MÚSICA

Solistas a la fuga, los grupos pop pierden a sus cantantes

La semana pasada Presuntos Implicados anunció su reaparición con una nueva voz, tras la deserción de Soledad Giménez. Hace poco, lo hizo Amaia Montero, de La Oreja de Van Gogh. La fuga de cantantes de los grupos no es nuevo en la historia del pop, sobre todo en el español.

Presuntos Implicados anunció la semana pasada que en breve volverá al ruedo musical con una nueva voz, que sustituirá a la "fugada" Soledad Giménez. Hace unos meses, La Oreja de Van Gogh hizo lo mismo, notificando que, pese a la fuga de Amaia Montero, iba a seguir adelante con una nueva cantante cuyo nombre, tras el impactante bulo del fichaje de Paulina Rubio, aún se desconoce.


Cantantes y solistas que dejan sus respectivos grupos en busca de nuevos horizontes musicales y sobre todo -la cruda realidad- para sacudirse el yugo de la convivencia con otros músicos que las más de las veces se convierten en compañeros indeseables. Un infernal "Gran hermano" el que se vive entre bambalinas dentro de los grupos musicales y del que sus miembros más visibles o destacados se apresuran a escapar. Desde su más tierna infancia, el pop español está lleno de fugas de este tipo, unas veces en pleno esplendor del grupo afectado; otras, tras su disolución.


"Spain is different". Siguiendo el viejo slogan franquista ideado por Fraga para resaltar los valores de la reserva espiritual de Occidente, por aquí las fugas, idas y venidas, además de abundantes, han tenido, y siguen teniendo su peculiar sello. No es necesario hacer sociología profunda para comprobar una vez más el carácter individualista del español a través de la música. Un tópico, pero con base real: mientras los sajones tienden a la cultura grupal y al trabajo en equipo, los hispanos tendemos a desgajarnos de la manada y a caminar en solitario, lo que sociológicamente puede explicar la larga lista de cantantes emancipados de sus grupos de origen.


Órdago en los sesenta


En los sesenta, el revuelo de emancipaciones y rupturas fue de órdago. De hecho, la mayoría de cantantes solistas de éxito tuvieron sus raíces en un grupo de mayor o menor audiencia. La fuga más sonada fue la de Mike Kennedy, que dejó a Los Bravos en plena pompa del grupo rockero por excelencia de aquella época. Inestable, caprichoso, algo broncas y harto de aguantar el corsé de un grupo, el rubio alemán se dio el piro y la emprendió en solitario con cierto éxito. "Louisiana" y "La lluvia" le dieron buenos dividendos en la España de finales de los 60 y principios de los 70.


A Los Brincos, las figuras solistas se le fueron a pares: Juan y Junior decidieron cancelar sus rencillas con el "jefe" del grupo, Fernando Arbex, y en el 66 dijeron "bye bye" para emprender una carrera de tanto éxito o más que con el grupo que habían abandonado. Luego, entre ellos mismos se acuchillaron y cada cual emprendió camino por su lado, también con notable éxito.


Pero, ojo, que no acabó allí la nómina de fugados. Emilio Baldoví, más conocido como Bruno Lomas, dejó a Los Milos para convertirse en estrella en solitario. Nino Bravo hizo lo propio, dejando a Los Superson y antes a Los Hispánicos. Aute estuvo con Los Pekenikes y Los Sonor. Teddy Bautista, ese ahora prominente hombre de la SGAE, dejó a los Canarios y Tony Ronald se marchó de Kroner's Duo.


La era de los solistas


La España ye-yé se hundió con tanta fuga y quiebra de conjuntos, por lo que la de los setenta se llenó de solistas revirados, cansados de aguantar manías e imposiciones de sus respectivos colegas de conjuntos, que desaparecieron totalmente en los primeros años de la década, para dar paso a la era de los solistas.


Véase el recuento: Camilo Sesto, que en principio iba para pintor, acudió a Madrid desde su Alicante natal y se enroló en Los Botines para enseguida darles puerta y comenzar su epopeya de trinos y su perfil de icono sexual de la época. Lorenzo Santamaría, el de "Para que no me olvides", salía de los mallorquines Z-66. Julián Granados, el que buscaba a Lupita y nunca la encontró, escapó de uno de los mejores conjuntos de finales de los sesenta, Los Buenos. Cecilia, la delicada dama-dama de alta cuna -era hija de diplomático- salía del grupo Expresión. Albert Hammond, el papito de Hammond Jr., líder de The Strokes, dejaba atrás, desde Gibraltar, a Diamond Boys. Jeannette, precursora más o menos del regio "¿por qué no te callas?", se fue de Pic-Nic. El bello y almidonado Tony Landa dejó a los bilbaínos Los Mitos, abriendo la puerta, por cierto, al zaragozano Fernando Brosed, que ocupó su puesto durante varios meses. Phil Trim venía de los medio místicos Pop Tops. Otro bello, el que se debatía sibilinamente entre "Gavilán o paloma", a saber, Pablo Abraira, salió de Los Grim, de donde salió también Pedro Ruy Blas, intérprete de aquel conmovedor "A los que hirió el amor". Por no olvidar a los melosos Mocedades y las mitosis sucesivas que tuvieron con Amaya y Sergio y Estíbaliz. Una imparable letanía, vaya, de deserciones, rupturas e independencias.


La descomposición nueva olera


Los nueva oleros de los ochenta y posteriores tampoco se iban a escapar de la escabechina de fugas y yugos grupales. Más tarde que pronto o viceversa, y a medida que la Movida empezó a descomponerse, se produjo la estampida: Bernardo Bonezzi dejó Zombies; Germán Coppini, a Siniestro Total y Golpes Bajos; Poch, a Derribos Arias; Álvaro Urquijo, a Los Secretos; Antonio Vega, a Nacha Pop; Jaime Urrutia, a Gabinete Caligari; Santiago Auserón, a Radio Futura; Mikel Erentxun, a Duncan Dhu; Tino Casal, a Los Archiduques; Teo Cardalda, a Golpes Bajos; Manolo García, a El Último de la Fila; Manolo Tena, a Alarma; Carlos Segarra, a Los Rebeldes; Javier Gurruchaga, a la Orquesta Mondragón; José Ignacio Lapido, a 091; Javier Ojeda, a Danza Invisible; Nacho Campillo, a Tam Tam Go; Aurora Beltrán, a Tahúres Zurdos; Jesús Cifuentes, a Celtas Cortos; Martia Botía, a Ella Baila Sola… y, cómo no, Ana Torroja, a Mecano y Bunbury, a Héroes. Por no olvidar a Rosendo, escapado de Leño, y a Raimundo Amador y Kiko, ambos salidos de Veneno, y dejar pista libre al ejemplo mayor de novias…, perdón, de chicas cantantes, a la fuga: Olé Olé, con tres voces sucesivas en sus filas -Vicky Larraz, Marta Sánchez y Sonia Santana- y ahora intentándolo de nuevo con una cuarta.


Idiosincrasia hispana. Todo un catálogo para el estudio del individualismo ibérico. O sea, que nada nuevo bajo el sol si Amaia Montero escapa de La Oreja, Bunbury da carpetazo a Héroes o un día, Dios no lo quiera, Eva Amaral se postula en solitario. Así somos.