ARTE

La pintora aragonesa que captó el alma de Michael Jackson

La aragonesa Nati Cañada retrató a Michael Jackson en la década de los noventa. El artista posó para ella en 1993 y, cuando la obra estuvo terminada, el rey del pop recibió personalmente a la pintora y la invitó a conocer Neverland, su paraíso particular.

La pintora aragonesa Nati Cañada posa con Michael Jackson el día que le hizo entrega del retrato.
La pintora aragonesa que captó el alma de Michael Jackson
E.C.

La primera vez que la pintora aragonesa Nati Cañada vio a Michael Jackson en persona fue el 23 de septiembre de 1992 en el madrileño estadio de fútbol Vicente Calderón, pero a los dos les separaba un enorme escenario y miles de fans enloquecidos.

Dos años antes, le habían encargado un retrato del rey del pop y ella quería ver cómo se movía y qué transmitía este artista de masas encima del escenario. 'Jacko' estaba inmerso en su gira Dangerous World Tour y la imagen que le transmitió a Cañada fue la de "una persona agresiva y fuerte".

 

Una opinión que cambió por completo cuando lo conoció en Los Ángeles el día que posó para ella, en 1993. La apretada agenda del astro había retrasado el encuentro casi dos años, pero finalmente tuvo lugar en casa del 'responsable' de que esta cita fuera posible, el cirujano plástico Steven Hoefflin, gran amigo del cantante y a quien Cañada había pintado varios años atrás.

 

"Michael conoció mi trabajo gracias al doctor. Yo le hice un retrato en blancos y cuando él lo vio dijo que eso es lo que estaba buscando, un cuadro donde apareciera todo blanco", recuerda Cañada, quien no puede evitar sonreír ante los comentarios que esta declaración pueda suscitar.

 

La cita la programó la representante del actor, Evy Tabaschi, en casa de este cirujano, responsable de los retoques de artistas tan conocidas como Elisabeth Taylor o Sofía Loren y que, a pesar de ser amigo personal del cantante, nunca tuvo nada que ver en sus intervenciones plásticas.

Un breve posado

Michael llegaba de viaje a las siete de la mañana y a las nueve tenía que estar grabando en los estudios. Dos horas era el tiempo del que disponían para este primer y único posado, al que llegó vestido con un sombrero y unas gafas de color negro y una gabardina clara. Su melena rizada estaba recogida en una coleta, aunque luego en el cuadro original el artista aparece con el pelo suelto.

 

En apenas dos horas, el autor de 'Thriller' se cambio de ropa y se puso una camisa blanca y unos vaqueros, departió con la pintora, vieron fotografías de otros retratos y se dejó fotografiar durante varios minutos, a pesar de la negativa inicial de sus representantes, que solo permitían hacerle una foto. Al final, Nati Cañada pudo tirar un carrete entero de fotos "que nunca verán la luz porque yo le di mi palabra y se quedarán para siempre ocultas en mi casa".

 

Durante la sesión, hablaron un poco de pintura mientras él posaba sentado en un sillón con los brazos colgando. "Apenas estuvimos veinte minutos solos, y durante ese tiempo fue muy amable conmigo. Me pareció una persona muy educada, pero que no respiraba alegría, que no era feliz", recuerda Cañada.

 

A principios del año 1996, Nati Cañada se desplazó a Los Ángeles para entregar el cuadro al artista. Un retrato en colores blancos donde junto a la imagen de Jackson aparece en un recuadro pequeño una foto del cantante con sombrero y un espíritu que ella pintó por encima del artista, en uno de los extremos de ese lienzo de 120 x 90 centímetros.

 

Acompañada de su chófer, Cañada fue a entregar el cuadro. "Tuve que ir a un hotel y preguntar por Gari Horne, que fue la persona que me recibió y subió conmigo por un ascensor secundario. Todo muy misterioso. Pero cuando llegue a la habitación y toqué en la puerta salió a recibirme el propio Michael con su hijo mayor en brazos, y al fondo se oía llorar a otro bebé, que debía de ser su niña. De nuevo fue amabilísimo conmigo, dijo que el retrato le encantaba y que la idea de poner el espíritu le había parecido muy acertada", apunta Cañada.

 

Sus temores de que el cuadro no fuera de su agrado desaparecieron de un plumazo, tal y como ya le habían advertido el doctor Hoefflin y su equipo médico, a quienes enseñó la obra terminada un día antes, con el fin de conocer su opinión.

"You are great artist, you are great artist" (Tú eres una gran artista, tú eres una gran artista). Así se despidió Jackson de Cañada después de invitarla a pasar un día en Neverland, ese paraíso infantil donde el cantante se convertía en el niño que nunca pudo ser.

Neverland, el paraíso

Tiempo después, y ante la imposibilidad de que la agenda de ambos coincidiera, Cañada decidió aceptar la invitación y visitar Neverland el 28 de septiembre de 1996. Gayle Gofort se encargó de atenderla en este recorrido por el 'País de Nunca Jamás'. "El personal del parque me dijo que Michael había ordenado que todo estuviera en funcionamiento para cuando llegara, las norias, la máquina de palomitas... También me dijeron que era una excepción abrirlo para una sola persona", matiza.

 

Allí, la pintora recorrió el parque en un tren especial y pudo comprobar ese mundo de magia y fantasía que tanto gustaba a Jackson, quien solía compartirlo con niños de colegios y centros hospitalarios. "Era una especie de Disney en miniatura, lleno de golosinas y juguetes para los pequeños. Un lugar mágico, tal y como dejé reflejado en el libro de firmas, donde agradecí a Michael su amabilidad", apunta Cañada, quien está escribiendo un libro con los recuerdos de su encuentro con Jackson y otros personajes influyentes que ha retratado a lo largo de su vida.

 

El ritmo de trabajo de los dos artistas impidió más encuentros, pero tras el juicio en el que Jackson fue absuelto por abusar de un menor, la pintora aragonesa le envió una carta de apoyo. Aunque los cambios constantes de dirección del artista provocaron que la misiva fuera devuelta.

 

La semana pasada, cuando Nati Cañada tuvo conocimiento del fallecimiento del artista, vinieron a su mente las dos veces que se vieron. "Yo tuve la suerte de conocer a la persona y al personaje y puedo decir en voz alta que siempre creí en él y que esa persona rara y distante de la que la gente hablaba tuvo la amabilidad de darme la mano en cuatro ocasiones, de firmarme un autógrafo y de preocuparse por mi obra y mis aficiones", concluye la artista.