EXPOSICIÓN

Los principales tesoros musicales de las catedrales aragonesas, al descubierto

La sala CAI Luzán inaugura una exposición con fondos recuperados de los archivos. Reúne manuscritos e impresos de todo tipo de música, religiosa y profana, desde el siglo XI hasta el XX.

"Siempre que se visita un archivo de Aragón se descubren cosas nuevas. En realidad, tras visitarlos todos, uno se siente como un águila volando sobre Europa, porque se ven obras de todo el continente. Eso es lo que ha pretendido esta exposición, mostrar el cosmopolitismo musical que ha tenido Aragón a lo largo de los siglos.". Así presentaba ayer José-Vicente González Valle, canónigo prefecto de música de La Seo de Zaragoza, la exposición que ha organizado la CAI para su sala Luzán, y que reúne los principales tesoros musicales de las catedrales aragonesas.


Durante tres años, un equipo de especialistas integrado, además de González Valle, por Luis Antonio González Marín, científico titular del Departamento de Musicología de la Institución Milà y Fontanals del CSIC (Barcelona), y Antonio Ezquerro Esteban, jefe del departamento de Musicología del CSIC, recorrió los archivos musicales de las catedrales de Jaca, Huesca, Roda de Isábena, Barbastro, Tarazona, Teruel, Albarracín y Zaragoza. De ellos, escogió las piezas más significativas, las que mejor resumen la apertura de Aragón a la Europa musical de cada momento. Y las reunió en la exposición "La música en los archivos de las catedrales de Aragón", que podrá verse en la sala CAI-Luzán hasta el 26 de marzo.


Música en manos eclesiásticas


El objetivo de la exposición, según aseguran sus comisarios, es que el público conozca este importante legado musical de Aragón, compuesto por manuscritos e impresos de música teórica y práctica de canto gregoriano, polifonía vocal, coral e instrumental, eclesiástica y civil (tecla, vihuela, tríos, cuartetos, sinfonías, zarzuelas, fragmentos de óperas, etcétera) desde el siglo XI hasta mediados del siglo XX, así como por antiguos instrumentos musicales (tecla, cuerda y viento) conservados en las catedrales aragonesas.


La mayor parte de los fondos procede de las exigencias del culto catedralicio, litúrgico o devocional, dado que la música ha sido siempre uno de sus elementos esenciales. "No hay que olvidar -subrayaba ayer Antonio Ezquerro-, que el 95 por ciento de la música antigua que se conserva en España está en manos eclesiásticas. La construcción de la historia de la música en España resulta imposible sin acudir a la Iglesia. Pero también hemos incluido piezas que representan la música civil y profana".


El importantísimo patrimonio que custodian estos archivos da fe de la riqueza musical que floreció en las catedrales y, por extensión, en la sociedad aragonesa. Se conservan ejemplares impresos y manuscritos de toda clase de música desde el siglo XI hasta mediados del siglo XX (solo el archivo de las catedrales zaragozanas guarda entre 12.000 y 14.000 composiciones distintas). Y también aparecen creaciones de los grandes maestros europeos: Josquin, Lasso, Corelli, los Bach, Scarlatti o Haydn. "Mirando en los archivos surgen preguntas que difícilmente podremos responder -reflexionaba ayer en voz alta José-Vicente González Valle-. ¿Cómo llegó una partitura del 'Orfeo' de Gluck a Teruel en 1779, tan solo siete años después de su estreno? O, ¿cómo llegaron a Zaragoza los conciertos de pianoforte de Johann Christian Bach?".


González Valle confesaba ayer haber visto en el archivo de la catedral de Albarracín algunos cantorales "con marcas de bala, ya que fueron utilizados en parapetos y barricadas durante la guerra civil". Pese a ello, la situación de los bienes custodiados en los archivos musicales de las catedrales aragonesas, no es mala.


"El panorama presenta altibajos -admitía Antonio Ezquerro-. Pero, si la situación no fuera en general buena, esta exposición no hubiera sido posible".


Completada la catalogación


De hecho, todos los archivos de música de las catedrales aragonesas han sido inventariados y catalogados por músicos especializados (en Jaca, Jesús Lizalde; en Huesca, Antonio Durán y Juan José de Mur; en Barbastro, Julio Broto y Antonio Ezquerro; en Tarazona, Justo Sevillano y Pedro Calahorra; en Teruel, José Martínez-Gil; en Albarracín, Jesús María Muneta; y en Zaragoza, José- Vicente González Valle, Luis A. González Marín y Antonio Ezquerro. Estos tres últimos musicólogos, comisarios de la exposición, componen el equipo de trabajo que analiza los fondos de los archivos musicales de las catedrales zaragozanas, tras un convenio firmado entre el arzobispado y el Centro Superior de Investigaciones Científicas.


La muestra se articula en cuatro ámbitos temporales: la Edad Media, el Renacimiento, la música de los siglos XVII y XVIII, y la de los siglos XIX y XX.


Los fondos exhibidos poseen un gran valor en su conjunto, si bien es preciso destacar por su trascendencia el antifonario mozárabe de San Juan de la Peña, algunos cantorales de diferentes siglos, breviarios, partituras de Palestrina, J. C. Bach, Pergolesi, Bocherini, óperas de Gluck, Rossini o sonatas de Vivaldi, Haydn, o Häendel.


Según los comisarios de la exposición, "los archivos de música de las catedrales, tal como hoy se entienden, son una entidad relativamente moderna, que han surgido paulatinamente a partir del siglo XIX debido al creciente interés por la música del pasado, auspicidado por diversos movimientos eclesiásticos en favor de la restauración de la música sacra (cecilianismo) y la incipiente musicología histórica".


Ahora, todos esos tesoros están a disposición del público en la exposición organizada por la CAI. Más de 150 piezas que ofrecen no solo una panorama musical de Aragón, sino también un apasionante recorrido histórico.