FOTOGRAFÍA

Los píxeles acaban con el carrete

Las nuevas tecnologías han revolucionado el arte y el negocio de la fotografía en muy poco tiempo. Las cámaras digitales copan el mercado, aunque resisten -de manera muy minoritaria- los viejos rollos.

Si el señor Eastman levantara la cabeza…, cogería un móvil y empezaría a hacer fotos como un loco. El 'padre' de la fotografía comercial, George Eastman, fundó la empresa Kodak y sacó a la venta en 1888 la primera cámara que usaba rollo de película. Los precios eran muy económicos (unos 25 dólares) y la compañía se encargaba del revelado. Su campaña de promoción se hizo famosa ("Usted aprieta el botón, nosotros hacemos el resto") y la cámara Kodak popularizó la fotografía. Ya no hacía falta tener grandes conocimientos técnicos ni manipular productos químicos para el revelado. Cualquiera podía apretar el botón.


Este lema sigue plenamente vigente. Ahora basta con apretar un botón, pero ya no hace falta ni carrete. La historia de la fotografía en los últimos años ha sufrido una gran revolución, con el paso de la fotografía analógica a la digital. La transformación ha sido absoluta, tanto en la técnica como en la manera de concebir la fotografía. Cualquiera puede hacer fotos. Al instante. Todas las que quiera. Con la cámara o con el móvil.


Soplan aires de despedida y cambio en la industria. La mítica Polaroid dejó de fabricar a principios de este año los carretes para sus cámaras instantáneas. Ya no se venden cámaras analógicas -salvo las desechables, un negocio que aún funciona bien- y los rollos han quedado como algo residual en las tiendas. La industria se ha tenido que reinventar a gran velocidad para superar su propia crisis.


La historia de esta transformación es muy reciente, en apenas una década. Las primeras cámaras digitales compactas dirigidas al gran público se empezaron a vender en 1998. En 2002, la venta de cámaras digitales superó a la de las analógicas en España, según datos del sector. Desde entonces, la venta de cámaras y películas fotográficas ha caído en picado, mientras crece espectacularmente el mercado de productos digitales.


"El mercado analógico es muy minoritario: son sobre todo gente mayor que no domina las nuevas tecnologías o fotógrafos aficionados que mantienen sus viejos equipos. El blanco y negro se ha quedado básicamente para las escuelas de fotografía o los revelados domésticos", afirma Santiago Budría, responsable de la tienda-taller Tamo, en Zaragoza, una de las pocas que todavía repara cámaras analógicas.


La facilidad de uso y el abaratamiento de los equipos hacen que la venta de cámaras digitales siga creciendo. Las previsiones son que seguirán bajando de precio y las ventas aumentarán hasta el año 2011. Ahora se están vendiendo muy bien las cámaras digitales réflex. Y el futuro son los nuevos soportes para hacer fotos. Nueve de cada diez móviles que se venden ahora llevan cámara incorporada. La carrera tecnológica no para: surgen cámaras réflex más baratas, compactas de mayor calidad, con más píxeles, más zoom, más calidad…


No solo cambia la técnica, también el uso y el sentido de la fotografía. Su popularización ha llegado al límite. Cualquiera puede hacer fotos, retocarlas, hacer copias, colgarlas en Internet, crear un album digital, compartirlas con otros en blogs... Ahora se 'revela' en el salón de casa, con un ordenador doméstico. No hace falta ni pisar una tienda de fotografía. Las fotos son más que un recuerdo, un objeto de consumo.


Los profesionales de la fotografía han sido testigos directos de estos cambios. Hace poco más de diez años, un fotógrafo de prensa iba a un partido de fútbol, gastaba cuatro carretes, corría al hotel, revelaba los rollos en el baño y luego enviaba las fotos a la redacción. Hoy transmite con móvil, mientras se está jugando el partido. "El cambio ha sido brutal. Las posibilidades de la fotografía digital son impresionantes. Pero también es una trampa: hay que invertir en equipos, hay mucho trabajo de postproducción, se nos plantean problemas informáticos y de almacenaje", afirma Luis Correas, uno de los primeros fotógrafos que dio el salto al digital.


En 1998 empezó a usarse la fotografía digital en prensa y a partir del año 2000, se generalizó su uso. El trabajo es ahora más rápido y sencillo. "La manera de trabajar ha cambiado. Con la cámara digital puedes hacer un número ilimitado de fotos. Pero tiendes a preocuparte menos porque luego lo puedes retocar todo: la luz, el encuadre…", reconoce Pedro Etura, que empezó a trabajar hace seis años, directamente con cámara digital. Trabaja en el HERALDO y, además, se ha especializado en bodas. "Se ha popularizado mucho la fotografía pero se ha desvirtuado la profesión. Parece que cualquiera puede hacer fotos", apunta Etura. "Popularizar la fotografía es bueno, pero el problema es que se pierde exigencia y calidad. Tener los medios técnicos no significa tener una buen foto", subraya Correas.


Pese a la generalización de la fotografía digital, todavía hay profesionales que trabajan con rollos fotográficos. Prefieren la pureza de la fotografía tradicional y defienden una manera diferente de trabajar. Gervasio Sánchez ganó el último Premio Ortega y Gasset por una foto -hecha con cámara analógica- de su proyecto "Vidas minadas". "Sigo utilizando la cámara analógica y el negativo blanco y negro para los trabajos más documentales. La digital la uso para temas de actualidad. Desconfío un poco de los sistemas de almacenaje de las digitales", explica Sánchez.


Muchos profesionales y aficionados aún mantienen un equipo analógico como hobby. Reconocen que, con las nuevas tecnologías, se ha perdido "la magia" de la fotografía.