CONCIERTO DE MADONNA EN ZARAGOZA

Pura dinamita

Momento del concierto de Madonna en la Feria de Muestras
Pura dinamita
ESTHER CASAS

"¿Estais listos? ¡Estoy lista!", espetaba Madonna al devoto público congregado frente a ella. Guiñando un ojo nada más salir -sentada en un trono con su inicial- y con un "¡Hola Zaragoza!" tras la primera canción ('Candy Shop'), Madonna se ganó las simpatías de las 30.000 almas, que anoche se congregaron en la Feria de Muestras de Zaragoza. Atlética, camaleónica y deslumbrante. Así se mostró la diva mientras sonaban los acordes de sus primeras canciones y todavía cientos de personas intentaban acceder al recinto.


Otros habían sido más impacientes, ya que a primeras horas de la mañana, alrededor de 300 personas hacían fila en los alrededores de la Feria, aunque no pudieron ver la llegada de la reina del pop, que tuvo lugar sobre las 15.30 con absoluta discreción. A las 17.30 hubo ensayos previos y a las 20.30 la música comenzó a sonar con el famoso Dj Paul Oakenfold, que no consiguió entusiasmar a quienes se apiñaban en torno a la pasarela unida al escenario, por la que Madonna salió en un descapotable blanco al sonar 'Beats goes on'.


Antes de arrancar el recital, y a pesar del calor que hacía ayer tarde a pleno sol, muchos de sus fans esperaban ansiosos la apertura de puertas, confusos porque la hora que figuraba en las entradas (17.30) acabó siendo en realidad las 18.45. Muchos corrieron como gamos para colocarse en primera fila.


La gente hizo la espera más llevadera compartiendo recuerdos de otras giras con sus vecinos, la mayoría incondicionales de segunda generación, con entre 20 y 30 años. Aunque hubo excepciones, como las hermanas Ximénez, Cristina, Teresa y Pilar que, muy coquetas, no quisieron hablar de edad, aunque dijeron estar más cerca de los 60 que de los 70. "Estamos deseando verla porque nos han dicho que es una maravilla y a nosotras no nos gusta perdernos las cosas que merecen la pena". Entre los más jóvenes, el riojano Adrián Calvo, de 14 años, seguidor de la diva desde los 10 y entusiasta se sus 'Confesiones en una pista de baile'. "Espero que sea muy bonito… ¡Después del calor que hemos pasado!", aseguraba, mientras la zaragozana Rosa Villalón se lamentaba de que les hubiesen confiscado las botellas de agua a la entrada y se preguntaba si no hubiera sido más práctico verla en La Romareda.


En las zonas vip, las únicas con asientos, la gente escaseó hasta ya casi llegada la aparición de Madonna sobre el escenario, aunque a esa hora las mesitas amontonaban copas ya vacías de champán. La cantante salió a la palestra con apenas diez minutos de retraso, que habían animado algún tímido silbido y gritos de "¡Que quiten las vallas!" desde la zona del fondo (cuyos espectadores veían envidiosos el espacio aún vacío delante de ellos).


Los propios fans organizaron la fila de acceso, que quedó lamentablemente sembrada de desperdicios, paraguas, sombrillas y hasta sillas plegables. Desde las 15.00, los empleados de Zaragoza Limpia se afanaban en retirar la porquería.


Los madrileños Natalia Rico y Juan Paúl -músicos de la banda Hayerais- descansaban sentados en el suelo. Ella, pelo rapado por los lados, labios rojo vivo con piercing y ropa negra, ya estuvo en el concierto de Sevilla del año pasado y aseguraba ser más fan de la "época mística" de la Madonna, "la de 'Frozen' y 'Ray of Light'", precisaba, que Natalia atesora entre sus influencias musicales junto a Rammstein y la electrónica.


También la esperaban sentados en el suelo, abanicándose y cubiertos con sombreros cordobeses rojos y negros, otros cinco madrileños, que habían optado por perderse el recital de allí y venirse a Zaragoza. "Era un atraco el precio de las entradas en Madrid, la más barata 96 euros. Al venir aquí nos vamos a gastar más, pero también veremos Zaragoza", argumentaba Antonio Arellano.