ARTE

Se alquila un Miró para despacho

Comprar obras de arte puede resultar caro y arriesgado, pero ya existe en Zaragoza otra forma de acceder a ellas: alquilándolas. La Caja Roja, en el barrio de Santa Isabel, ofrece lienzos, grabados y litografías de varios autores.

Dicen que el origen de la idea hay que buscarlo en Holanda. A España llegó hace ya tres lustros con la empresa madrileña La Esfera del Arte. Y a la cabeza de la zaragozana Hortensia Barrenas, hace cosa de "cuatro o cinco años", recuerda. Aficionada a la pintura desde la adolescencia, esta mujer empezó a rumiar el negocio del alquiler de obras de arte "en un curso de gestión cultural que hice con el INEM en Huesca, donde teníamos que preparar un proyecto".

 

Pese a todo, aún tardó en llevar a la práctica lo que tenía en mente. Fue hace un año, cuando abrió en el barrio de Santa Isabel un espacio de arte que bautizó La Caja Roja -nombre de connotaciones chocolateras que se debe en realidad al color del local-, el momento en que se planteó el alquiler de pinturas como una opción más de negocio.

 

"En Madrid y Barcelona ya existía, pero aquí no había oído que se hiciera. Y es interesante para las empresas, porque además de permitirles tener obras que pueden variar si se cansan de verlas o cambian la decoración, es algo que desgrava fiscalmente", explica Barrenas.

 

La Caja Roja (www.lacajaroja.info) tiene en catálogo desde litografías y grabados de artistas reconocidos como Miró, Tàpies o Chagall -ya enmarcadas y listas para colocar- hasta obras de la propia Hortensia Barrenas y de otros artistas.

 

Aunque las hay de distintos tamaños, la propietaria del espacio comenta que están más orientados "a las obras de gran formato" y de corte "abstracto", porque cree que son las que mejor acogida pueden tener por los potenciales clientes, que son -sobre todo- "despachos profesionales, gabinetes, empresas e incluso gimnasios", dice.

No obstante, este servicio también suele ser solicitado por organizadores de eventos o ferias, e incluso para la ambientación de series y películas, que exigen una decoración efímera. Y, por supuesto, está igualmente a disposición de los particulares que deseen disfrutar por un tiempo de una obra de arte en su domicilio.

 

Las condiciones

El contrato básico es de tres meses de alquiler, pagando un pequeño porcentaje del valor de la obra en el mercado (en La Caja Roja puede tener un coste de entre 20 y 100 euros al mes) y sabiendo que, si finalmente uno decide quedarse con la pieza, se le descontará del precio total un 50% del dinero que se haya abonado en concepto de alquiler hasta entonces.

 

Hortensia Barrenas aclara que estas condiciones son flexibles, ya que los plazos pueden ser más cortos o más largos (en este último caso, el alquiler sale más barato). "Una obra que vale 1.000 euros cuesta alquilarla para un trimestre el 6% de su valor, lo que supone 60 euros al mes", detalla, "pero si el plazo de alquiler, por ejemplo, de un año, el porcentaje es más reducido". Eso sí, para cubrir posibles desperfectos, se pide una fianza del 50% del valor de la pieza, que se devuelve al final del alquiler si la obra se devuelve intacta.

 

Además, La Caja Roja no solo se encarga de instalar la obra u obras alquiladas en su lugar de destino, sino que ofrece un servicio de asesoría previo si el cliente lo requiere, visitando el local que es preciso decorar y preparando incluso un presupuesto.

 

Otras alternativas

El alquiler no es la única vía que usan las empresas para acceder al obras de arte sin tener que hacer grandes desembolsos. En Zaragoza, el gimnasio Coliseo de la cadena Holmes Palace tiene desde su apertura hace dos años un acuerdo con una galería de arte, en virtud del cual esta proveee al centro de pinturas durante un tiempo determinado. "Nosotros no pagamos un alquiler en metálico, pero nuestro espacio sirve para promocionar a los artistas, para que se den a conocer, por lo que la cesión de obras se hace a cambio de esa publicidad", explica Isabel Ferrández, mánager de este club deportivo.

 

Las piezas se suelen exponer, según indica, durante unos cuatro meses, y junto a ellas consta el nombre y contacto del autor, para que si alguien está interesado pueda comprarle la obra. "Nosotros no tenemos bar y no se puede montar un picoteo, pero en otros centros de la cadena que sí tienen, se organiza incluso una inauguración cada vez que se cambia de exposición, a la que el artista puede acudir o no, según desee", añade Ferrández.