MÚSICA

"Yo no decido lo que toco en un concierto, sino un extraño poder"

El indio Baluji Shrivastav ofreció ayer un recital de sitar en Zaragoza junto a su esposa, la cantante Linda Shanovitch.

Baluji Shrivastav, ayer, en el salón de actos CAI Independencia.
"Yo no decido lo que toco en un concierto, sino un extraño poder"
L. URANGA

"La música es mi vida, cuando tenía 3 años descubrí que había nacido músico. Con un año ya podía imitar los sonidos de los buhoneros en la calle, y esa es la primera cualidad de un músico: imitar sonidos". Baluji Shrivastav habla con calma de sus orígenes y de los de su vocación en La India.

Recuerda que un día, cuando iba al médico (quedó ciego siendo niño), en el tren se puso a cantar "una canción que decía: 'Dios, te escribiría una carta si supiera tu dirección, lloraría delante de ti si supiera donde vives'. A la gente le encantó y mis padres decidieron que debía aprender música".

Empezó con el armonio y una especie de banjo japonés en la orquesta del colegio, hasta que, en uno de los ensayos, "noté un instrumento cerca de mí y al cogerlo me gustó su forma, así que le pedí al profesor que me lo dejase, pero se negó y me dijo: 'Eres muy pequeño para este instrumento tan grande'. Insistí y me lo prestó. Se quedó sorprendido porque lo podía tocar. Después de unos días con él, los dedos me dolían y no quería tocar más. Pero entonces, el profesor me dijo: 'Ahora estás con el sitar y el sitar está contigo".

Shrivastav había encontrado su instrumento. La maestría que ha alcanzado y su espíritu inquieto lo han llevado a colaborar incluso con gente como Oasis o Kylie Minogue. "Para mí, la música es música, no hay una música india, americana, africana o inglesa. Si los sentimientos van con ella, todos podemos armonizar y tocar juntos", asegura el artista, que en su tiempo libre lee, juega al ajedrez, monta muebles... y compone.

En España, ha compartido escenario con Amancio Prada, el grupo Dehra Dun y Pepe Habichuela, entre otros músicos, e incluso ha probado a tocar la guitarra. "La música española que conozco es en su mayoría flamenco, que viene de Rajastán, de gitanos indios que se fueron a Andalucía, por eso es fácil tocar con ellos. Los flamencos ponen el ritmo y nosotros la melodía", dice. Al contarle que Aragón tiene también un folclore particular, Shrivastav muestra su amplitud de miras: "Si encuentras a alguien que quiera cantar jota con nosotros, podemos hacerlo hoy", dice sonriente.

Y es que a él le gusta "experimentar y tocar con músicos mejores que yo, porque así aprendo". Además, "a diferencia de otros artistas, que preparan mucho el concierto, yo no preparo nada. Escucho a la audiencia, la siento, y toco en consecuencia. No decido yo, sino un extraño poder, lo podemos llamar Saraswati, que es el nombre de la diosa de la música y el pensamiento en La India".

Sobre la particular espiritualidad de la música oriental, aclara que lo que pasa es que "la música clásica india empieza despacio y poco a poco va acelerando, se empieza con pocas notas y luego se añaden más, por eso el oyente gradualmente va entrando, como si fuese subiendo a distintos estados de meditación".

Este año, Shrivastav lleva de gira su última composición, 'Song celestial', inspirado en el poema 'Bhagavad Gita'.