CANDIDATURA OLÍMPICA

El sueño de una Olimpiada Cultural

La ceremonia inagural de los Juegos Olímpicos de Invierno de Turín en 2006, en la foto, llegó a 3.200 millones de espectadores.
El sueño de una Olimpiada Cultural
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Una Olimpiada Cultural ligada a la candidatura aragonesa, como la que desde hace una semana se desarrolla en Vancouver, donde el pebetero se encenderá el próximo 12 de febrero, y que hasta el 31 de marzo contará con los artistas más sobresalientes de Canadá y de otras partes del mundo. Una idea que invita a soñar sobre el papel.


A lo largo de sesenta días, las distintas sedes olímpicas albergarán medio centenar de proyectos diferentes y 600 exhibiciones con representaciones de teatro, danza, música, arte visual y digital.


Aquí tendrán un sitio desde las artes circenses hasta la danza neoyorquina más vanguardista, una fábula musical para adultos sobre la personalidad de Edgar Allan Poe y una obra musical acerca de la homofobia. La compañía de danza de Taiwán Cloud Gate, por ejemplo vuelve a Vancouver desde 1997. Los organizadores hacen especial hincapié en que se ha contado con artistas aborígenes.


Plácido Domingo, que fue acunado por la jota aragonesa, respaldando el proyecto con esa voz por la que se considera el mejor tenor de todos los tiempos. Al tenor zaragozano Santiago Sánchez Jericó, que lleva tres décadas en el mundo lírico, la idea le brota a los pocos minutos de empezar a hablar sobre la nueva aventura olímpica.


La iniciativa olímpica es bien acogida por la mayoría de los agentes culturales sondeados por este periódico y los entrevistados opinan que unos Juegos Olímpicos suponen también una oportunidad para las actividades artísticas, si se sabe aprovechar. Por eso, defienden que hará falta apostar por la denominación 'made in Aragon'.


Esta es la opinión, compartida por muchos, como el director de la orquesta Al Ayre Español, Eduardo López Banzo: "Me gustaría que en Aragón se plantearan las cosas con mucha ambición, intentando colocarse a la altura de las regiones más avanzadas de Europa. No se trata de importar proyectos carísimos -muchas veces tan solo son eso-, que no dejen nada aquí ni puedan sentirse como algo creado y producido en nuestra región, sino que hay que apostar por proyectos aragones que ya triunfan por el mundo".


La dimensión cultural de los Juegos Olímpicos ha ido ganando poco a poco espacio, pero queda velada por las marcas que se baten en el hielo y la nieve. Vancouver ha promovido la primera Olimpiada Cultural de Invierno.

3.200 millones de espectadores

Las ceremonias olímpicas, y especialmente las de apertura, se convierten en el principal escenario y activo donde expresar los valores culturales. Un gran espectáculo que llega a los televisores de 3.200 millones de personas en 200 países, según los datos que se manejaron para los Juegos de Turín en 2006. Con esta audiencia récord, su diseño constituye la verdadera olimpiada cultural.


Desde Seul'88 este espectáculo gira alrededor de tres ejes: la cultura de la sede en cuestión, la liturgia olímpica (antorcha, himno, bandera, juramentos); y el desfile de los competidores.


El bailarín Miguel Ángel Berna tiene experiencia. Con su danza apoyó el FOJE (Festival Olímpico de la Juventud Europea) Jaca 2007. Preferiría que se huyera del "espectáculo puro y duro y de los fuegos artificiales" de las ceremonias inaugurales y se centraran más esfuerzos en "actividades culturales paralelas, en las que cada país y cada región exprimiera al máximo su riqueza".


Echando la vista atrás, el pintor oscense Pepe Cerdá hace su particular lectura de la puesta de largo de los últimos Juegos en Pekín: "Dijeron al mundo somos modernos, muchos y un país rico: cuidadito". Por eso insiste en que "es una ocasión para lanzar muy alto y claro un mensaje, pero no fallar estrepitosamente como ocurrió en la Expo del agua".

 

Desde la experiencia de quien está acostumbrado a tratar con el público de tú a tú cada día, Paco Paricio focaliza su interés "en afianzar los hábitos culturales más cotidianos, una necesidad que los grandes acontecimientos no tienen que descuidar".


Más reivindicativo se muestra el escritor Félix Romeo, para quien la cultura se convierte en "el adorno de los Juegos". Por eso, cree que lo mejor es que "los poderes públicos favorezcan la acción de la ciudadanía y dejen de ser tan absurdamente dirigistas. Lo mejor que podría pasar es que hubiera un gran desarrollo de la iniciativa privada".