EFECTOS DE LA CRISIS

El presidente Zapatero muestra su peor cara

Lo dijo el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, y lo reiteró Felipe González: Zapatero está "desmejorado".

El presidente Zapatero muestra su peor cara
El presidente Zapatero muestra su peor cara
J.J. GUILLéN/EFE

Lo dijo el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, y lo reiteró Felipe González: Zapatero está "desmejorado". En las últimas semanas, el jefe de Gobierno ha tomado decisiones impensables, a tenor del discurso que ha sostenido desde que llegó a la Moncloa, lo cual se traslada a su mensaje y a su imagen. Rodríguez Zapatero ha cruzado su particular 'rubicón', y eso trae consecuencias. Lo confirman dos expertos.

Javier García Campayo, psiquiatra del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, observa al presidente del Gobierno "más cabizbajo, con síntomas de depresión leve, con ansiedad... No está tan bien conservado como antes". "Hay gente que tolera mejor el estrés que otra. Por lo que observo, creo que Zapatero lo absorbe bastante bien, aunque hay situaciones desbordantes", añade. Se trata de unos efectos que viven por lo general las personas sometidas a grandes dosis de tensión, como por ejemplo los grandes ejecutivos.

Asesor de comunicación pública y política, como se define en su página web, Yuri Morejón ha advertido un cambio indudable en el segundo trimestre del año, al mismo tiempo que se anunciaban las trascendentales decisiones económicas. "Hay un aspecto en la comunicación política denominado el relato -explica-: la forma en que los gobiernos 'narran' sus proyectos, sus reformas, etc. Hasta ahora, Zapatero era el presidente de los derechos sociales. Un dirigente amable, con talante; sobre todo, en contraposición a la imagen de Aznar, más mustia". Sin embargo, todo pareció cambiar con su discurso del pasado 12 de mayo, cuando anunció el severo plan de ajuste que, entre otras medidas, incluía la bajada de sueldo a los funcionarios y la congelación de las pensiones. "Entonces vimos a un presidente como dolido, con rostro más cansado y mirada perdida, con los pómulos marcados... Perdió la sonrisa, que era el símbolo de su relato", continúa Morejón.

¿Estaba previsto? ¿Recibió Zapatero la consigna de sus asesores sobre el cambio de imagen? "Lo que sí está claro es que, dentro de su relato, encaja que ante un recorte se muestre dolido. Se filtró o se dio a conocer que tomar esa decisión había supuesto como si le arrancaran el brazo. La frase encaja con este contexto. Eso sí, estaba afectado, pero no hundido".

También cuadra con la hipótesis de la estrategia el hecho de que la semana pasada, en el centenario de la llegada de Pablo Iglesias al Congreso, Zapatero cambiara de registro y respondiera a su antecesor: "Felipe: de depre, nada". "El objetivo era volver de nuevo al optimismo. Y, sobre todo, buscar unidad, una de las necesidades tradicionales del PSOE", afirma Morejón.

Los efectos del estrés

El ex presidente afirmó el pasado martes, días después de la cita en Madrid, que "la realidad de la crisis" había "golpeado" a Zapatero, y que eso se le notaba "físicamente". ¿Cuál es el proceso que desencadena el estrés? García Campayo lo resume en "cuatro actuaciones": primero, un aumento de la adrenalina, que produce "malestar, inquietud, palpitaciones; segundo, a los "dos o tres días" sube el cortisol, la hormona del estrés, que prepara al organismo para la lucha y que causa sensación de envejecimiento (a lo que se suman la insulina y la vasopresina); tercero, el sistema inmune se altera, de forma que los leucocitos T y NK se dedican a "eliminar todas las células alteradas" (las que también producen el cáncer); y, cuarto, hay un "impacto psicológico", con más tendencia a la ansiedad y a comer.

Para su desgracia, Rodríguez Zapatero deberá recuperarse rápido de los efectos del estrés, ya que la política no para, y menos ahora. "En el futuro próximo aparece una probable crisis de gobierno, el debate sobre el estado de la nación, las elecciones catalanas... Tiene un escenario verdaderamente complicado", reconoce Morejón.

Para recuperar la normalidad, el politólogo recomienda dos caminos al presidente: corregir los "graves errores" cometidos por el Ejecutivo en cuestión de comunicación y, sobre todo, poner en marcha una "buena gestión".