LIBROS

Como naúfragos en la ciudad del Ebro

Sergio del Molino presenta ¿Soldados en el jardín de la paz¿, una historia sobre varios alemanes llegados desde Camerún a la Zaragoza de entreguerras.

Hace unos años le prestaron un desván, lleno de cartas antiguas, recortes en tonos sepias y fotografías sin nombre. Se puso a investigar para saber quiénes eran las personas de las imágenes, qué sentían, qué les pasaba. Y, tras hilar la documentación, creó una historia: la de varios alemanes que, tras guerrear en Camerún, llegaron a la Zaragoza de 1926 y se quedaron, haciendo germinar así una comunidad teutona al lado del Ebro más ventolero.


Ayer era el día elegido para que el periodista de HERALDO Sergio del Molino hiciera pública esta historia, ‘Soldados en el jardín de la paz’, y fue en la Librería Cálamo, rodeado de muchos amigos y unas simbólicas pajaritas de Acín: “Lo que quiero dejar claro -explicó- es que no se trata de la historia de los alemanes de Zaragoza, sino de una reconstrucción basada en mis suposiciones, con las que he intentado acertar. Yo he llegado hasta aquí y ahora la dejo para vosotros, para que la disfrutéis y os reconozcáis en ella, ya que refleja muchos rincones de la ciudad”.


Del Molino manifestó sobre todo su sorpresa de que nadie hasta el momento hubiera indagado en un retazo de historia que a él le llamó tanto la atención: “Constata la vida de unos náufragos, de unos perdedores que llegaron a una Zaragoza que entonces era la nada absoluta. Y no solo rehicieron su vida, sino que dejaron una impronta increíble. Me han regalado esta historia a mí. Y me lo he pasado muy bien escribiéndolo”.


En el acto también intervinieron Chusé Aragüés, de Prames (la editorial que respalda la obra), Javier Rodrigo, historiador y profesor de la Universidad de Zaragoza, y Pablo Bieger, nieto de uno de los “alemanes de Camerún” protagonistas del libro, Paul Bieger, que consiguió arrancar más de una sonrisa a los presentes con curiosos fragmentos de cómo veían los extranjeros a los aragoneses de principios del siglo XX. En concreto, hizo especial gracia el de un pensilvano al que le sorprendía que los hombres llevaran en los pies “alpargatos” y en la cabeza una especie de bandera roja rodeada, como si salieran de un hospital... El clima amistoso marcó la presentación de este segundo trabajo del periodista, a la que acudieron, entre otros, los historiadores Pedro Rújula y Anneliese Wingenbch, el escritor Félix Romeo, Joaquín Melguizo y los artistas Alberto Calvo, Álvaro Ortiz y Pedro Hernández (Colectivo Anguila). Y, por supuesto, Paco Goyanes, propietario de Cálamo, que obsequió a todos con un vinito de Bodegas Guelbenzu.