PINTURA

Pepe Cerdá: "Intento traducir mi entorno a la pintura"

Paisajes, bodegones y retratos del oscense pueblan desde ayer las paredes del palacio de la plaza del Pilar en la muestra titulada 'El oficio de pintar', que reúne una sesentena de obras de diversos formatos

Cerdá ante la pieza 'Aero Baby', un homenaje a su padre y a su origen
Pepe Cerdá: "Intento traducir mi entorno a la pintura"
JOSÉ MIGUEL MARCO

¿Qué se le pasó por la cabeza cuando le dijeron que expondría en la Lonja en el Pilar de 2009?

 

Le he dado mil vueltas a lo largo de casi cuatro años. Un día me dieron el plano, lo pegué en la pared y cada día que iba pasando los cuadros se iban haciendo en la cabeza. Es tan obsesivo el plano que corres el peligro de volverte loco. La presión es insoportable: aterra hacer una exposición como esta. Eso sí, pronto, pronto tuve una cosa clara.

 

¿Cuál?

Que las antológicas se les hacen a los muertos. Así que decidí de inmediato que todos los cuadros fueran nuevos. He intentado que fuese una exposición pensada para este espacio. Pasaban los días, y me preguntaba: qué voy a pintar.

 

¿Cómo se respondió?

 

Llamé al arquitecto José Manuel Pérez Latorre, y él me dijo: "¿Por qué no le explicas a la gente que es para ti la pintura?". Y empecé a responderme: pintar es la cualidad que tienen algunas manchas de figurar, de representar, de emocionar, de sorprender o de sobrecoger. Pintar es intentar representar algo que has visto.

 

¿Y qué pasó entonces?

 

No tengo imaginación y he huido de la modernidad como de la peste. He huido de Baudelaire. Sería incapaz de pintar cosas que no he visto, y entonces pensé que debía contar en términos pictóricos lo que había a mi alrededor, lo que me pasaba, lo que veía todos los días. Y por eso aparecen en mis cuadros los vecinos de enfrente, los paisanos de Villamayor en sus tractores, las naves donde he trabajo, los amigos, los paisajes que recorro todas las noches o esa gasolinera de Villamayor que es un no-lugar, igual que una gasolinera de París y que, a la vez, es el faro del marino que vuelva a casa con algunas copas de más.

 

¿Qué le debe su pintura a la foto?

 

Siempre digo que Velázquez era un fotógrafo, que tenía mirada de fotógrafo, que Sorolla tenía alma de fotógrafo y había aprendido el arte de fotografía en el estudio de su suegro. Yo no sé hacer fotos, pero utilizo la fotografía. Y esta exposición es un intento de traducir las cosas a pintura. La primera impresión que se ve es pictórica. Cuando la pintura es una cosa, eso es hiperrealismo o surrealismo. Pintar es como navegar borracho en un mar de grasa: quieres ser preciso con algo que se está desmontando constantemente.

 

¿Y lo logra?

 

Mire, un pintor tiene que dejar de pensar en lo que está haciendo para ser lo que está haciendo. Tengo la impresión de la exposición la ha hecho otro, y a la vez estoy muy seguro de este trabajo.