HISTORIA

Un calígrafo en la Aljafería

¿Que tal habéis visto el palacio? Muy bien. ¿Sabéis que el árabe se escribe de derecha a izquierda? Vale, ahora lo primero que vamos a aprender es a usar el cálamo. Primero se moja en tinta y luego se seca por los dos lados. Hay que mojarlo muchas veces a lo largo de la escritura. Y lo fundamental es la inclinación que se le da al escribir, con la que obtendremos trazos más gruesos o finos...". Ricardo Vicente recibía así ayer en la Aljafería a tres jóvenes italianos, Giulia, Barbara y Hamid. Este último quiso introducir a sus dos amigas en los secretos de la caligrafía árabe. Y es que desde el pasado mes de junio Ricardo Vicente desarrolla todos los fines de semana en el palacio una actividad singular: un taller de caligrafía árabe que seduce a público de todas las procedencias y edades. Los visitantes del palacio se encuentran en su recorrido con la reproducción de un escritorio del siglo XI, y ven la actividad que en él se desarrolla primero con sorpresa y luego con curiosidad. "La mayoría viene porque quiere ver su nombre escrito en caligrafía árabe -asegura Ricardo Vicente-, pero yo intento trasmitirles de paso algunas nociones de este arte, y de los estilos nasji, andalusí y cúfico".


Sentido y espiritualidad

¿Arte? "Sí, todavía hoy sigue ese debate. Lo que ocurre es que aquí no lo entendemos bien, porque en Occidente la caligrafía no tiene el sentido o la espiritualidad que tiene en Oriente o los países árabes. Yo pienso que es un arte, como lo es el dibujo. De hecho, se emplean los mismos elementos".


Después de licenciarse en Filología Árabe, Ricardo Vicente vivió cinco años en Egipto, donde fue profesor de español en el Instituto Cervantes y en las universidades egipcias de Ain Shams y Al Azhar. Allí, también, estudió caligrafía con Ahmad Sultan y durante cuatro años en la Escuela de Perfeccionamiento de Caligrafía Árabe de El Cairo. "Aún estoy en el camino del aprendizaje -asegura Ricardo Vicente, echando mano de la filosofía oriental. Se dice que en todo arte hay 20 años de aprendizaje y otros tantos para desarrollar todo lo que uno lleva dentro. Llevo practicando la caligrafía árabe unos 15 años. Es un oficio que requiere constancia".


Un oficio, también, que desaparece. ¿Acabará el ordenador con la caligrafía? "Este es un oficio moribundo, eso está claro. Los niños de hoy están casi más habituados al teclado del ordenador y al ratón que al bolígrafo. A principios de los 60 aún se podía escribir en las escuelas con tintero y plumín, pero el cambio que ha habido en estos años ha sido increíble. Y no sabemos cómo escribirán nuestros nietos".


La tinta y el papel

Vicente, que irónicamente define a los cálamos (trozos de caña que mojados en tinta se utilizan para escribir) como "impresoras de última generación", desarrolla su taller de 10.00 a 13.00 y de 16.00 a 19.00, viernes y sábados, y los domingos solo por la mañana. Los talleres, que han sido organizados como actividad paralela a la exposición "El paraíso en la Tierra", iban a concluir este domingo pero, dado el interés entre los visitantes del palacio, se celebrarán hasta fin de mes.


Basta acercarse el viernes, sábado o domingo al escritorio de Ricardo Vicente para conocer no solo los secretos de la caligrafía árabe sino también de la escritura en general. Porque Vicente desgrana sus conocimientos sobre la fabricación de papel (ya en el siglo XI los árabes disponían de molinos papeleros en Játiva) o la tinta, que se conseguía utilizando pigmentos vegetales y minerales (el azul lo obtenían del lapislázuli, el rojo del cinabrio o del minio, el verde de la malaquita...). "La escritura era básicamente en color negro, empleaban tintas ferrogálicas hechas a base de agalla de roble, que se mezclaba con goma arábiga". También les cuenta cómo se fabrica un buen cálamo. "Lo que más sorprende a la gente es que, aun no sabiendo árabe, puede aprender su caligrafía, y prácticarla, en poco tiempo", concluye.