LETRAS

Mercè Rodoreda, primer centenario de la narradora catalana más universal

Se cumple un siglo del nacimiento de la autora de 'La plaza del diamante', una de las mejores novelas de la posguerra española. Exilada y de tardío reconocimiento, la escritora vio su obra traducida a una treintena de idiomas.

"'La plaza del diamante' es la más bella novela que se ha publicado en España después de la Guerra Civil". El elogio parte de Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura que supo ver antes que otros el mucho el talento de su autora, Mercè Rodoreda (1908-1983). Se cumplen cien años del nacimiento de esta escritora catalana de reconocimiento tardío que vio su obra traducida a una treintena de idiomas. Narrando sobre el entorno de su infancia y adolescencia, esta barcelonesa que sufrió el exilio y muchas carencias, que alternó la costura y la escritura, se convirtió en una narradora universal.

 

Alternó en el cuento, la poesía, el teatro y la novela y coqueteó con la pintura. En su legado destaca sobre todo una novela, 'La plaza del diamante' (1960), y su protagonista, Colometa -palomita-, un personaje tierno y decidido, como su autora, que forma parte de nuestra memoria colectiva. Gracias, sobre todo, a la serie de televisión que en los años ochenta protagonizó Silvia Munt con dirección de Paco Betriu.


Universidades y editoriales han venido celebrando como se merece el 'Año Rodoreda', que tiene este viernes su día grande. Mientras que el sello Edhasa reedita sus mejores novelas -'La plaza del diamante', 'La calle de las camelias' o 'Espejo roto'-, expertos, profesores y estudiosos se han reunido para analizarla y se han sucedido las adaptaciones teatrales de sus novelas, simposios, congresos y exposiciones. Como 'Mercè Rodoreda. Espejo de lenguas' que le dedica la librería Blanquerna en Madrid y que reúne pasajes de su obra en lenguas tan diferentes como el chino, japonés o árabe.


Se tiene por cierto que Mercè Rodoreda i Gurguí nació el 10 de octubre de 1908 en Barcelona, aunque ella misma sembró dudas al escribir en alguna ocasión que había nacido el 17 de octubre, o el 10 de octubre de 1909. Nació en el seno de una familia acomodada del barrio barcelonés de Sant Gervasi. Su abuelo, Pere Gurguí, devoto admirador de Jacinto Verdaguer, el gran procer de las letras catalanas, le inculcó el amor por las letras catalanas y las flores.


El paraíso que su abuelo construyó para ella se vino abajo con la grave enfermedad del anciano, lo que obligó a que la pequeña Mercè abandonara el colegio. Su afición por las letras quedó en un segundo plano y su madre le dio en casa la educación que se suponía lo mejor para una jovencita de la época, que debía saber coser, cocinar, planchar y atender un hogar para solaz de su esposo. Un esposo que no tardaría en irrumpir en su vida de forma abrupta.


Mercè tiene doce años cuando muere su abuelo y su mundo se derrumba. La familia pierde su bienestar económico. Su tío Joan, regresado de Argentina, se convierte en nuevo cabeza de una familia que busca acomodo en un bario más modesto. El tío, 14 años mayor que ella, exige además el cumplimento del matrimonio con su sobrina, apalabrado por la familia cuando la cría sólo tenía 13 años. Se casan en 1928, cuando Mercè cumple 20 años y se les otorga una dispensa de consanguinidad.

Rebelón y exilio


El matrimonio fue un infierno y anticipo de una vida dura y convencional contra la que Rodoreda se rebelaría a través de la literatura. En poco tiempo se forma y obtiene un empleo como periodista. En 1932, comienza su andadura como narradora y publica a lo largo de cuatro años en 'Proa' otras tantas novelas que luego repudiaría como «pecados de juventud». No deja de publicar entrevistas, artículos y reportajes en cabeceras como 'Clarisme', 'Mirador' o 'Meridiá'.


El estallido de la guerra civil marca la ruptura de su desdichado matrimonio. Rodoreda se refugia en la casa familiar junto a su único hijo, Jordi, aquejado de una grave enfermedad mental. En 1937 obtiene su primer reconocimiento literario, el premio Crexells que se le concedió por 'Aloma', novela que reescribiría más adelante de punta a cabo. Dos años después toma con los derrotados el camino del exilio y cruza la frontera francesa en un bibliobús de la Institució de Lletres Catalanes.


Permaneció en Francia -París, Burdeos y Limoges- mucho más tiempo del que hubiera deseado. Subsiste en condiciones extremas.

Se gana la vida como modista, cosiendo blusas, pijamas y piezas de lencería para unos almacenes de lujo. A pesar de las dificultades no deja de escribir, y lo hace en un catalán que el extrañamiento hace dificultoso.


En un tiempo oscuro una luz se enciende en su vida, que se cruza con la de Joan Prat, el crítico literario y escritor que firma como Armand Obiols, con quien mantendría una relación compleja, ya que Prats estaba casado y tenía una hija. Tras él se marcha a Ginebra donde llevará una vida aislada a lo largo de 24 años y escribirá lo mejor de su obra. Alterna su estancia en la ciudad suiza con viajes a París -donde mantuvo siempre un modesto apartamento- y Barcelona, donde se apagaba la vida de su madre.


Supo convertir en fructíferos aquellos años de soledad en los que escribió 'La plaza del diamante', 'La calle de las camelias' o 'Mi Cristina y otros cuentos'. Cuando muere Joan Prats en Viena, Rodoreda regresa a Cataluña y alumbra su narración más ambiciosa 'Espejo roto' (1974). Es tiempo de recibir, por fin, reconocimientos como el Premio de Honor de las Letras Catalanas que se le concede en 1980, el mismo año en que publica 'Cuanta, cuanta guerra..' o la originalísima colección de cuentos 'Viajes y flores', premio de la Crítica, y Ciudad de Barcelona.


Mercè Rodoreda moría víctima del cáncer el 13 de abril de 1983 en Gerona, la provincia en la que pasó los últimos y sosegados años de su vida. Un tiempo de placidez en el que no pudo concluir 'La muerte y la primavera' y que transcurrió en una casa con jardín de Romanyá de la Selva, localidad en la que reposan sus restos.

Desde el corazón de Gracia


Se compara a Rodoreda con Virginia Wolf, y no es descabellado.

Las novelas de la catalana, como las de la británica, las protagonizan mujeres aparentemente vulnerables pero muy decididas y están escritas en clave lírica y soportadas sobre la psicología de unas mujeres a cuyo través vemos cambiar la sociedad a la que pertenecen.


Como ocurre tantas veces Rodoreda, hace universal un espacio muy local, el popular barrio de Gracia, en el corazón de la Barcelona de posguerra en el que transcurre su novela más famosa. Allí vive Natalia, quien su novio llama con cariño Colometa -palomita- una joven decidida, sensible y humilde que verá rotos todos sus sueños ante la dura y áspera realidad. Cecilia, protagonista de ´La calle de las camelias' se mueve en la misma clave intimista a la que fue fiel una Mercé Rodoreda que ambientó siempre sus obras en los lugares donde vivió, Ginebra y Romanyá de la Selva además de Gracia.