PINTURA

La modernidad de Miró y sus Antirretratos sorprende a la siempre clásica Roma

El surrealismo del pintor catalán puede verse en la Real Academia de España desde este viernes a Roma.

El surrealismo de Joan Miró, cuya "Galería de Antirretratos" puede verse en la Real Academia de España, sorprende desde este viernes a Roma, una ciudad siempre clásica, terrena y displicente con el arte contemporáneo y, en general, con todo lo que significa modernidad.


Curiosamente, el atrevimiento, casi irreverencia, de colocar al artista catalán en lo alto de la colina del Gianicolo, uno de los hombros en los que se apoya su casco antiguo, viene de parte de una institución centenaria y también clásica, la Real Academia de España en Roma, que celebra con esta exposición su 135 aniversario.


Miró sonríe así a Sebastiano del Piombo, de quien un poco más abajo se expone una muestra alabada por crítica y público, como si fuera un acto de comprensión para quien, aun siendo contemporáneo de Miguel Ángel y Rafael, fue marginado por su grandeza.


"Roma es una ciudad clásica y académica y, debido a ese dualismo, (Miró) estaría contento de ver cómo la modernidad del trazo libre, de la gestualidad desembocada, de la creatividad totalmente radical de sus composiciones, tan ricas en colores y tan libres en gestos, puede tener un contrapunto con la Roma clásica", explicó a Efe el nieto del artista, Joan Punyet Miró.


Pero Punyet, de visita en Roma, no establece la relación como un enfrentamiento, sino pacíficamente, ya que considera que "los polos opuestos siempre son enriquecedores".


Así, uno de los cuadros, "La fugitiva", grabado en aguafuerte y aguatinta, observa Roma con sus ojos asimétricos, preguntándose, quizá, cómo le mira esa ciudad desdeñosa.


"Miró no es difícil de comprender", explicó Rosa María Malet, directora de la Fundación Miró, que ha prestado los veintiséis grabados y cuatro esculturas que componen la exposición.

Lección de arte contemporáneo


Malet da la lección para abrir el arte contemporáneo: "A partir del momento en que los artistas no necesariamente se expresan a través de la figuración, la música sigue por caminos que no son los del sonido melódico y el cine ofrece y lleva a otras posibilidades de expresión artística, el público está preparado para disfrutar formas distintas de las convencionales en la expresión plástica".


"Más que pensar en lo que nos está presentando, como si se tratara de algo definitivo, creo que es más importante ver cómo esta obra, como la de cualquier artista contemporáneo, afecta a nuestros sentidos, cómo la vivimos, cómo nos impacta y qué emoción nos produce", continúa Malet.


En definitiva, se trata de estímulos que se deben tener más en cuenta que el mero "entiendo o no entiendo lo que esto significa" y, en el caso de Miró también, de la conexión directa que el surrealismo hace con el subconsciente.


La Real Academia de España en Roma ha llevado esa ausencia de significado a una ciudad poco dada al psicólogo como forma de recordar su existencia y celebrar los 135 años que lleva inspirando artistas españoles con sus becas.


Aunque, como todos, la directora de la Real Academia, Charo Otegui, reconoce lo que se le debe a Roma.


"En 1873 se crea la Real Academia en Roma, un proyecto de Emilio Castelar que responde a una necesidad de los artistas españoles, ya que casi todos, del Greco a Velázquez, a Goya, vinieron por su cuenta a conocer el arte, a aprender y a inspirarse".


Y para evitar que estuvieran en malas condiciones, "el Gobierno español decidió dedicar un espacio a los artistas para que estuvieran en unos estudios maravillosos en Roma".


Otegui comenta que eligió a Miró para el aniversario porque su "mediterraneidad" permite establecer un fuerte vínculo entre España e Italia.