RESTAURACIÓN

La 'clínica de las madonas'

Vírgenes sin cabeza, cuadros desgarrados: desde el seísmo que causó 308 muertos en la ciudad medieval de L'Aquila en abril de 2009, los restauradores de un museo tratan de salvar 500 obras de arte dañadas.


Con su serio semblante, la estatua de San Emidio, considerado el protector de la ciudad del centro de Italia, cercana de Ascoli Piceno, desde que ésta sufrió un terremoto en 1703, parece mirar a las decenas de obras instaladas en el suelo.


Unos mil objetos, la mitad de ellos dañados, fueron albergados en el museo de la prehistoria de Celano, a 50 km de L'Aquila, apodado desde entonces la "clínica de las madonas".


San Emidio sólo sufrió algunos rasguños en las manos, pero no impidió la catástrofe del 6 de abril pasado, de la que son testigos numerosas estatuas, cuadros y frescos procedentes de las iglesias devastadas por el temblor.


A su derecha, reposa en el suelo un Cristo cuya cruz fue arrancada de la pared de una iglesia por el terremoto.


Junto a él, un confesionario de madera y, en un cajón, los tubos del órgano de una iglesia de Onna, pueblo cercano a L'Aquila que fue totalmente destruido por el movimiento sísmico.


En esta sección del laboratorio de restauración se encuentran los "heridos leves". Como en los servicios de urgencia de un hospital, los restauradores, respaldados por especialistas procedentes de Roma y Florencia, hacen un primer diagnóstico de la obra: desde código 1 para los casos más graves hasta código 4 para las levemente afectadas.


"Los cuadros que fueron mojados por la lluvia son prioritarios, ya que podrían enmohecerse y los colores desprenderse", explica el restaurador Gianfranco Quintiliani.


Diez años

No obstante, el ritmo es mucho más lento que en las urgencias médicas.


"Nueve meses después del seísmo, seguimos estando en los primeros auxilios. La restauración sólo puede hacerse después, y se necesitarán por lo menos diez años para terminar el trabajo", dice.


Una parte de las obras, entre ellas cuadros de Cesura, Bedeschini, Cardone, Brandi y Emilio Greco, serán expuestas después en un nuevo museo de L'Aquila.


Para otras, el futuro es incierto, dado que la mayoría de los museos e iglesias de las que provienen fueron destruidos, en particular la fortaleza española de L'Aquila. Algunos monumentos han sido "adoptados" por países extranjeros que se comprometieron a financiar su reconstrucción.


Provisto de guantes de plástico, un restaurador inyecta un líquido parecido a la cola en un cuadro del siglo XVII. "Esto nos permite estabilizar las profundas fisuras causadas por el sismo, y evitar que se degrade aún más", dice Alessandro Verrocchia.


"Hay que tener en cuenta muchas cosas, los daños del sismo, pero también las restauraciones precedentes, el material, el entorno de la obra", agrega su colega Stefania Montanaro. Es pues un trabajo largo y meticuloso cuyos resultados son frágiles, sobre todo en esta región frecuentemente afectada por sismos.


Quintiliani contempla un cuadro de la Virgen con el niño parcialmente dañado. "Yo lo restauré hace quince años, y mire en qué estado ha vuelto al laboratorio", comenta con amargura.


Por lo demás, el estado de las obras no se degrada sólo a causa del seísmo o del paso del tiempo, dice, señalando que "los sacerdotes hacen a veces cualquier cosa en sus iglesias: desde poner clara de huevo para que brillen los frescos, hasta dar una capa de pintura para avivar los colores, pasando por una limpieza demasiado enérgica de la obra".