LITERATURA

Perú se reconcilia definitivamente con Vargas Llosa y lo cubre de gloria

Perú se ha reconciliado definitivamente con su gloria nacional, el escritor Mario Vargas Llosa, y le ha dedicado toda una semana de emotivos homenajes en los que el escritor ha podido palpar su popularidad y el cariño de los limeños.


Ya nadie quiere recordar la época en que el escritor, derrotado por Alberto Fujimori en las elecciones de 1990, rompió con su patria, se impuso una especie de exilio y estuvo prácticamente diez años sin pisar el Perú. Su petición de nacionalidad española en 1993 escoció mucho en este país en aquel momento, pero hoy, quince años después de aquello y con un Fujimori entre rejas, Vargas Llosa sí que puede sentirse profeta en su tierra.


La serie de homenajes comenzó el domingo en la Feria del Libro limeña. Era la presentación de una recopilación de artículos sobre el artista escritos por varios intelectuales latinoamericanos, pero como el público sabía que el autor firmaría ejemplares de su obra, se armó un revuelo más parecido al de las estrellas de rock.


El intelectual, que siempre ha arrastrado en su país un aura de distante y aristocrático, se congratuló más tarde de que quienes acudieron en busca de un autógrafo fueran "casi todos jóvenes humildes, chicos de clase media modesta".


El martes siguiente, la Biblioteca Nacional de Perú inauguró un teatro con el nombre del escritor, financiado por una entidad bancaria. "Nada podía conmoverme tanto como ver mi nombre en la fachada de un teatro", dijo el arequipeño, que hizo aquel día un apasionado canto al teatro.


Fue tal vez el acto más íntimo y emotivo de toda la semana, y el artista, con una ironía donde podía leerse un cierto ajuste de cuentas con el pasado, declaró: "Es casi un acto de justicia que alguien que ha amado y gozado tanto del teatro, finalmente la vida generosa le haga este regalo".


El miércoles fue el turno de la mayor exposición nunca dedicada a su persona y su obra: se llama "Mario Vargas-Llosa, la libertad y la vida", y consta de catorce salas en una de las joyas del Lima colonial, la Casa Bernardo O'Higgins, que aquel día contaba con una nutrida presencia de ministros, diplomáticos y figuras de la cultura.


En la muestra se recogen páginas manuscritas del autor, algunas de las primeras novelas que leyó, agendas personales, pasaportes antiguos, recreaciones de algunos escenarios de sus novelas más celebradas -el bar de "Conversación en la Catedral", el dormitorio militar de "La ciudad y los perros"-, así como portadas de sus novelas en decenas de idiomas.

Y por si todo esto fuera poco, el escritor inauguró al día siguiente la XII edición del Festival de Cine de Lima, que este año también está dedicado a su obra. "Uno puede recibir muchos reconocimientos, pero nada llega tan hondo como el que recibe de su propia gente, de su país", dijo un emocionado Vargas Llosa en referencia a esta semana en la que toda Lima se ha rendido a sus pies.


Una Lima que desde esta semana cuenta además con una "ruta de Vargas Llosa", una especie de itinerario turístico ideado por el escritor Rafo León y que propone al viajero un recorrido por los lugares más emblemáticos que pueblan sus novelas.


Ha sido tal la cantidad y la calidad de los homenajes recibidos en esta intensa semana, que Mario Vargas Llosa, abrumado por tanto reconocimiento, quiso dejar clara una cosa: que aún no está muerto.

"Una exposición como esta generalmente se consagra a los muertos, a modo de balance de su vida. Pero yo quiero asegurar que no estoy muerto ni pienso morirme todavía. Tengo todavía muchos proyectos por hacer", proclamó.