 de mayo de 1754 en Madrid (el mismo día, mes y ciudad, en que murió otro gran ilustrado zaragozano, Julián Gállego, doctor por la Sorbona y académico de San Fernando).

Luzán hace la semblanza de Voltaire en sus ‘Memorias’: “Voltaire tendrá ahora poco más de cincuenta años; es cortés, discreto y delicado en la conversación, de un ingenio muy agudo, de una fantasía muy viva y muy fecunda”. Cita su novela ‘Zadig’, 1747, como novedad. ‘Candide’ es posterior, de 1759. “Il savait moderer ses passions” dice Voltaire de Zadig. En suma, la vida y obra de Luzán, reflejan una época apasionante, el Siglo de las Luces de la Enciclopedia, que luego se eclipsó con el Terror jacobino. Goya captó ambas caras del siglo, la verbenera dieciochesca de la Pradera de San Isidro y el siniestro aquelarre de las Pinturas Negras.