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El azote de la Real Academia

Estudió Ciencias, pero no puede ser más de letras. Ángel Hernández analiza con lupa los diccionarios de la RAE. Y da cuenta de sus fallos a la propia Academia.

Más de mil horas empleó Ángel en diseccionar las dos últimas ediciones del Diccionario de la RAE para encontrar fallos... y mejorarlo
El azote de la Real Academia
PEDRO ETURA

Encontrar erratas a la propia Real Academia Española (RAE) tiene bemoles. Por cierto, una expresión que la propia RAE considera correcta. Como "la biblia en verso" o "vender la burra". Y Ángel Hernández Mostajo lo tiene constatado. Poner su segundo apellido es obligado. Así, es más fácil reconocerlo como uno de los habituales en las cartas al director en este diario. "No entiendo cómo la gente acepta todo", declara sobre este pasatiempo. El otro le ha llevado más de mil horas y ha consistido en leerse las dos últimas ediciones del Diccionario de la RAE, "con total respeto", dice. Respeto, sí, pero a la edición de 1992 le encontró 97 erratas y, a la siguiente, de 2001, 47. Y así se lo hizo saber a los académicos que, lejos de molestarse, le agradecen su esfuerzo. "Me dicen el flagelador de la RAE, pero lo hago por mejorar, no por criticar, porque mis escritos están mandados en buen tono". Muy bueno debe ser, porque el propio presidente de la RAE, Víctor de la Concha, se lo ha agradecido en una carta, encabezada con un "Querido amigo" y en la que le prometía examinar sus observaciones.


Ahora, está analizando todas las enmiendas que, vía Internet, la Academia está realizando a los vocablos de cara a la próxima entrega del diccionario, que se publicará en 2013 para conmemorar su tercer centenario. "Hasta el momento, han tocado 5.091 palabras", contabiliza Ángel. Y, entre todas las nuevas precisiones, el experto ha llegado a conclusiones como una mayor inclusión del lenguaje de la calle -la RAE ya acepta "el malo de la película" o "cuerpo de jota"-, la revisión de términos científicos o el retraso en la aparición del euro. "En todos los ejemplos desperdigados por el Diccionario, siguen saliendo las pesetas", constata.


Además de las erratas, sugiere cambios y da cuenta de despistes, como en el ejemplo con el que la RAE ilustra la palabra "pacífica". "En vez de Costa Pacífica, ponen Casta", apunta. Y, entre los 778 aragonesismos del último Diccionario, toma cuenta de errores como atribuir la palabra "gayata" a Huesca y Teruel. "¿Y los de Zaragoza no llevan gayata?", se pregunta.


Sus descubrimientos también pasan por expresiones arcaicas que hoy han perdido toda vigencia, como "media con limpio", y errores no precisamente relacionado con el lenguaje. En la edición de 1992, la RAE se refería a la palabra "bovaje" como un impuesto que se pagaba "en el reino catalanoaragonés". Ángel mandó una queja y lo corrigieron… pero no de forma satisfactoria. En 2001, el "bovaje" siguió siendo para la Academia un tributo, pero del "antiguo reino de Cataluña y Aragón".


Tras este laborioso trabajo se esconde un ingeniero técnico químico que sacaba dieces en Lengua y que, admite, se equivocó de vocación: "Aunque me vengué estudiando Derecho ya de casado. En cuanto pude, me puse a hacer lo que realmente me satisface". Y ha sido fructífero, porque muchas de sus peticiones a la Academia han sido aceptadas. "Aunque siempre dudo si he sido yo el sugeridor o ha habido 23 más…", confiesa.