CINE

El mecánico cinéfilo que se convirtió en “un héroe de la cultura aragonesa”

El filme ¿Manuel Rotellar: apuntes desde la fila 8¿ se estrena hoy en el Centro de Historia de Zaragoza

Manuel Rotellar, actuando en el premiado corto ¿El rey¿, de Pomarón.
El mecánico cinéfilo que se convirtió en “un héroe de la cultura aragonesa”
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“Fue un héroe de la cultura aragonesa de posguerra”, sentencia el profesor y cineasta Luis Alegre al poco de empezar el documental ‘Manuel Rotellar: apuntes desde la fila 8’, que ha realizado Vicky Calavia. La película, de 47 minutos de duración, pretende rendir homenaje al hombre que le da título, el zaragozano Manuel Rotellar (1923-1984), repasando su vida y personalidad a través de la mirada de quienes fueron sus amigos, discípulos y colegas de correrías cinematográficas.


Rotellar murió a causa de un tumor cerebral meses después de haber visto recompensada su devoción por el séptimo arte con el nombramiento como director de la Filmoteca de Zaragoza. Pero, para entonces, ya había dejado tras de sí un legado muy estimable como coleccionista (herencia que recibió la Filmoteca), crítico de cine (trabajó en medios como RNE, ‘El Día’, ‘Revista Zaragoza’, ‘Pueblo’ o ‘Film Forum’, y publicó varios libros monográficos para el Festival de San Sebastián), productor de cine (cofundó Moncayo Films en 1962) e incluso actor (dirigido por José Luis Pomarón, Antonio Artero o José Antonio Duce).


“Fue un hombre inquieto, mordaz, culto, socarrón y amante de la vida”, afirma el periodista de HERALDO, Rafael Bardají, que también participa en el documental. “Conocí Rotellar en ‘Aragón Exprés’. Me enseñó los secretos de la ciudad en mis primeros balbuceos periodísticos”, evoca Bardají.

 

De la hilatura al celuloide

Manuel Rotellar fue, en palabras de Luis Alegre, “un enfermo del cine”. Para ganarse la vida, Rotellar trabajaba en una fábrica de hilaturas:_Algodonera del Ebro. En el documental, el cantante y político José Antonio Labordeta, que fue amigo suyo, lo recordaba ayer: “Lo acompañaba al trabajo, él iba con su mono de obrero y yo me preguntaba qué hacía un hombre así apretando tornillos y trabajando de mecánico”.


Porque Rotellar era, en realidad, un auténtico erudito enamorado del séptimo arte, que acudía a tantas sesiones como podía y siempre se sentaba en la fila ocho, con su libreta para apuntar los títulos de crédito y, a veces, una grabadora para llevarse registrada la banda sonora de la película (el vídeo doméstico y el DVD llegaron un poco tarde para él).

Lo que ahora sería castigado como piratería fue entonces un medio para afinar sus conocimientos y dar a sus críticas un rigor que luego se plasmó también en publicaciones especializadas como la ‘Enciclopedia del séptimo arte’ (1972), ‘Historia del cine en sus mitos’ (1980), ‘El erotismo en el cine’ (1983), ‘Dibujo animado español’ (1981) o ‘Aragón en el cine’ (1973).


Eduardo Ducay rememora cómo el talento de Rotellar salió a la luz cuando ganó un concurso de críticas que convocaba el Cineclub Zaragoza: “No lo conocía nadie y el cineclub hizo aflorar un personaje así”, que también fue rapsoda en la tertulia Niké.


Rotellar fue, con José Luis Pomarón, Julián Muro, Víctor Monreal, Emilio Alfaro y José Antonio Duce, uno de los impulsores de Moncayo Films, productora que respaldó largometrajes como ‘Muere una mujer’ (dirigido por Mario Camus con un guión coescrito por Carlos Saura), ‘El rostro del asesino’ (de Pedro Lazaga, con guión de Alfaro) y ‘Culpable para un delito’, de Duce y Alfaro.


Imágenes de la Olivetti que Rotellar usaba para escribir y de uno de los cortometrajes que protagonizó, el experimental ‘Sic Semper’ de Pomarón, han servido a Calavia para dar continuidad a su sentido documental.