EL DESENLACE

Una liberación para todos

Después de cuarenta y siete días de secuestro del pesquero 'Alakrana' y de un sinfín de vicisitudes, los 36 tripulantes han emprendido camino de regreso a España tras cerrarse el acuerdo con los piratas. A la vista de todo lo ocurrido desde el pasado 2 de octubre cuando el barco fue apresado, el fin del calvario se ve como una liberación colectiva, comenzando por los familiares y siguiendo por el Gobierno, el PP, el PNV y hasta los medios de comunicación.

Todos ellos han estado sometidos en los últimos días al 'estado de prudencia' decretado por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para no perjudicar la resolución del caso, del que solo falta saber qué hará la Audiencia Nacional con los dos piratas que están en España.

Zapatero fue ayer el primero en exteriorizar su desahogo al anunciar el final feliz y en dar las gracias por la discreción. "Los marineros están libres y volverán a casa", dijo sonriente Zapatero al comunicar la puesta en libertad del 'Alakrana' en una rueda de prensa en el palacio de la Moncloa junto a su invitado, el presidente de Hungría, László Sólyom, atónito por la expectación del anuncio.

El jefe del Ejecutivo español no quiso desvelar cuál ha sido la participación del Gobierno en el pago del rescate para liberar a los tripulantes del atunero 'Alakrana' y se limitó a señalar que "ha hecho lo que tenía que hacer" porque su deber es "salvar la vida de los compatriotas".

Previamente, informó por teléfono de cómo se iban a suceder los hechos al líder del PP, Mariano Rajoy, al que agradeció públicamente su discreción para facilitar la liberación.

Confirmada la noticia, la alegría se desató entre los familiares tanto en el País Vasco como en Galicia, rompiendo el silencio al que se acogieron una vez que el Gobierno les dio garantías de que todo se iba a arreglar.

Este cambio de postura fue el punto de inflexión a partir del cual se allanó el camino, propiciado por las quejas que vertieron después de que los marineros suplicaran que se hiciera todo el ruido posible al no tener visos de esperanza en la liberación.

Fue en Polonia donde Zapatero aseguró el pasado día 9 que la situación podía estar "encauzada", aplacando la inquietud que se había generado después de que los piratas desembarcaran a tres marineros para presionar en la negociación.

Superado aquel momento, el de mayor tensión, el fin del vía crucis se vio más cerca, a tenor de las esperanzas que iba dando tanto el Gobierno como el patrón del 'Alakrana', Ricardo Blach. Encañonado cada vez que sonaba el móvil, Blach se convirtió en el teleoperador al que familiares y medios llamaban para conocer cómo marchaban las cosas en el barco.

Para celebrar la liberación, el que pretende soltarse la lengua ahora es el PP para criticar la gestión del Ejecutivo desde que comenzó el secuestro. Según su secretaria general, María Dolores de Cospedal, ahora toca decir todo lo que han callado, "que será mucho", ante las idas y venidas del Gobierno y la Justicia para resolver el embrollo.

En la misma línea está el PNV, que pasó de la crítica a la contención para no entorpecer, pero que quiere sacar los colores a Zapatero por su improvisación y por no haber aprendido la lección del 'Playa de Bakio' tras su secuestro en abril de 2008.

La duda es saber si ambos partidos seguirán haciendo bandera de demandas como la de embarcar infantes de marina en la flota atunera para evitar más secuestros, petición compartida por los armadores. Como solución salomónica, los pesqueros ya cuentan con vigilantes privados con los que sentirse más protegidos.

Puestos a sentirse liberados, los dos piratas que están en manos de la Audiencia Nacional también se ven así en la práctica. Su regreso a Somalia fue la exigencia planteada para resolver el secuestro, además del pago del rescate. Abdu Willy y su compañero continuarán en España al menos dos semanas hasta que se les enjuicie y a partir de ahí, se da por descontado que habrá una solución al 'limbo' jurídico en el que han estado desde el traslado pocos días después del secuestro. El veredicto es incierto aún.