MÚSICA

El jazz se despereza en Zaragoza

La penúltima generación de músicos de de este género en la ciudad se ha armado una red de apoyo que comprende calendarios compartidos, promoción colectiva, unificación de tarifas, 'jams' abiertas y buen rollo.

De arriba abajo, los músicos Jesús Martí, Érika López, Fran Gazol y Marcos Sánchez. A la izquierda, sus alargadas sombras.
El jazz se despereza en Zaragoza
ESTHER CASAS

Algo bueno está pasando en Zaragoza con la música de los músicos, el género que, dentro del universo popular, es sin duda uno de los más exclusivos. En un salto referencial a la música 'culta'- qué injusta categorización- se puede comparar, que no identificar, con las sensaciones que provoca la ópera. Toda una generación descubrió gracias a Julia Roberts y Richard Gere en 'Pretty Woman' que la amas o la ignoras al instante. Con el jazz, el aforismo es un poco distinto: el universo estilístico de este género es tan amplio, que quizá atrapa por una esquina del alma después de fracasar en un primer careo. Es uno de los postulados que defienden Marcos Sánchez y Érika López, representantes de la penúltima hornada del jazz zaragozano y adalides de quitarse cuando haga falta el traje de noche para disfrutar de la música a plenitud.

 

Marcos y Érika (ella es segoviana y lleva en Zaragoza casi tres años) son parte de la camada del Musikene, el Centro Superior de Música del País Vasco. Allí se atiende a la formación de jazz como en ningún otro sitio bajo los Pirineos, con nueve titulaciones distintas por especialidades. Ambos estudiaron piano, el instrumento que les define primordialmente como músicos. De allí salió el guitarrista zaragozano Carlos Bernal (que vive e imparte docencia musical en Pamplona, donde suele tocar con su trío y la banda Los Vengadores del Bugulú), y el batería Fran Gazol. Son igualmente del club los bajistas Javier Callén y Jesús Martí (este último ha formado junto a Érika y Fran como The Big Lazy Lad) y el batería Israel 'Rival' Tubilleja: la etimología del mote se la guardan sus colegas.

 

Lo que hace el grupo es, básicamente, coordinar esfuerzos. Érika aclara que "tratamos de traer a músicos de fuera de Zaragoza que conocemos de nuestra etapa de formación. Nosotros también vamos trabajando con nuestros proyectos, como Endavant o Aquí Huele a Trío. No hay un circuito establecido ni muchos lugares que programen jazz, así que de momento trabajamos en cosas puntuales. Ponemos la base de una tarea común: cada uno echa adelante con sus recursos, y luego nos juntamos todos en la 'jam' de los domingos, en la Bóveda del Albergue Juvenil de la calle Predicadores".

 

En esta cita semanal, que cada vez genera más entusiasmo, la cosa no se ciñe al jazz. "Hay músicos de todo tipo: rockeros, raperos... es algo especial, y se disfruta". De esta mixtura hay una nueva referencia en la ciudad: el Kase-O Jazz Magnetism, el proyecto híbrido del MC de Violadores del Verso.

Masclaras, baluarte actual

Está en el edificio de Puerta Cinegia, en la primera planta. Lo lleva Miguel Estornel. Masclaras (o +Claras) es un establecimiento que alimenta el cuerpo y, cada viernes, a las 22.00, el alma con un menú variado de jazz. Antes era los jueves. Así viene ocurriendo desde hace tres años. "Cada concierto -aclara Miguel- dura más o menos dos horas, y traemos de todo, desde gente de casa a otros que ya hemos adoptado casi en la ciudad, y de pronto llegan de Pamplona, de Cuba o de Nueva York".

El público es tan variado como los artistas. "Tienes gente asidua y también los que llegan por casualidad, o gracias a algún buen comentario que han oído por ahí. A veces no es gente entendida en la materia, pero lo disfruta. Yo, por ejemplo, no me considero entendido, pero la buena música es siempre algo interesante".

 

Masclaras aprovecha el tirón del Festival de Jazz de Zaragoza y los contactos de los músicos habituales en su escenario. "No tenemos capacidad económica para traer figuras famosas. Marcos, Érika y este grupo nos traen gente que anda de gira y acepta venir aquí quedándose en casas de amigos, sin exigir demasiado. El día 12, por ejemplo viene Edward Pérez Trío desde Nueva York".

 

La sala Morrissey (Gran Vía, 33), que últimamente ha optado fuerte por los monólogos, es otro reducto tradicional del jazz en Zaragoza, como El Desafinado (enfrente: Gran Vía, 36) con sus audiciones los jueves o conciertos muchos viernes. La Campana de los Perdidos, por supuesto, también incluye jazz en su caleidoscópica programación, lo mismo que El Zorro (Centro Independencia, sótano 1) y el Páramo (Bolonia, 28). Y el hotel Zentro (Coso, 86) comenzó en marzo pasado una cena con jazz en vivo el primer jueves de cada mes.

 

En Huesca, el Juan Sebastián Bar (Roldán, 27) programa jazz en vivo al menos una vez al mes, lo mismo que el Centro Cultural Matadero. El técnico cultural Luis Lles aclara que "estamos centrados en el free jazz, la improvisación, tratamos de mostrar este lado. En cuanto a músicos oscenses de jazz, lo más cercano actualmente sería la propuesta de Trivium Klezmer, más cercana al propio género klezmer, con mucho acordeón y clarinetes. Y Justo Bagüeste, que ha vuelto a vivir a Huesca, trabaja en parámetros afines al jazz".