DANZA

Víctor Ullate: "¡Bailad, que el baile es vida!"

El bailarín zaragozano recibe en Sevilla el Premio de Honor de la XI edición de los Max por una trayectoria dedicada a la danza. "Todavía soy joven como para retirarme del todo, pero eso no quiere decir que no vaya a ir cediendo paso a los que tengo a mi alrededor", admite.

Víctor Ullate recibe en Sevilla el Premio de Honor de la XI edición de los Max por una trayectoria dedicada a la danza, que le sigue haciendo vibrar: "¡bailad; bailen, que hasta los políticos bailen; que el baile es vida. Yo me hubiese muerto si no hubiese sido por él!".


Al bailarín, coreógrafo y director le llega este reconocimiento cuando tiene un estreno a la vuelta de la esquina, el 8 de febrero en el Teatro Albéniz, donde su compañía -el Ballet de la Comunidad de Madrid Víctor Ullate- presenta "Beethoven" (una pieza de Eduardo Lao) y "La Pastoral" (coreografía que firma él mismo).


Este es el primer gran momento del 2008, año del vigésimo aniversario de su compañía, que celebrará reuniendo en una gala a los grandes bailarines españoles que ha formado -de su cantera son casi todos los que triunfan en los ballets internacionales- y con una presentación en el Real en septiembre.


Dice no estar nervioso, más bien "efervescente", halagado y muy ilusionado porque el Premio de Honor de los Max de las Artes Escénicas (organizados por la Sociedad General de Autores y Editores) ha recaído en personalidades muy importantes, como Fernando Arrabal, Francisco Nieva, Adolfo Marsillach o Antonio Gala, entre otros.


En una entrevista, Víctor Ullate habla del pasado y del futuro con el sosiego de quien, tras sufrir dos infartos de miocardio en 48 horas en 2001, ha tratado de comprender el mundo que le rodea.


"Estoy muy bien, pensando en que la vida es corta, que no puedo llevar el mismo ritmo que hasta ahora. Todavía soy joven como para retirarme del todo, pero eso no quiere decir que no vaya a ir cediendo paso a los que tengo a mi alrededor", explica este gran aficionado a la pintura.


Nacido en Zaragoza, estudió con María de Ávila e inició su carrera profesional con Antonio Ruíz Soler. Más tarde se incorporó a los Ballets del Siglo XX bajo la dirección de Maurice Béjart, con quien permaneció catorce años.


"Ha sido como un maestro y un padre, por eso su muerte me ha afectado tanto", añade, después de recordar el apoyo del gran coreógrafo cuando estuvo "tres años dando tumbos" sin saber si podría volver a bailar debido a una rotura de ligamentos.


Ya en España, se hizo cargo del Ballet Clásico Nacional. "Fue muy positivo y también muy doloroso. Lo di todo y nadie se dio cuenta", recuerda.


En 1983 creó el Centro de Danza Víctor Ullate, cantera de donde nace su ballet, que se presentó en el Teatro Arriaga de Bilbao el 28 de Abril de 1988.


"Me veo como el maestro de todos. Me siento orgulloso porque no sólo les he enseñado a mover una pierna, sino a respirar con el movimiento, a que bailar es un sentimiento que tienen que transmitir", explica Ullate, quien tuvo a su cargo a figuras como Ángel Corella, Tamara Rojo o Lucía Lacarra, y que siempre tiene palabras de reconocimiento para aquellos que aún permanecen a su lado: Eduardo Lao, Ana Noya o Elena Travesedo.


Algunas de las grandes estrellas internacionales de su cantera se han lanzado con proyectos artísticos en España. "¡Ojalá!", sueña el coreógrafo, quien, no obstante, advierte: "las empresas que hacen ballet no son rentables. Las creaciones cuestan muchísimos millones y las compañías de 60 ó 70 personas malamente pueden subsistir".


Aquellos años en los que estuvo formando a "ese plantel impresionante de artistas" los revive ahora con el Ballet Mestizo, un proyecto en la localidad madrileña en Alcorcón para integrar con la danza a niños de familias inmigrantes.


"Hoy día, hay falta de motivación y estímulo. El baile es una actividad que puede generar ilusión, ganas de pasarlo bien y disfrutar", opina Víctor Ullate, quien apoya los programas televisivos que invitan a danzar y a un profundo orgullo por su hijo Víctor Ullate Roche, muy popular por uno de ellos.


Tras tan prolongada trayectoria, en su reflexión no falta un enérgico mensaje: "La vida no es fácil. No hay que derrumbarse, hay que luchar".