LA GRAN REMODELACIÓN DEL EJECUTIVO

Inquietud en el PSOE por la sucesión de Zapatero

Los dirigentes territoriales piden que se cuente con ellos y Gómez pone encima de la mesa el tema de la sucesión.

José Luis Rodríguez Zapatero (en el centro), ayer en Madrid, al inicio de la reunión del Comité Federal de los socialistas.
Inquietud en el PSOE por la sucesión de Zapatero
EMILIO NARANJO/EFE

Es difícil pensar qué habría pasado ayer en el Comité Federal del PSOE si José Luis Rodríguez Zapatero no hubiera dado la vuelta a su Gobierno para, de golpe y plumazo, conformar el Gabinete más político de cuantos ha tenido nunca, pero lo que es obvio es que el encuentro habría rezumado tensión. La prueba es que los barones socialistas que el próximo 22 de mayo se presentan a unas complicadísimas elecciones autonómicas llegaron a la sede de Ferraz aún en pleno proceso de descompresión. La maniobra ha ayudado a atemperar los ánimos, pero no a apaciguarlos por completo.

El debate de los notables del partido estuvo próximo a ser el paseo militar que Zapatero había previsto al redactar su discurso. "Sé que queríais impulso e iniciativa y he hecho todo el esfuerzo para que nos dure un año y medio; ahora que os veo más motivados sé -coligió- que el apoyo y la fuerza van a ser aún mayores".

Sin embargo, tampoco hubo entusiasmo desbordante. No es que los dirigentes territoriales no apreciaran un gesto tan demandado, que como alguno de ellos confesaba había llegado ya a la categoría de "clamor", sino que muchos consideran que con este cambio no está todo hecho.

El presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, reprocho al jefe del Ejecutivo que no contara con los secretarios regionales en el relevo de Leire Pajín al frente de la secretaría de Organización. Él, como otros muchos, se enteró a cosa hecha y por los medios de que el cargo recaería en el presidente de Aragón, Marcelino Iglesias. "Necesitamos que se nos explique lo que hacemos y por qué, porque necesitamos explicar a la ciudadanía por qué hacemos lo que hacemos", reclamó. "Tienes que saber -dijo en una apelación directa a Zapatero- que aquí estamos; aquí está la tropa".

También el jefe del Ejecutivo andaluz, José Antonio Griñán, hizo una apreciación sobre lo que espera del remozado Gobierno central. Porque entre algunos barones existe cierta sensación de que la mirada del secretario general de los socialistas estaba ayer puesta en las legislativas de 2012, pero no tanto en las más inmediatas locales y autonómicas que, a juicio del presidente castellano-manchego, José María Barreda, tendrán "cariz de generales" por lo mucho que en ellas se juega el PSOE y el Gobierno. "Madrid no es España -apuntó Griñán-; quiero que los ministros pisen el territorio y expliquen en profundidad las reformas y las medidas que están haciendo".

En todo caso, el más audaz y el que realmente rompió todos los esquemas fue el líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez.

Romper el silencio

Solo él se atrevió a poner encima de la mesa el asunto de la sucesión y a reclamar al presidente del Gobierno que rompa "ya" su silencio para anunciar que se someterá de nuevo a la decisión de las urnas dentro de año y medio.

Con el arrojo que le da haber propinado un golpe moral en las primarias al 'aparato', a Blanco y Rubalcaba, y al propio Zapatero, defendió que "toda España" debe saber ya quién va a ser el candidato del PSOE -"y seguro que el próximo presidente", añadió- porque de ese modo se estaría trasladando a la ciudadanía un "compromiso" con el proyecto y las reformas.

No sirvió de nada porque en su intervención final Zapatero obvió este argumento, como hizo caso omiso de la queja de Fernández Vara. A quien sí replicó fue a Barreda, el líder territorial que le puso el partido patas arriba hace algunas semanas con aquella frase explosiva en la que reclamaba un cambio de rumbo para evitar la "catástrofe electoral".

Ayer el barón castellano -que ya mostró su arrepentimiento tras el chaparrón de sus correligionarios- buscó enmendar el patinazo con un elogio a la 'jugada' del jefe del Gobierno: "El comienzo de una verdadera ofensiva que va a suponer la recuperación de posiciones políticas y electorales", dijo, y "un punto de inflexión muy importante". Pero aún así, no evitó que el secretario general echara por tierra su hipótesis sobre la importancia de las autonómicas.

"Nos puede ir bien o nos puede no ir tan bien -arguyó Zapatero-, pero si nos va bien no implicará que nos tenga que ir bien en las generales y si nos va menos bien tampoco". Aún así, admitió que se trata de unos comicios "trascendentes". "En mi opinión -subrayó- hay posibilidades de ganar en alguna comunidad importante". El problema, en todo caso, es más bien no perder algunas de las que ya se tienen y, sobre todo, evitar el desplome en las grandes ciudades.