Nunilo Cremades: "Probar una hipótesis hace que me suba la adrenalina"

No conozco a muchos niños que quieran ser científicos. ¿Por qué optar por una carrera de fondo como la investigación?

Sobre todo, por curiosidad. Proponer una hipótesis, desarrollar experimentos para probarla y luego ver que es correcta son cosas que me hacen tener un subidón de adrenalina. Me gusta aprender, no me gusta hacer siempre lo mismo. Y eso es lo que realmente me lleva.

¿Qué estudió?

Bioquímica. Y el verano que acabé la carrera ya me puse en un laboratorio a trabajar gratis.

Usted de nini, poco.

Era lo que quería hacer.

¿Qué le motivaba? ¿Encontrar la cura para el cáncer? ¿Publicar en revistas internacionales?

Cuando empiezas la carrera investigadora todos pensamos que contribuiremos a la sociedad con la búsqueda de fármacos, o con la cura de enfermedades relevantes. Luego, conforme avanzas, te das cuenta de que cada uno aporta un granito, y que todos son valiosos. Y que la investigación básica es tan importante como la investigación clínica.

Hoy es una de las investigadoras más relevantes en el abordaje del párkinson. ¿Cómo empezó todo?

Tenía muy buenas notas, así que logré una importante beca para hacer el doctorado en la Universidad de Zaragoza. Comencé una investigación muy básica basada en el estudio de las propiedades físico-químicas que llevan a las proteínas a plegarse y a estabilizarse.

¿Cómo de importante es esto en nuestras vidas?

Está directamente relacionado con un montón de enfermedades que afectan a miles de personas en el mundo. Hay proteínas que se pliegan mal y eso desencadena enfermedades sistémicas, o diabetes tipo 2 o neurodegenerativas, como el alzhéimer o el párkinson. Busqué a los científicos referentes y conseguí que uno de ellos, en Cambridge, me cogiera.

¿Llamó a su puerta y la cogió? ¿Tan fácil?

Lo tenía claro y tenía muy buen currículum. Algunos no me lo aconsejaron, pero salió bien y allí estuve siete años en los que logré importantes becas, como una del Human Frontiers Science Program. Incluso, llegué a ser independiente.

¿Por qué el párkinson?

En Cambridge focalicé mis estudios en la proteína implicada en el párkinson, en su aplicación y su toxicidad. Pero reconozco también que el hecho de que mi abuelo muriera de párkinson me motivó mucho. Tardaron en diagnosticarle y los tratamientos paliativos llegaron tarde. Sufrió bastante y eso me impulsó todavía más.

¿Por qué volver a Aragón siendo una respetada investigadora independiente en Cambridge? ¿No oyó hablar de la crisis?

Mi pareja y yo nos sentimos muy aragoneses y volver siempre fue una prioridad. Sabía que tendría menos recursos, menos equipamientos y menos financiación. Pero he hecho una apuesta por intentarlo y conservo muchas colaboraciones internacionales: si no tengo un equipo aquí, tengo con quién hacerlo en el mundo.

Espera su segundo bebé. ¿Existe un techo de cristal para las científicas?

Totalmente. Incluso antes de la maternidad. Sigue habiendo cierto estigma y conozco a algunas científicas más mayores que decidieron no ser madres y se han arrepentido. Se entienden los cuatro meses de maternidad, pero no la crianza posterior, aunque no dejas de ser madre al quinto mes después de dar a luz y no puedes estar al mismo nivel, lo que genera una enorme presión. ¿Por qué debo decidir entre mi carrera o mi familia? Se espera de tí que sigas igual. No hay conciencia, nos falta mucho.

¿Resta el factor crianza?

Sí que resta. En los primeros años, el rol de la madre no es igual al del padre, aunque este se implique totalmente. Y, además, por mucho que aplacemos la maternidad, el tiempo de la fertilidad coincide con el momento en el que más debes demostrar profesionalmente. A veces, sientes que esa presión no compensa. En mi caso, ahora parece que todo funciona, y siento que se apuesta por mí, pero es complicado.