ENTREVISTA

Manolo García: "Nunca he asimilado bien la cultura institucionalizada"

El artista actúa hoy (22.30) en la plaza de Toros de Huesca al frente de su banda de siete músicos, dentro de la gira del álbum 'Saldremos a la lluvia', número uno en las listas de ventas

Manolo García, durante un concierto en Zaragoza.
Manolo García: "Nunca he asimilado bien la cultura institucionalizada"
esther casas

En los últimos discos se ha ido usted de viaje: Brasil en el anterior, Creta y el Mediterráneo ahora...

Lo mejor de esta última experiencia fue encontrar un nuevo perfume sonoro. Me considero un artista de rock, los acordes de mis canciones lo dicen, pero conservo la inquietud, las ganas de explorar, de hallar cosas que den un toque singular a lo que hago. No lo llamaría mestizaje ni fusión, sino rock de miras amplias, interpretado por músicos excelentes, lejanos a mí en la distancia y el concepto.

Tal y como está el patio, no anda mal de 'bolos' este verano. Muchas veces ejerce de productor, arriesga para no depender de que suene el teléfono...

Siempre he tenido un deseo de independencia, no asimilo bien la cultura institucionalizada. Creo que el paragüas protector exige un peaje, le quita libertad a la expresión cultural. Mi generación es contracultural y no consiente ciertas pautas. Tengo normas, empezando por negarme a cobrar precios abusivos. 'Veintipico' euros por un buen concierto de dos horas, en el que nos entregamos, me parece correcto. Más, no. Allá cada cual, yo no critico a nadie, pero trabajo a mi aire. Tampoco toco gratis, el panadero no regala el pan ni el gasolinero la gasolina. El día en que nadie venga a mis conciertos, me voy a mi casa y punto.

Aragón fue su primer punto de expansión artística fuera de Cataluña. ¿Tiene algún recuerdo especial de aquellos años?

Claro. No me olvido del primer 'bolete' con Los Burros en la peña La Alegría Laurentina en Huesca, luego vinieron más, y seguimos con El Último de la Fila. Y en Zaragoza teloneamos a Kevin Ayers en La Romareda. Recuerdo todo aquello como días muy especiales.

La gente sigue pidiendo temas de El Último de la Fila en los conciertos. Le pasa a todo solista que emerge de un grupo de éxito. ¿Cómo maneja ese asunto?

Me mantengo en un punto lógico, no hay nada que ocultar de mi trayectoria, de la que me siento orgulloso. Toco dos o tres temas de El Último de la Fila: hacer más sería incongruente, no me aferraría a ese legado para hacer funcionar mi carrera solista. Vivo al día y tengo más curiosidad por ver cómo me las arreglo para hacer cosas nuevas: soy nómada de corazón. En el grupo éramos dos, trabajamos todo entre dos durante 17 años. Sigo en contacto con Quimi, vivimos a 80 kilómetros, pero solamente a nivel personal, en lo profesional cada cual anda con lo suyo.

Su compromiso ecologista es manifiesto, y antiguo. ¿Mantiene esa red de colaboración con asociaciones 'verdes'?

Sí, en Aragón es ANSAR. Cuando El Último de la Fila vivió sus años de mayor popularidad, a finales de los 80, ya nos chirriaba bastante todo el tema del consumo desaforado. Y las consecuencias directas: deforestación, deshielo... el planeta se va a pique y hacen falta medidas políticas de consenso a gran escala, no se puede quedar el asunto en el reciclaje. Hay que presionar a los políticos.

Tiene fama de introvertido fuera del escenario. ¿Es cierto?

Bueno... trato de no perder mi yo. A los 13 años supe que quería ser músico. No famoso, músico. Es una vida de introspección: la bohemia y la farándula son otra cosa, respeto esa vía, pero no es para mí. Prefiero vivir tranquilo, ser un ciudadano de a pie, hacer fila en un museo para ver una exposición de Robert Capa, pintar, pasear... si ejerciera de 'artista', perdería mis canciones. Hay otros que pueden transmitir la alegría de las lentejuelas, y es bueno que existan, que haya variedad de opciones, pero a mí me sientan mal.