LÍRICA

Dos mujeres: desnudez vital

Dos nuevos poemarios de Blanca Andréu y de Raquel Lanseros.

Blanca Andreu irrumpió en el panorama de las letras españolas con la fuerza de un ciclón en un día de primavera. Su primer libro, ‘De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall’, fue recibido por cierta intelectualidad con alharacas y parabienes que resultaron excesivos, tanto como los versos que componen el poemario premiado con el Adonais de 1980. Su segundo trabajo, ‘Báculo de Babel’, 1983, no se anduvo con chiquitas en sus juegos con el culturalismo y con una verborrea en forma de monólogo trufada de continuas imágenes y símbolos. Algunos críticos se despacharon entonces a gusto. “Ingenuas ingeniosidades léxicas, asociaciones caprichosas de novicia algo torpona y –tardía- del surrealismo” (F. Benítez). Se iniciaba una guerra entre los apóstoles de la poesía de la experiencia y los postnovísimos que aún no ha enterrado el hacha.


El nuevo libro de Blanca Andreu, ‘Los archivos griegos’, se ha despojado de muchos de los ropajes literarios que vistieron a la poeta en el pasado. Creo que nadie le puede negar a Andreu el dominio de la sintaxis y del ritmo en el poema, y en este libro hay buenos ejemplos ( ‘Doradas lágrimas’, ‘Plenilunio en Paros’, ‘Del ave fénix’… ).

Tampoco que el proceso de desnudez verbal le separe mucho de lo excesivo de sus primeros versos. Pero en este punto del camino, y tratándose como se trata de un homenaje al mundo griego, resalta la liviandad ética y temática, que es tal que a veces se disipa el contenido de los poemas como un azucarillo entre los dedos. El lector queda con apetito en los ojos y con la sospecha de haber asistido a una representación esteticista con más atrezo que contenido. Y aún más desconcertante: el creacionismo utilizado para perfilar ese universo, interior y exterior, mezcla sin remisión bellos logros y pasajes notables con imágenes manidas, facilonas o, lo que es peor, nimias (“¿Y qué pasa con los notarios? ¿Tienen sus caricias escondidas/entre pilas de legajos con un blanco secreto azul?/¿Tienen sus Grecias los franceses?/¿Y qué me decís de las monjas?”).


Muy distinta en su poética, que bebe de la fuente de la poesía de la experiencia, Raquel Lanseros es una de las voces más jóvenes –y en ocasiones brillante- del actual panorama literario español. ‘Croniria’, XIII Premio Antonio Machado en Baeza, es un poemario breve, que incide en las características que han venido hasta ahora identificando a la autora: frescura en la elección y en el desarrollo de los temas -que surgen del universo propio de quien escribe-, descaro sintáctico que suele terminar con una sorpresa final (“No es de extrañar que el mundo sea redondo/ ¿Qué forma iba a adoptar sino la de mi boca?”), emoción y reflexión como motor que permite el desarrollo del poema e, incluso, galanteos con el neosurrealismo y el juego de palabras. Aunque prefiero su anterior trabajo, ‘Los ojos de la niebla’, la poeta sigue con ‘Croniria’ un camino solvente que alcanza su mejor tono cuando a los hallazgos verbales se les añade solidez ideológica, y superan el riesgo de la simple plasmación de una anécdota vital, que por muy vital que sea no deja de ser una anécdota.