POLÍTICA

Una sentencia polémica y envenenada

La decisión del Tribunal Constitucional sobre el 'Estatut' abre una grieta en la relación entre Zapatero y Montilla.

Oriol Pujol, en una intervención en el 'Parlament'.
Una sentencia polémica y envenenada
ALBERT OLIVé/EFE

A escasos meses de que los catalanes sean llamados a las urnas, la última gran tormenta que sacude Cataluña, la sentencia sobre el 'Estatut', ha provocado un sinfín de sentimientos: indiferencia, humillación, agresión, indignación o puro y simple cabreo. Pero lo que más ha molestado en Cataluña es el choque de legitimidades, porque el tribunal ha recortado una ley aprobada en referéndum por los ciudadanos.

"Existe la sensación de que el Constitucional ha sido poco deferente", afirma Enach Albertí, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona. El fallo ha dolido además porque ha tocado "aspectos de un alto valor simbólico, muy sensibles, como la lengua o la nación", según Albertí. "Se ha tomado como la imposición de una visión de España y de la unidad que no se corresponde con la que tenía el 'Estatut", añade.

Así, las ocho referencias que hace la corte en su sentencia a la indisoluble unidad de España han sonado más propias de otros tiempos. "Con una vez bastaba, porque la indisolubilidad es obvia", dice Albertí. Según el profesor, hay una gran desconfianza hacia el autogobierno de Cataluña. "Se piensa que esto es el primer paso hacia no sé qué, la independencia. Nada de eso", afirma. "Decían que España se rompe, y ¿qué se ha roto? Que yo sepa nada", señala.

La sentencia ha enredado incógnitas que no acaban de solventarse. "El problema del encaje va a seguir más vivo que antes", afirma Albertí. El 'Estatut' "se hizo con voluntad de dar un paso para establecer un modelo aceptado por la mayoría en ambas partes. Y lo que se ha revelado es que aún hay grandes tensiones y que el intento de pacificar el problema no ha sido así", concluye.

Salvador Cardús i Ros, decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Autónoma, entiende que "no hay encaje posible si Cataluña esperaba un reconocimiento más alto que el actual". "Zapatero ha indicado que la sentencia marca el límite del autonomismo. Incluso los unionistas moderados esperaban mucho más. El que quiera horizontes más lejanos, deberá buscarlos fuera de España", señala.

Pero, ¿por qué ha caído tan mal la sentencia en Cataluña si fuera de ella ha sido más o menos aceptada por el PP y el PSOE? Albertí entiende que se ha visto como una "descalificación del pacto al que se llegó entre las Cortes y el Parlamento de Cataluña". "La concepción de la Constitución que resulta de esta sentencia es más estrecha y rígida que lo que se pretendía desde Cataluña", afirma. "El Constitucional ha puesto especial empeño en excluir cualquier concepción plurinacional de la España autonómica. Y ello puede ser una de las cuestiones que mayor polémica política originen", dice.

Cardús cree que "las relaciones España-Cataluña se verán perjudicadas". "El PSC quedará muy afectado y CiU tendrá dificultades para mantener sus ambigüedades", apunta. "Además, añade, habrá que ver qué progresos organizativos hace ahora el independentismo".

Por tanto, tras la sentencia aparecen nuevos frentes en la política catalana y en la española. Se abre "un periodo de desconfianza mayor entre Cataluña y España", según Cardús. En las filas socialistas, Montilla y Zapatero se necesitan. Zapatero, que llevaba seis años rehén de su promesa de que apoyaría el Estatuto que saliera del 'Parlament', ha dado el caso por cerrado. Pero el largo proceso le ha atrapado. El 'Estatut' que le dio la mayoría en Cataluña, que le aupó a la Moncloa, ahora es una sangría de votos.

Y en el PSC, pese al enfado, gana terreno la sensación de que el recorte podría haber sido peor y que el fallo no obligará a quemar las naves con Madrid.