EXPOSICIÓN EN EL PALACIO DE SÁSTAGO

La movida zaragozana de los 80 de la mano de Sergio Abraín

La exposición la componen 230 obras que ponen de manifiesto la reafirmación de unos jóvenes que entendieron que podían hacer lo mismo que en París o Nueva York sin salir de casa.

La exposición "Sergio Abraín. Pata Gallo-Caligrama", que este viernes se inaugura en el Palacio de Sástago, es una invitación a descubrir la libertad expresiva que proliferó en la capital aragonesa desde 1978 hasta 1988 en distintos espacios culturales.


La muestra, que recoge obras en distintos formatos -proyecciones, "collages", "mail art" o música-, propone una mirada hacia los antidiscursos de la transición, hacia una modernidad zaragozana que "se adelantó a su tiempo y no fue entendida por las instituciones", aseguró el director de Área de Cultura y Patrimonio de la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ), Alfredo Romero Santamaría.


Por ello, con esta muestra se ha querido subsanar una "deuda moral" con la vanguardia artística aragonesa, "que tenía miras internacionales pero recursos limitados", afirmó la diputada delegada de Cultura Cristina Palacín, durante una rueda de prensa para presentar la exposición.


La exposición la componen 230 obras que ponen de manifiesto la reafirmación de unos jóvenes que entendieron que podían hacer lo mismo que en París o Nueva York sin salir de casa, según el artista y catalizador de la "movida zaragozana", Sergio Abraín.


"Ahora no se imagina lo que era, nos montamos un oasis en el desierto", argumentó Abraín, quien fue un dinamizador de la cultura zaragozana desde los años de la dictadura, cuando participaba en las asociaciones vecinales.


Después de la creación del Colectivo Plástico de Zaragoza, cuyas acciones de poesía visual quedaron plasmadas en las tapias de la ciudad y la provincia, llegó el espacio alternativo Pata Gallo en 1979, de carácter experimental y catalizador de las iniciativas de arte contemporáneo de la capital. Un espacio mucho más polivalente -librería, sala de proyecciones, cafetería, instalaciones- fue Caligrama, que comenzó en 1982 y que, además de servir a los creadores como lugar de trabajo, fue un punto de conexión para las tribus urbanas y para grupos de música como Héroes del Silencio o Niños del Brasil.


Abraín destacó que en esta etapa "la expresión individual era más acentuada" y "era una provocación, incluso para la izquierda emergente". Por el local de Caligrama pasaron artistas de Madrid, Mallorca o Valencia, y su legado ha dejado huella en "un colectivo de gente que se identifica con lo que ahí pasó y que cree que sigue siendo necesario hacer lo que ahí se hacía", aseguró el colaborador y amigo de los artistas Jorge González.


La exposición, de la que se editará un libro de más de 400 páginas con las obras más destacadas de la época, se podrá visitar en el Palacio de Sástago hasta el próximo 6 de abril.