FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

Jaime Rosales siembra demasiadas dudas con su película "Tiro en la cabeza"

La cinta presentada ayer en San Sebastián, que no tiene diálogos, quiere ser experimental pero no conecta con el público

Hay películas sobre las que es muy difícil hablar, más aún escribir. La dificultad de hacerlo no viene dada tanto por sus características propiamente cinematográficas como por el contenido que nos propone, más aún cuando ni los objetivos ni sus resultados están claros. Ayer, poco más de veinticuatro horas después del atentado que costó la vida a un militar español en Santoña, el Festival de San Sebastián ofreció en su sección oficial a concurso "Tiro en la cabeza", tercer largometraje del último ganador de los premios Goya, Jaime Rosales.


El Festival de San Sebastián, cuya dirección ha expresado su rechazo a la violencia de la banda terrorista ETA y mostrado su solidaridad con los familiares de las víctimas de los últimos atentados, ha ofrecido en alguna ocasión anterior películas que se acercaban al terrorismo. En concreto, al terrorismo etarra. Lo hizo con la magnífica "Días contados" y asimismo, entre otras, con "La pelota vasca", un gran trabajo del cineasta vasco Julio Medem, que fue muy discutido, que provocó una gran polémica, pero que era una muestra excelente de buen cine así como un arriesgado, valiente y honesto ejercicio de sociología, con su análisis de la situación que vive el País Vasco. Es una lástima, eso sí, que el año pasado no se pudiera ver también aquí la última de Manuel Gutiérrez Aragón, "Todos estamos invitados".


Riesgo estilístico


En esta edición, sin embargo, en la programación sí ha sido incluida una película, la de Jaime Rosales, que surgió a raíz del asesinato en la localidad francesa de Capbreton de dos guardias civiles a manos de tres etarras. Murieron de un tiro en la nuca. Rosales ha titulado su película "Tiro en la cabeza".


Al hablar de algunas películas, siempre he dicho que las buenas intenciones no son suficientes para hacer que una película sea sólida y funcione. Y Jaime Rosales, que ya en "Las horas del día" y "La soledad" quiso desmarcarse del cine tradicional para ir hacia un nuevo lenguaje cinematográfico, realiza esta vez una apuesta arriesgadísima: prescinde de los diálogos. No es que sus personajes no hablen, es que no se les escucha, dejándonos tan solo los sonidos, el ruido del ambiente. Surge la primera duda, ¿por qué lo hace? Según él, porque el lenguaje del cine tiene que ir evolucionando. También es cierto que no es el primer director europeo que lo hace.


La ausencia de diálogos, o el no escuchar esos diálogos, sin embargo, no es el problema. Lo que ocurre es que el cineasta, quizás demasiado ambicioso en sus propósitos como autor, coge la cámara y se pone a seguir en su día a día al protagonista. Y durante todo ese tiempo, cuando asistimos al recorrido que este, que es el terrorista, hace por la ciudad, sus reuniones, sus encuentros con la familia, con los amigos, en ese ofrecernos "la mirada del otro", que es lo que Rosales dice que ha querido mostrar, nos vamos quedando fríos, no conectamos, o casi nadie conecta.


La cinta es como un "reality" en el que fuera imposible involucrarse emocionalmente. Solo en los últimos diez minutos, cuando se produce el encuentro casual entre los terroristas y los dos jóvenes guardias civiles, solo en ese momento llegan la emoción y el sentimiento. Y el interés por la película. Todo lo demás, todo lo que Rosales ha mostrado hasta ese momento, no ha funcionado, no nos ha sido útil, ni nos ha explicado nada ni ha contado nada.


¿Por qué lo ha hecho así? Esa es una de las muchas dudas que surgen. Probablemente esta película partió de una buena idea y de unos cuantos buenos propósitos, pero ha quedado reducida a esos diez últimos minutos. Por eso, en mi opinión, me gustaría aclarar que cualquier polémica que pueda surgir en torno a "Tiro en la cabeza" no tendrá su origen tanto en su contenido o en el tratamiento dado a los terroristas, sino en su fallido resultado final.


"Tiro en la cabeza", que se estrenará el próximo día 3 de octubre en salas comerciales y también en el Museo Reina Sofía, está protagonizada por Ion Arretxe, director de arte en las películas de Rosales y al que se da la circunstancia de que, en 1985, se le aplicó la ley antiterrorista por su supuesta pertenencia a ETA.


Más cine francés a concurso


Francia, que el pasado domingo presentó su primer filme a competición en el festival, un drama delirante titulado "La belle personne", volvió a estar presente ayer en la sección oficial con una nueva película a concurso, "Louise-Michel". Dirigida y escrita por Benoit Delépine y Gustave Kerven, un dúo de cómicos con bastante predicamento (al parecer) en el país vecino, "Louise-Michel" es una comedia negra sobre una extraña pareja que va a salto de mata por la vida. Para mí, es tan solo un despropósito, un bodrio de tomo y lomo. Aunque eso sí, hizo reír a muchos espectadores.