CINE Y ARTE

Diálogo intenso con un cineasta

Norberto Fuertes rinde homenaje a Luis Buñuel y su mundo en Calanda.

Norberto Fuentes ante uno de los cuadros que evocan la mirada y las obras de Luis Buñuel.
Diálogo intenso con un cineasta

PINTURABuñuel encontrado

... en la basura’. Norberto Fuentes. Centro Buñuel de Calanda. Hasta el 25 de julio.



El pasado 22 de mayo se inauguraba en el Centro Buñuel de Calanda, ese espacio vivo en el que Javier Espada ha sabido conjugar de forma magistral tecnología y sensibilidad lírica, la exposición que con el título de “Buñuel encontrado en la basura” reúne hasta el 25 de julio la obra plástica que sobre la cinematografía de Luis Buñuel ha realizado el pintor zaragozano Norberto Fuentes. El homenaje que Fuentes dedica a Buñuel es un exponente más del continuo diálogo que el pintor zaragozano viene manteniendo con los grandes clásicos del arte, la literatura y la filosofía, en este caso el resultado del diálogo es su personal visión de la obra del cineasta aragonés.


La referencia continua de Fuentes a la cultura podría dar equivocadamente la idea de un artista culturalista o “de laboratorio”, interesado esencialmente en la reinterpretación, la traducción o la parodia. Nada más lejos de la realidad. En Norberto Fuentes confluyen sin conflicto dos personalidades aparentemente contradictorias, la del pintor intelectual, cuya obra reflexiona sobre su propio sentido a la vez que dialoga de tú a tú con la historia del arte, y la del pintor zahorí que señala con su pincel las vetas más profundas y ocultas del conocimiento humano; el artista dueño de su técnica y de sus medios expresivos y el místico iluminado por su propia visión.


Este aspecto visionario de su obra encuentra su expresión más clara en la relación de su pintura con los objetos. Lautréamont, las vanguardias artísticas de principios de siglo y el formalismo ruso nos han enseñado que un objeto, vaciado de su funcionalidad, adquiere un sentido u otro dependiendo del contexto y del espacio en que se le sitúe. Así, el mismo objeto que se convierte en basura al ser abandonado en el arroyo, se transforma en obra de arte si se le exhibe en el espacio sacralizador del museo. Norberto Fuentes sitúa el objeto en un territorio doblemente extrañado: el espacio de la representación y el del enigma.


En su Poética, Aristóteles revela que la forma del enigma reúne términos destinados a permanecer separados. Mediante la creación de híbridos quiméricos, de sus fabulosas imágenes “objetuales” u “objetuadas”, Fuentes reúne esos términos transgrediendo su separación o prohibición, y participa de ese sentido de lo enigmático del que también participan la mística, el sueño, el delirio, el incesto y las formas en las que se expresa lo sagrado. Hallar las conexiones secretas de las cosas es la tarea del loco, del místico y del poeta. Es también la tarea del genio. Y esa precisamente es la tarea de Norberto Fuentes, devolverle al objeto su condición sagrada y revelarnos la dimensión más lírica y aterradora de la realidad.


No es extraño por tanto que Norberto Fuentes rinda homenaje a Buñuel utilizando sus imágenes para expresar su propio e íntimo universo, pues Buñuel no sólo es un artista comprometido con la misma tare’a resacralizadora de la realidad, sino que además representa la convergencia de todo un espíritu protosurrealista, que se manifiesta a lo largo de la historia en el arte y la literatura aragonesas, con la letra de un movimiento histórico concreto, con sus manifiestos, su programa y su vindicación estética.


Este surrealismo aragonés avant la lettre tiene su inicio en los “Disparates” del Cancionero de Pedro Manuel de Urrea, se acendra en el conceptismo manierista de Gracián y encuentra en el Goya de los Caprichos y las Pinturas Negras su mayor exponente plástico.


La concepción del arte de Norberto Fuentes se encuentra claramente afiliada a esa vertiente de grandes surrealistas aragoneses que se anticiparon en espíritu al movimiento histórico, pero también a ese daimón genuinamente local, bronco, imprecativo y escabroso que se anticipa a los más alambicados conceptismos y a los más desaforados surrealismos; ese genio inconfundiblemente aragonés que se encuentra en Marcial, en Urrea, en Gracián, en los Argensola, en Goya y en Buñuel, templado en esta fragosa tierra y en sus duras y calcáreas aguas que bebió el Cid y que son capaces de imprimir carácter hasta en los cálculos renales que producen.