ANDRÉS LIMA

"El arte, como la educación o la sanidad, es un bien básico"

Nacido en Madrid en 1961, Andrés Lima es miembro de la compañía Animalario y ha dirigido su más reciente éxito: 'Urtain'.

Andrés Lima, miembro de la compañía Animalario, ayer, en el Coso de Zaragoza.
"El arte, como la educación o la sanidad, es un bien básico"
JOSé MIGUEL MARCO

¿Qué es el teatro?

(Piensa) Para mí, es todavía el arte de comunicación más directo. Es arte porque es un hecho artístico en sí mismo y porque aglutina distintas artes: danza, interpretación, pintura? y, en el mundo de hoy, todas las artes audiovisuales también pueden formar parte del teatro. Es comunicación, porque, para mí, lo más importante del teatro es la comunicación con el público. Y es directo porque es libre. Es el más autónomo: con dos actores y una plaza ya hay teatro. Y al ser el más autogestionado, es el más libre.

Y usted, ¿por qué hace teatro?

Porque me gusta desde hace tiempo. Empecé muy temprano, de casualidad, en el colegio. Empecé como actor, seguí de autor y ahora soy director, que es lo más fácil. También he sido iluminador y escenógrafo? La afición me viene sobre todo del trabajo en equipo. Cuando tienes que sacar algo adelante entre compañeros es bueno tener una visión general de todo, pero luego es bueno especializarse para no difuminarse.

¿Por qué llamaron a su compañía Animalario?

En realidad, viene de un texto de Alberto San Juan: 'Animalario. Bonitas historias de entretenimiento sobre la humillación cotidiana de existir'. Un animalario es un edificio, una casa, donde se experimenta con animales. A mí me pareció un nombre bonito y muy real: en el teatro lo que hacemos es experimentar con animales.

¡No me diga que cree que, en realidad, el ser humano no es más que un bicho!

A mí me gustan mucho los animales y los documentales de La 2. Si te fijas, 'Urtain' es un poco un documental de La 2, y está hecho a propósito. Leí un libro de MacFarlane Burnet titulado 'El mamífero dominante', en el que habla del hombre no como un ser racional y el más inteligente de todos, sino como el mamífero dominante, cuyo rasgo fundamental es el poder. ¿Y por qué Shakespeare es el autor teatral por excelencia? Porque sus obras hablan del hombre como mamífero dominante.

¿De dónde sacan en Animalario las ideas para sus espectáculos?

Depende. De lo que más te duele, o de lo que más deseas? De lo que más temes o deseas salen muchas cosas. En 'Alejandro y Ana', la idea básica era: ¿Qué es ser de derechas?, y si en el fondo nosotros éramos de derechas. Nos preocupaba mucho que entonces España estaba en un camino tenebroso, no solo para la cultura. Y, de hecho, entramos en una guerra donde se eliminó a mucha gente. Con 'Urtain' fue diferente, porque nació de un guión de Juan Cavestany que me gustaba. Indagaba en por qué se suicida alguien. Siempre hay algo que te mueve, a veces no sabes lo que es, pero si no te mueve con todo el cuerpo es mejor que no lo hagas.

Tras mucho tiempo hablando de la crisis del teatro, llevamos unos años en los que parece que hay una especie de 'edad de oro' con mucho público...

Eso tiene matices. Cuando se hablaba de crisis era verdad, era muy difícil mantenerse, la gente no iba al teatro. Que ahora estamos en un buen momento, también es verdad. Lo gracioso de nuestra sociedad es que cuando estás en crisis te acusan de quejarte y cuando estás bien se te retiran todo tipo de ayudas. No hay un debate serio sobre este asunto. El teatro necesita de la ayuda pública igual que la educación, la sanidad o el ejército.

Y eso ¿no crea la sensación de que se está comprando el favor de las compañías teatrales?

Las sociedades donde se utiliza dinero público tienen que apoyar al arte como la sanidad o la educación, porque son bienes básicos y una mayor cultura ayuda a vivir mejor. Son ideas básicas del socialismo, y el capitalismo intenta acabar con todo eso. Pero hay que cortarlo como sea: el dinero público es para el bienestar de todos. No hay que darlo a empresas privadas.

Pero muchas compañías teatrales también son empresas privadas...

Pero son empresas pequeñas. Yo hablaba de ir hacia un teatro público en el que todo el mundo arrime el hombro según su capacidad y se le dé según su necesidad.

Eso suena un tanto leninista.

Después de la caída del muro, parece que es tabú decir estas cosas. Yo no me siento leninista, pero sí una persona que quiere vivir en una sociedad justa. Ahora, el teatro lo pagan los actores y el público. Pero sin ayuda pública, por ejemplo, yo no puedo ir de gira y traer a Zaragoza 'Urtain'.

¿Echa de menos algo en el sector?

Más espacio para teatro infantil, que es la base de todo. Cuando lo ves es gloria bendita. ¿Por qué existe una Compañía Nacional de Teatro Clásico y no una Nacional de Teatro Infantil?

¿Animalario se ha planteado algún montaje para niños?

Tuvimos un par de proyectos, pero por no ser nuestro campo, no nos atrevimos o no vimos bien los circuitos, porque planteábamos una obra más o menos grande y nos dimos cuenta de que hay que hacer cosas más pequeñitas.

¿Qué preparan ahora?

En la obra que estamos empezando ahora, hemos partido de la pregunta: ¿qué te duele a ti en el alma?

Y a usted, ¿qué le duele?

A mí, personalmente, el sufrimiento y el dolor que produce la soledad. Porque tiene que ver con cómo me relaciono y me comunico con los demás.

Cuando no está trabajando en el teatro, ¿qué hace con su tiempo?

¡Teatro! Y estar con mi hija, irme de juerga, leer... Hago lo que hace cualquiera. Ahora estoy muy interesado en un libro de Naomi Klein sobre cómo está ligada la expansión del capitalismo en el siglo XX con la tortura. Se titula 'La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre'. Es bastante grueso, me lo recomendó un amigo y cuando lo vi le dije: ¡Vaya truño! Pero luego lo empecé y es apasionante. Habla de cómo la gente, bajo un 'shock', acepta cualquier cosa, y eso lo aprovechan para seguir privatizando cosas.