LETRAS

La amarga memoria de Zuera, en un libro

Raúl Mateo y Luis Antonio Palacio acaban de publicar "Rueda, rueda, palomera", un estudio revelador sobre los atroces acontecimientos que se vivieron en la localidad de Zuera durante la Segunda República, la Guerra Civil y los primeros años del Franquismo

Los poetas encuentran metáforas donde los demás no las ven. El zufariense Luis Lizán Pérez, que como resistente antifranquista se vio sacudido por todos los vientos del siglo XX, comparaba a sus convecinos, a los que había visto exiliarse en Argelia, México, Francia, Chile o Venezuela, con las palomeras, esos arbustos resecos que ruedan por los campos aragoneses. Y la metáfora de Luis Lizán ha servido a Raúl Mateo y Luis Antonio Palacio para dar título a su último libro, "Rueda, rueda, palomera".


La obra, presentada hace días en la localidad zaragozana, recorre la historia de Zuera desde que se creó el Casino Republicano en 1909, hasta 1946, cuando Franco llegó para inaugurar el pueblo de colonización de Ontinar del Salz. En total, más de 1.600 páginas, 430 fotografías y documentos reproducidos, una docena de memorias inéditas estudiadas, una veintena de archivos analizados y una "cuenta de vidas", que cierra la obra, en la que se recogen los nombres de todos los zufarienses muertos en la guerra, la represión y los campos de exterminio nazis. Un libro documentado, valiente y estremecedor.


"Un amigo me comentó que en Zuera hubo un importante grupo anarquista luchando en la guerra civil y empecé a investigar el asunto y a hacer entrevistas a testigos importantes", relata Raúl Mateo. Cuatro años de trabajo intenso junto a Luis Antonio Palacio, con el que ha desarrollado otras obras de investigación, fructifican ahora en este libro lleno de novedades y datos hasta ahora ocultos.


Sin oposición el 18 de julio


"Desde el punto de vista histórico, Zuera es importante porque fue un pueblo que sufrió mucho durante la guerra civil -asegura Luis Antonio Palacio-. El primer gran bombardeo que hubo en Aragón fue a Zuera. Se registraron en él 8 muertos, de los que 6 fueron niños. Y la represión fue especialmente dura. Cuando llegó el 18 de julio tan solo uno de los vecinos de Zuera se resistió a los franquistas. Por eso sorprende que desde ese día, hasta abril del 37, es decir, en menos de un año, fueran fusiladas más de 180 personas, entre ellas 23 mujeres".


El impacto de esas muertes en una población de 5.000 habitantes fue brutal. Desde el punto de vista histórico, Zuera simbolizaba también todo el país.


"Aun siendo una localidad rural, Zuera era, en realidad, un microcosmos urbano -señala Raúl Mateo-. En sus 5.000 habitantes estaban todas las fuerzas políticas de la época, el republicanismo de izquierdas y de derechas, el socialismo, el anarcosindicalismo, la Falange, los partidos monárquicos... Había terratenientes y pequeños agricultores, industrias resineras, harineras, ferrocarril...".


El 13 de marzo del 36


En realidad, podría decirse que la guerra civil empezó en Zuera el 13 de marzo del 36, cuando la derecha local se sintió amenazada por el triunfo del Frente Popular, y desde el Casino Monárquico tiroteó el Casino Repúblicano. El ataque se saldó con un muerto, varios heridos y más de 60 derechistas detenidos, que fueron trasladados a la cárcel de Torrero. Quizá ello explique la dureza de la represión posterior. O no. En "Rueda, rueda, palomera" se cuentan muchas cosas más que pasaron en Zuera antes, durante y después de la guerra. La exhaustividad que caracteriza los trabajos de Raúl Mateo y Luis Antonio Palacio les ha llevado, por ejemplo, a dedicar más de medio centenar de páginas a la participación de zufarienses en la División Azul. Pero también el estudio se ocupa de profundizar en la vida de los exiliados o, por citar un aspecto que casi nadie toca, relata "cómo vivieron los gitanos de Zuera la guerra y la posguerra, que para ellos fue de una miseria espeluznante. Fueron muy perseguidos, pero su gran movilidad les da ahora una gran importancia como testigos".


Raúl Mateo y Luis Antonio Palacio todavía se han encontrado el muro de silencio que rodea este tipo de investigaciones. "La gente cada vez tiene menos miedo a la hora de hablar de estos temas -apunta Palacio-, pero algo queda. También hemos hallado personas que esperaban desde hace tiempo un trabajo como el nuestro". Juzgan positivamente la línea de trabajo emprendida por Garzón aunque, según señala Mateo, llega un poco tarde. "Esto tenía que haberse hecho quince o veinte años antes", concluye.