EXPOSICIÓN

La guerra de Goya

El Museo del Prado se dispone a abrir una exposición con casi 200 obras del genial aragonés influidas por la resistencia a la invasión francesa. La muestra refleja los cambios en la Corte y la penuria de la sociedad en una época de crisis.

La familia de Carlos IV junto a toda su corte, los fusilamientos del 2 y el 3 de mayo, la burguesía más emergente y la crudeza de una sociedad empobrecida, los retratos más optimistas y la oscuridad más profunda de sus últimos años. Goya y el Museo del Prado vuelven a unirse con fuerza para conmemorar los aniversarios en torno a la Guerra de la Independencia. De esta unión ha salido la exposición "Goya en tiempos de guerra", que se inaugura la próxima semana, el lunes, y que está llamada a ser una de las más importantes sobre la obra del genial pintor aragonés.


En total, casi 200 obras (entre pinturas, dibujos, aguafuertes y litografías) que abarcan 25 años de la vida de Goya, desde 1775 a 1820. "La muestra traslada un Francisco de Goya convaleciente y débil, que tras su enfermedad (que le llevó a la sordera) renace dejando de un lado lo superficial y buscando su independencia, pero que no lo consigue y tiene que renunciar y volver a trabajar a la Corte". Así resume Manuela Mena, comisaria de la exposición y conservadora de Pintura del siglo XVIII y Goya del Prado, lo que ofrecen las piezas elegidas del pintor aragonés.


Cuatro etapas


La obra del pintor que se exhibe en la muestra se ha dividido en cuatro etapas. La primera cubre de 1774 a 1799 y parte de un Goya que se acaba de trasladar de Cádiz a Madrid tras afrontar una larga convalecencia que va a continuar. Es la época en la que el pintor refleja, en "Los caprichos", los vicios humanos, pero a la vez acepta retratar a mecenas, como el duque de Osuna o los duques de Alba.


La segunda etapa de la exposición cubre el periodo 1800-1808. Es su época de grandes retratos de la familia del rey Carlos IV y de su corte. Pero estos cuadros, como explica Mena, "no son solo retratos, son metáforas sobre la humanidad, en los que nos adentra en la personalidad" del protagonista. Y como ayer resaltaron, "siempre con veracidad, ya sea amigo o enemigo". "Estudiándolos entendemos cómo ha sido la infancia del retratado, su juventud, cómo es su presente y cómo será su futuro", resalta la comisaria de la exposición.


Lo mismo se puede indicar de los retratos de la siguiente época en la que se divide la exposición. Cubre el periodo 1808-1914, que, tras la derrota de Trafalgar, el motín de Aranjuez y la inversión de Napoleón, presenta a un Goya reconvertido en pintor de cámara de José I. A pesar de los correspondientes retratos a los afrancesados, tiene obras de este periodo totalmente opuestas, como la serie en aguafuerte de los "Desastres de la guerra", además de numerosos cuadros que reflejan la deshumanización de una guerra en la que en sus pinturas apenas se reflejan héroes. Así, como ayer explicó el consejero de Cultura de la Comunidad de Madrid, Santiago Fisas, "nos da una visión del conflicto muy novedosas, nos muestras a las víctimas y situaciones muy alejadas del tono elegíaco".


La última etapa en la que se divide la muestra parte de los cuadros de los fusilamientos, pintados en 1814 aunque reflejan hechos de 1808, y se extiende hasta 1820. Es la época de la vuelta de Fernando VII y el posterior postergamiento de Goya, que le lleva a tener clientes privados y a la propia Iglesia. Destaca aquí la obra "Última comunión de San José de Calasanz". El Museo ha denominado esta etapa en la exposición como "El arte como denuncia y refugio".


Su diario artístico


El director del Prado, Miguel Zugaza, explicó al presentar la exposición que la obra recopilada, aunque pueda parecerlo, "no es un diario de guerra, sino el diario artístico de Goya del cambio de siglo". Zugaza, que indicó que el pintor aragonés "asiste a un inesperado triunfo de la sinrazón", señaló que las obras reflejan "el corpus más moderno, intenso y comprometido del artista que se pueda concebir". Resumiendo las casi 200 obras, el director del Prado explicó que "la exposición refleja la extraordinaria calidad del pintor, el profundo desánimo que provoca en él la caída de unos ideales en los que se había formado". Para el director adjunto, el experto Gabriele Finaldi, la muestra abre "una profunda reflexión sobre más de dos décadas del autor.


Por último, Manuela Mena explicó que Goya hizo como Miguel Ángel, "que quemó todos sus bocetos y dibujos que hizo para conseguir sus obras, para que no viésemos el esfuerzo previo que suponían". En esta exposición, como resaltó, "solo nos enfrentamos a la obra terminada, pero hay detrás de cada una muchos meses de trabajo y años de estudio". De entre las obras expuestas, Mena destacó por lo que transmite el aguafuerte de Agustina de Aragón, "que la muestra llegando frágil a a encender un cañón".