ICONOGRAFÍA

Los dragones también habitan en Zaragoza

Las representaciones de estos seres voladores se encuentran en los sitios más insospechados, desde iglesias, vallas, tapices, museos, aleros y en la plaza de toros. Los hay de todas las épocas -desde el medievo-, tamaños, materiales y actitudes. Hasta una dragona en La Seo.

Relieve en yeso endurecido (finales del XVII) de La Seo
Los dragones también habitan en Zaragoza

Uno solo se acuerda de Santa Bárbara cuando truena y de los dragones al acercarse San Jorge. Sin embargo, estos seres trepadores comparten a diario nuestro hábitat. Unos alados y de temibles fauces y garras, otros sinuosos, escurridizos y hasta entrañables. Sean como sean, cautivan nuestra mirada.

Imposible cifrarlos. En el imaginario popular, uno permanece en la memoria. Ese reptil de semblante tristón que emerge de un estanque frente a la antigua Estación del Norte. El más grande y moderno que se puede ver en la ciudad. Sus antaño rutilantes escamas amarillas, rojas y azules apenas lucen hoy desteñidas bajo el sol.

Del Paraninfo al Pablo Gargallo

Otros pasan desapercibidos. ¿Quién ha reparado en ese sinfín de dragoncillos estilizados diseñados por el arquitecto Ricardo Magdalena que sobrevuelan la valla de forja del Paraninfo? "La rejería de la tapia rematada por unos dragoncillos alados muy esquemáticos retoman modelos catalanes inspirados en la forma medieval", explica la profesora de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza Pilar Poblador. Datan de cuando se construyó el edificio para las Facultades de Medicina y Ciencias, que se inauguró en 1893.

Hay que escudriñar más de una fachada para dar con ellos. Un dragón alanceado se descubre en el azulejo de Manises de finales del XIX de la casa del jurista Juan Moneva y Puyol del número 25 de la calle Sanclemente. En la plaza de toros de La Misericordia aparecen encaramados a 16 apliques de luz que iluminan las bocas de entrada y salida al tendido.

Solo un soplo permite localizar el abocetado y de trazos vigorosos dragón de tinta de Pablo Gargallo de 1910. Este 'Apunte para San Jorge' de tinta sobre papel impreso reutilizado está colgado en la séptima planta del museo.

Una fémina en La Seo

La mayor población de ejemplares se concentra en las iglesias. Está ligado a San Jorge, su leyenda llegó allá por el siglo XV, y a las representaciones de esa permanente lucha entre el bien y el mal.

Al capellán de La Seo, Ignacio Ruíz, le vienen cinco a la cabeza. El más original es la dragona (son escasas las féminas tan claras) de la pila bautismal. En la predela del retablo mayor del siglo XV, un hermoso ser alado alude a ese demonio que abandona el cuerpo de una mujer al paso de la reliquia de San Valero. Un clásico, el relieve en yeso endurecido (finales del XVII) que orna la embocadura de la capilla de San Vicente. Los otros se encuentran en la colección de tapices. Una vitrina exhibe una nave de plata (1480) que navega sobre un dragón y que se utilizó para servir las especias en los banquetes. Sobre uno terrorífico cabalga la ira en el tapiz 'Los pecados capitales' (XVII).

Si hablamos de paños, la primera representación en tela de San Jorge en la Comunidad es el repostero de finales del XV del desaparecido Palacio de la Diputación del Reino que hoy se puede ver, rehabilitado, en la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza.

Este universo es inagotable. En la iglesia de Santa Isabel hay una escultura de San Jorge de José Ramírez de Arrellano en el ático del retablo mayor y un postcubista animal de colorines de una pintura mural de Baqué Ximénez.

La catedrática de Historia del Arte Carmen Morte recuerda que la figura de la Inmaculada pisa a veces la cabeza de un dragón. Un ejemplo, la Inmaculada del Seminario de San Carlos. Esta especialista tiene recopilados otros pequeños ejemplares en las sillerías del coro de La Seo y San Pablo y la mazonería del retablo del Pilar.

El de la Aljafería, el más famoso

Y entre los más famosos, el 'dragón de Aragón' de la Aljafería que aparece en el salón de Pedro IV, que lo utilizaba como divisa. El historiador experto en heráldica y la Edad Media Alberto Montaner precisa que aparece pintado en varias de las vigas del alfarje, en el friso que rodea el Salón del Trono de los salones de los Reyes Católicos y sobre el yelmo que timbra el escudo del rey Fernando en el artesonado de algunas de esas estancias y en las piedras armeras de la fachada que da al patio de San Martín. Otras excelentes muestras del mismo son las piedras armeras de la antigua Diputación del Reino que se conservan en el Patio del Museo de Zaragoza.

Guillermo Redondo Veintemillas, profesor de la Universidad de Zaragoza y director de la cátedra de emblemática Barón de Valdeolivos, que utiliza estos dragones en su insignia y en su trofeo, pone sobre la pista de una reproducción en hierro del yelmo de Pedro IV. En la misma entrada de la fundición Averly. Altivo, fiero, alejado de esos dragones orientales que también campan a sus anchas en restaurantes y locales orientales. Otros son viajeros, como el icono ruso que se encuentra expuesto en la Casa Amparo.

Seguro que hay más dragones agazapados por allí que solo esperan que alguien los aviste.