LITERATURA

Vida, amor y leyenda del poeta total

Juan Ramón, con los también poetas Jorge Guillén y Pedro Salinas.
Vida, amor y leyenda del poeta total
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Andrés Trapiello dice: "Juan Ramón Jiménez es él solo y de una vez (?) el mayor territorio poético, literario y biográfico de la literatura española y en español de todo el siglo XX". Este primer párrafo a la edición del 'Album Juan Ramón Jiménez', que publica la Residencia de Estudiantes, es el retrato de un hombre, enfermo de poesía, arrebatado de sensualidad y misticismo, que "fue un solitario? muy sociable". Insiste Trapiello: "Ningún poeta español de su tiempo vio, trató, frecuentó, alentó, ayudó y se relacionó con tanta gente de toda clase". Las páginas que siguen luego, más de 600, son una confirmación de todo ello? Andrés Trapiello, director de este delicado proyecto, ha trabajado mano a mano con dos zaragozanos: el profesor Javier Blasco, director de diversas publicaciones sobre el poeta de Moguer, y el diseñador y tipógrafo Alfonso Meléndez.

 

Javier Blasco es el encargado de repasar la biografía de "este poeta que vivió 'en poeta", mientras José Antonio Expósito es el responsable de fijar la iconografía de 731 fotografías e imágenes que ofrece el volumen. Javier Blasco teje y desteje la existencia y la obra de Juan Ramón: su nacimiento en Moguer en 1881; el contexto familiar a la sombra de su padre, un comerciante de vinos cuya muerte le dejará sumido en una terrible crisis; sus fantasías infantiles mitigadas por la rigidez de los jesuitas; el aprendizaje inicial de la pintura tras una estancia en Sevilla y su inclinación hacia la literatura. Juan Ramón fue enamoradizo y vehemente -como ya había demostrado otro aragonés, Ignacio Prat, en su libro 'El muchacho despatriado'-, tanto que sedujo a varias monjas del Sanatorio del Rosario ("yo le hacía el amor a las hermanas"), a la abadesa del convento como a la aragonesa Pilar Ruberte, entre otras.

Poco a poco, tras pasar por un episódico romanticismo y por el modernismo, va afirmando una lírica personal, de gran pureza. En 1913, se instala definitivamente en Madrid, en la Residencia de Estudiantes y allí dirigirá las publicaciones del centro y cuidará los libros de los amigos. En ese mismo año, se enamora de "la americanita" Zenobia Camprubí Aymar, que había vivido en distintas épocas en Estados Unidos. Ella, que al principio no lo quería y se burlaba con bromas que desconcertaban al poeta, acabó convirtiéndose en su esposa, su enfermera, su compañera en mil faenas y en su protectora. Juan Ramón Jiménez era un trabajador vocacional como editor, como traductor incansable de los simbolistas, de Synge o de Tagore y, sobre todo, como poeta, que renovaba una y otra vez su expresión con libros como 'Diario de un poeta recién casado' o los 'Sonetos espirituales', que dialogaban con Shakespeare.

 

Durante la Guerra Civil, se marchó de España, y anduvo de aquí para allá: Washington, La Habana, Coral Gables en Florida, Maryland, Buenos Aires y finalmente recaló en Puerto Rico. Defendió la república española y mandó dinero para los niños durante la contienda. En 1956, poco después de la muerte de Zenobia, recibió el Premio Nobel de Literatura, por libros como 'Animal de fondo', 'Dios deseante y deseado' o el poema 'Espacio'.

 

A su mujer la despidió con esta elegía sincera: "A Zenobia de mi alma, este último recuerdo de su Juan Ramón, que la adoró como la mujer más completa del mundo, y no pudo hacerla feliz. J. R. J. Sin fuerzas ya".

Este álbum excepcional, en hondura y rigor, en rescate iconográfico de fotos, documentos y portadas, es como una puerta de acceso al laberinto que tejió el poeta que proclamó: "Intelijencia, dame // el nombre exacto de las cosas". Rubén Darío lo definió como el "intérprete de las voces ocultas".